Nahia Sanzo, Slavyangrad
“Se está librando una seria batalla por Pokrovsk y a los rusos se les ha encomendado tomarla, porque no pudieron tomar Sumi, no pudieron tomar Kupyansk”, declaró ayer Volodymyr Zelensky en su reunión con el director del SBU. El presidente ucraniano trató de calmar la situación pese a que tanto su discurso como su lenguaje corporal mostraban un nerviosismo perfectamente justificado teniendo en cuenta el estado en el que actualmente se encuentra el frente. “Putin dice que quiere visitar Pokrovsk”, se burló Zelensky, que, sugiriendo sutilmente que podría ser atacado ahí, animó a su homólogo ruso a acercarse a la ciudad “porque sabemos cómo va a terminar eso”.
Aunque los pasos que están dando los países europeos en relación a la búsqueda de una hoja de ruta que imponer a Rusia en una futura negociación merecen un análisis más profundo, cualquiera de los escenarios que se están manejando actualmente admite que el más favorable a Ucrania supondría mantener el territorio del que dispone actualmente. Es más, uno de los puntos del aparente plan de doce puntos en el que trabajan las capitales europeas busca que Ucrania tenga algo que decir en la gobernanza de los “territorios temporalmente ocupados”, esos que Kiev no va a admitir haber perdido, pero que incluso Bruselas es consciente de que no puede recuperar. En ese contexto político y militar, el contraataque mediático ucraniano es exagerar tanto sus éxitos como los fracasos rusos sin importar la distancia que exista entre el discurso y lo que ocurre en la línea del frente, especialmente en Pokrovsk-Mirnograd, donde siguen constatándose avances rusos que admiten incluso los sectores más radicales del nacionalismo ucraniano.
La evolución del mapa de control del territorio es inequívoca y queda constancia tanto en medios internacionales como en DeepState, medio vinculado al Ministerio de Defensa, considerado una de las fuentes más fiables del establishment ucraniano. Los analistas occidentales más respetados, como Rob Lee o Michael Kofman, dan por hecha la futura caída de Pokrovsk, donde la única duda es si Syrsky y Zelensky darán la orden de retirada a las tropas que disponen de un margen cada vez menor, ya que el cerco ruso amenaza con cerrarse completamente. “Avdeevka, Ugledar, Suya. Y no solo eso. En cada uno de estos casos, el enemigo cortó nuestra logística y las unidades acabaron en una bolsa de fuego. Cada vez, nuestra gente se marchó en el último momento con grandes pérdidas, abandonando sus propiedades y equipos. No todos pudieron salir. Algunos permanecieron en sus posiciones para siempre. Ahora está volviendo a ocurrir”, escribió el exlíder del Praviy Sektor en Odessa y ahora activista respetable Serhiy Sternenko en un mensaje reposteado por Michael Kofman. La realidad es demasiado evidente como para ignorarla salvo para el entorno de Volodymyr Zelensky, que se aferra a una construcción del discurso que pretende sustituir los hechos con una representación que cada día resulta más forzada y que recuerda a la forma con la que el Gobierno de Poroshenko negaba los hechos horas antes de que las tropas ucranianas comenzaran a huir de Debaltsevo hacia Artyomovsk (Bajmut) en febrero de 2015. También entonces, como ayer volvió a insistir Zelensky, todo estaba bajo control.
El actual presidente ucraniano se escuda en el elevado número de tropas que Rusia ha enviado a Pokrovsk para dar a entender que Rusia actúa de esa manera porque precisa de una victoria tras su fracaso en la captura de Sumi que nunca ha intentado y de Kupyansk, donde curiosamente ayer se constataban nuevos avances en una batalla que hace días que se produce dentro de la ciudad, donde las tropas ucranianas se arriesgan también a quedar en una situación tremendamente comprometida especialmente en términos logísticos. Pese a que desde el fracaso de su contraofensiva Ucrania ha perdido progresivamente territorio en zonas altamente fortificadas durante años y en las que las tropas rusas no habían progresado en dos años, como es el caso del oeste de Donetsk, Kiev sigue manteniendo firme su discurso. Convencida de que el resultado de la guerra no dependerá exclusivamente del mapa de control del territorio, que en cualquier caso será presentado como un fracaso ruso al no haber logrado capturar todo el país, Ucrania sigue mostrando músculo mediático y actuando como si todo fuera según el plan.
