sábado, 28 de mayo de 2011

Cómo el BCE se convirtió en vertedero de toda la basura bancaria europea

El Banco Central Europeo se encuentra viviendo su propia gran crisis y la posible reestructuración de la deuda griega lo tiene al borde del colapso. El guardián de la moneda única compró en secreto miles de millones de euros de activos riesgosos como ayuda colateral para apuntalar a los bancos privados de los países que han luchado por mantener a flote la precariedad de sus finanzas. El punto crucial es la caída sin freno de los activos inmobiliarios, que alcanzan descensos de hasta un 60%. Una caída que continuará, dado el estado agónico de estas economías que no logran dar señales de vida, por los garrafales errores cometidos en el pasado.

La crisis inmobiliaria desatada por la masiva privatización del suelo, tiene a muchos lugares del mundo, desde California a Dublín, convertidos en verdaderos pueblos fantasmas, con construcciones a medio terminar que quedaron paralizadas tras el estallido de la crisis y que no han podido reanudar sus faenas, con el deterioro de materiales y la devaluación del suelo. Estos pueblos fantasmas pesan en los balances bancarios, y su volumen es tan cuantioso que no es cosa de asumir la pérdida y seguir adelante. Más aún cuando la economía global se encuentra en un estado famélico, con un desempleo lacerante que imposibilita toda idea de recuperación.

A diferencia de Estados Unidos, donde la crisis inmobiliaria se licúa con un dólar que sirve de divisa mundial al resto del mundo para acceder al comercio internacional, el caso europeo muestra toda la crudeza de la crisis porque el euro nunca luchó por imponerse como divisa internacional. De esta forma todas las pérdidas quedan a nivel europeo sin poder licuarlas en el mercado mundial y todos los préstamos incobrables terminan en el balance del Banco Central Europeo. Este banco se hace así depositario de todos los números rojos, convertido en el verdadero “banco malo” (o vertedero de basura) que debió crearse tras el estallido de la crisis.

Recordemos que al inicio de la crisis se luchó con la creación de un “banco malo” depositario de todos los activos tóxicos, pero esta idea naufragó por la arrogancia de quienes sostenían que la crisis era un evento transitorio. De esta forma el Banco Central Europeo se hizo depositario de todos los riesgos y números rojos. Así fue como los bancos privados descargaron todos sus riesgos en los bancos centrales, y éstos distribuyeron grandes sumas de dinero a las instituciones financieras para evitar el colapso de la banca y repetir un evento como el de Lehman Brothers. De esta forma, a cambio de activos devaluados, o hipotecas basura, la banca recibió dinero fresco para seguir apostando en el mercado y repartir jugosos dividendos a sus socios. Finalmente, y a través de los bancos centrales, todos estos riesgos, que son por varios miles de millones de euros, fueron transferidos al Banco Central Europeo, que acumula en su hoja de balance pérdidas que amenazan con hundir a toda Europa.

Los riesgos no asumidos por la banca privada han ido a parar al balance del BCE, y de ahí que una reestructuración de la deuda griega o, peor, de un default, ponga en alerta al BCE ante una posible bancarrota. El BCE ha comprado bonos del Gobierno griego por 47 mil millones de euros, y desde abril ha gastado alrededor de 90.000. millones de euros en la refinanciación de los bancos griegos. Para toda Europa, el BCE acumulaba a comienzos de año, más 480.000 millones de euros en estos activos dudosos, y hasta el momento ningún experto es capaz de decir cómo el BCE puede deshacerse de estos valores sin asestar un golpe fatal para el sistema bancario europeo. El BCE está en una situación sin salida, y ahora se ha convertido en un gigantesco banco malo o, en otras palabras, en un vertedero de toda la basura bancaria europea.

El ex presidente del Bundesbank, Axel Weber, criticó en su momento el programa del BCE de comprar bonos de Estados y de bancos quebrados y ese fue el motivo de su renuncia que lo dejó fuera del camino para suceder a Jean Paul Trichet. El tiempo está dando la razón a Weber de que a estos bancos se les debió condenar a la quiebra sin misericordia y yo agregaría que a sus ejecutivos también habría que haberlos condenado a la cárcel. Mientras no lleguen a la cárcel los banqueros culpables del gran descalabro financiero que vive Europa, Estados Unidos y el mundo entero, seguiremos en las penumbras, amparando y legitimando los fraudes plenamente permitidos de las finanzas modernas.

Artículo publicado en El Blog Salmón

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