Invitado por la Universidad de Buenos Aires para dictar un seminario sobre "Las políticas neoliberales contemporáneas", el sociólogo francés Fréderic Lebaron analiza la “crisis de creencia” que atraviesan las propuestas neoliberales después de las experiencias progresistas en América latina y de la crisis financiera global. Pero advierte que las elites que las promueven siguen en posiciones de poder. Lo que sigue es parte de una entrevista publicada en
Página 12
"Desde 2007-2008 y la gran crisis financiera mundial, el neoliberalismo ya no es capaz de imponerse de manera tan evidente como antes como el portador de la única política posible, en particular en América del Norte y en Europa. Se enfrenta a una profunda crisis intelectual: la idea de una eficiencia natural del mercado ha perdido gran parte de su fuerza y las promesas de progreso y justicia relacionadas con un crecimiento económico liberalizado se han desdibujado ampliamente. El neoliberalismo se enfrenta a una verdadera crisis de creencia. En los años ‘80, las conquistas neoliberales se encadenaban con facilidad y rapidez: victorias electorales (Thatcher, Reagan), el cambio doctrinal de los socialdemócratas europeos, rupturas estructurales con la liberalización financiera global, luego, el Consenso de Washington a principios de los 90 tras la caída del comunismo soviético. Todos parecían éxitos. Las cosas cambiaron en la década del 2000 en América Latina con la llegada de gobiernos de izquierda, y después de 2007-2008 los cambios se extendieron a nivel mundial. La inestabilidad endémica de las finanzas globales es la principal causa de la pérdida de crédito del neoliberalismo. Al mismo tiempo, las élites económicas y políticas neoliberales siguen estando en posiciones de poder y continúan intentando promover sus políticas."
Sobre la crisis financiera y las polítuicas de austeridad en Europa, Lebaron expresa:
"La unificación monetaria europea fue acompañada por criterios estrictos en materia de déficit presupuestario y deuda pública. Pero los Estados jugaron un poco con las reglas y, en 2009, hasta dejaron deslizar el déficit para hacer frente a la crisis económica mundial. A partir de 2010, especialmente tras la intensificación de la especulación financiera enfrentada por el Estado griego, gobiernos e instituciones de la zona euro se orientan hacia políticas de austeridad más o menos severas, basadas en una rápida reducción del gasto público. El objetivo es el desendeudamiento de los Estados, pero el resultado es sobre todo un crecimiento económico muy bajo, e incluso una recaída en la recesión, en algunos países muy pronunciada. Entonces, observamos una degradación bastante general del mercado de trabajo. Desde 2013, la situación se agrava menos rápidamente en general, pero en ciertos países se producen no sólo más desempleo y precariedad laboral, sino también más pobreza y más desigualdad. La situación en 2016 sigue siendo de un extremado deterioro en Grecia, Portugal y España. En Francia, las políticas de austeridad son menos fuertes, pero tienen sin embargo efectos graves, con el mercado de trabajo en una situación muy difícil y con un aumento de la precariedad. Estas consecuencias se reflejan en toda la zona euro con un crecimiento de las desigualdades en las condiciones de vida"
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