El Banco Central Europeo se encuentra viviendo su propia gran crisis y la posible reestructuración de la deuda griega lo tiene al borde del colapso. El guardián de la moneda única compró en secreto miles de millones de euros de activos riesgosos como ayuda colateral para apuntalar a los bancos privados de los países que han luchado por mantener a flote la precariedad de sus finanzas. El punto crucial es la caída sin freno de los activos inmobiliarios, que alcanzan descensos de hasta un 60%. Una caída que continuará, dado el estado agónico de estas economías que no logran dar señales de vida, por los garrafales errores cometidos en el pasado.