Robert Fisk, The Independent
Cuando Arabia Saudita, con ayuda de David Cameron, fue electa al Consejo de Derechos Humanos de la ONU, en 2013, todos lo consideramos una farsa. Ahora, pocas horas después de que los sauditas musulmanes sunitas cortaron la cabeza a 47 de sus enemigos –entre ellos un prominente clérigo musulmán chiíta–, esa designación resulta grotesca. Desde luego, el mundo de los derechos humanos está escandalizado, y el chiíta Irán habla de un castigo divino que destruirá a la casa de Saud. Multitudes atacan la embajada saudita en Teherán. ¿Qué hay de nuevo?
Durante siglos se han buscado de distintas maneras castigos divinos y seculares contra gobernantes de Medio Oriente, el más reciente contra Bashar al Assad de Siria, quien según el ministro francés del Exterior no merece vivir en este planeta. Desde hace mucho tiempo los sauditas instan a los estadunidenses a cortar la cabeza a la serpiente iraní, pero obviamente se han conformado, al menos por ahora, con cortársela al jeque Nimr al Nimr. Pero ni todos los gritos y aullidos detendrán el flujo de petróleo de los pozos sauditas ni evitarán que los amigos del reino sigan usando evasivas para disculpar sus escándalos.
Una mirada no convencional al modelo económico de la globalización, la geopolítica, y las fallas del mercado
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miércoles, 6 de enero de 2016
Arabia Saudita: ¿quién lanza la primera piedra?
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mamvas
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4:01 p.m.
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Nimr Baqr al-Nimr
domingo, 3 de enero de 2016
Carnicería en Arabia Saudita
Robert Fisk, La Jornada
La orgía de decapitaciones de Arabia Saudita –47 en total, entre ellas la del erudito clérigo chiíta jeque Nimr Baqr al-Nimr, seguida por una justificación coránica de las ejecuciones– fue digna del Estado Islámico (EI). Tal vez era la idea.
Porque este extraordinario baño de sangre en la tierra de la monarquía musulmana sunita Al Saud, que llevaba la clara intención de enfurecer a los iraníes y a todo el mundo chiíta, una vez más sectarizó un conflicto religioso que el EI ha hecho tanto por promover.
Todo lo que faltó fue el video de las decapitaciones, aunque las 158 ejecutadas el año pasado en el reino estaban perfectamente a tono con las enseñanzas wahabitas de ese grupo. La frase de Macbeth, la sangre tendrá sangre, se aplica sin duda a los sauditas, cuya guerra al terror, al parecer, ahora justifica cualquier cantidad de sangre, sea sunita o chiíta.
La orgía de decapitaciones de Arabia Saudita –47 en total, entre ellas la del erudito clérigo chiíta jeque Nimr Baqr al-Nimr, seguida por una justificación coránica de las ejecuciones– fue digna del Estado Islámico (EI). Tal vez era la idea.
Porque este extraordinario baño de sangre en la tierra de la monarquía musulmana sunita Al Saud, que llevaba la clara intención de enfurecer a los iraníes y a todo el mundo chiíta, una vez más sectarizó un conflicto religioso que el EI ha hecho tanto por promover.
Todo lo que faltó fue el video de las decapitaciones, aunque las 158 ejecutadas el año pasado en el reino estaban perfectamente a tono con las enseñanzas wahabitas de ese grupo. La frase de Macbeth, la sangre tendrá sangre, se aplica sin duda a los sauditas, cuya guerra al terror, al parecer, ahora justifica cualquier cantidad de sangre, sea sunita o chiíta.
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mamvas
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