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miércoles, 31 de julio de 2024

El crepúsculo del «woke»

Hegel afirmaba que la sabiduría sobre un periodo histórico a menudo sólo llega cuando éste había terminado. A medida que lo woke pierde influencia, podemos ver mejor sus efectos en la política socialista.

Dustin Guastella, Jacobin

Reseña de Left Is Not Woke, de Susan Neiman
(Polity, 2023)
Es necesario que más intelectuales escriban libros como el pequeño y maravilloso «Left is no woke» (La izquierda no es woke), de Susan Neiman. La prosa de Neiman es viva y refrescante. No recurre a frases complicadas ni a la voz pasiva para glosar la controversia. Adopta una postura y la mantiene. Tampoco padece el complejo de víctima a la inversa, común a tantos escritores «antiwoke». Este es un libro que se puede recomendar a amigos y familiares, incluso a aquellos que no están de acuerdo con su premisa inicial.

Para Neiman, el «wokeness» [entendido como un exceso de corrección política o activismo superficial] no es un proyecto que pueda inspirarse en la tradición política progresista. Y aunque se habló mucho de las responsabilidades políticas de la retórica woke, pocos críticos del wokeness desde la izquierda han ofrecido un argumento sostenido de lo que define a la izquierda y por qué «mantenerse despierto» [staying woke] podría ser contradictorio con ello.

sábado, 13 de abril de 2024

Cómo la CIA creó la cultura Woke

El identitarismo moderno nació directamente de las oficinas de la Agencia Central de Inteligencia con el objetivo de combatir las tendencias revolucionarias dentro de las masas populares de todo el mundo. Se buscó demostrar que el "enemigo" o la esencia del conflicto explotador-explotado, ricos-pobres, blancos-negros, estaba en el mismo germen de la sociedad. Por eso había que atacar a la sociedad en su conjunto. A eso se le llamó "despertar"

Eduardo Vasco, Strategic-Culture

En 1953, John McCloy, ex subsecretario de Guerra de Estados Unidos, ex presidente del Banco Mundial y ex alto comisionado en Alemania, asumió la presidencia de la Fundación Ford. En este último papel, McCloy proporcionó cobertura a numerosos agentes de la CIA. Fue él quien, como presidente de la fundación, se aseguró de que se cumplieran los intereses de la agencia, creando un comité interno para tratar específicamente con la CIA, compuesto por él mismo y otros dos ejecutivos de la fundación. “Lo consultaron con este comité específico y, cuando se consideró que era algo razonable, que no iba en contra de los intereses a largo plazo de la Fundación, el proyecto se entregó al personal interno y a otros ejecutivos de la casa [sin que ellos] estuvieran al tanto de los orígenes de la propuesta”, dijo el biógrafo de McCloy, citado por Frances Stonor Saunders en su libro “¿Quién pagó al flautista? La CIA y la Guerra Fría Cultural”.

“Una vez establecido este acuerdo”, continúa el autor, “la Fundación Ford quedó oficialmente comprometida como una de las organizaciones que la CIA podía movilizar en la guerra política contra el comunismo. Los archivos de la fundación revelan una gran cantidad de proyectos conjuntos” (p. 160).

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