“Los rusos declararon por primera vez que estaban a punto de tomar Pokrovsk hace un año y tres meses. Durante este tiempo, han avanzado 7 kilómetros y han perdido decenas de miles de vidas”, declaró el director del SBU en su reunión con Zelensky. Al igual que la promesa de capturar Kiev en tres días, ningún oficial ruso ha afirmado en ningún momento que Krasnoarmeysk, como se refieren a Pokrovsk, fuera a ser un objetivo alcanzable en poco tiempo. Pueden criticarse las carencias rusas, que obligan al Kremlin a optar por la guerra de desgaste como única posible, pero no puede decirse que Moscú ha alegado que su paso iba a acelerarse. Ese espejismo quedó despejado en 2022 y la táctica rusa se ha limitado a tratar de reducir bajas propias y maximizar las ajenas a base de grupos más pequeños, creciente uso de drones y un avance pueblo a pueblo, calle a calle, que solo puede acelerarse en caso de colapso de las líneas ucranianas, algo que ninguna fuente rusa mínimamente rigurosa ha defendido en ningún momento. Sin embargo, la lentitud con la que en este último año se ha movido el frente ha permitido a Ucrania mantener la ficción de equilibrio de fuerzas, algo que trata de hacer actualmente incluso en referencia al punto del frente en el sus tropas se encuentran en una situación más comprometida.
“Según Viktor Trehubov [portavoz de la Operación de Fuerzas Conjuntas], las tropas rusas están presentes en los distritos del norte de Kupyansk, intentando tomar cerca del 20% de la ciudad e interrumpir la logística ucraniana con ataques de drones. Sin embargo, los drones ucranianos también están cortando las líneas de suministro rusas, convirtiendo a Kupyansk en una ciudad bajo un doble asedio aéreo”, escribió una conocida cuenta proucraniana de seguimiento de la guerra. La disonancia entre la realidad -mostrara por los medios occidentales, relatada desde hace semanas por soldados sobre el terreno y constatada en el cambio de los mapas de control del territorio- y el discurso ucraniano crece a medida que la situación se complica en los alrededores de Pokrovsk. Esta versión es exactamente la misma que mostraba apenas unas horas antes EuromaidanPr, que se dio a conocer en 2014 como fuente oficial de las protestas que derrocaron a Viktor Yanukovich. Lo que el jueves por la noche era una forma de convertir el avance ruso en una trampa, una manera de destruir armamento ruso y atrapar a las tropas en lo que hace unas semanas Zelensky llamó “zona de muerte”, ayer por la mañana era la “el fracaso de la estrategia de defensa de Ucrania”. Las tropas, según esta fuente que apenas unas horas antes se adhería a la versión oficial, se encuentran “prácticamente cortadas” y “los lentos pero progresivos avances rusos prácticamente han cerrado una pinza alrededor de tres brigadas ucranianas”. “Está obsoleta la estrategia de defensa de Ucrania”, se lamenta EuromaidanPr, quizá por no haber escuchado las declaraciones del director del SBU.
“El ejército ucraniano está derrotando gradualmente a los ocupantes, pero ante todo debemos proteger a nuestro personal, recalcó el presidente. No hay ningún cerco contra nuestros defensores en Pokrovsk; la situación está bajo control. El enemigo ha concentrado allí a 170.000 efectivos”, afirmó Malyuk en su encuentro con Zelensky, que a la pregunta de si se dispone a dar la orden de retirada de Pokrovsk, se limitó a insistir en que todo está bajo control. Es más, Ucrania no solo reafirma su fortaleza en el frente, sino también apela a imponer la resolución del conflicto por la fuerza. “Nos encontramos en estado de guerra real. Y solo podremos resolver este problema mediante la violencia aplicada al agresor. En primer lugar, las sanciones deben ser devastadoras, de modo que las empresas y los Estados que se atrevan a comerciar con el agresor sufran un grave deterioro de su estatus legal y su capacidad financiera. Rusia debe quedar completamente aislada. Segundo, dejen de invitar a Putin a cualquier sitio y de hablar con él de cualquier cosa. Debe de estar asustado, como lo estuvo en 2022 y 2023. Cuando cesó el contacto con Putin, se asustó. También surgieron dudas en su círculo íntimo sobre si valía la pena continuar la guerra. El tercer componente son los ataques en territorio ruso. Deben ser mucho más numerosos y mucho más destructivos. Estos ataques deben tener una dimensión social, agotar los recursos del enemigo, privarlo de capacidad económica, destruir su logística y modificar el discurso propagandístico. Eso es todo. Nada más funciona”, escribió ayer Mijailo Podolyak.
Bajo la premisa de que solo la fuerza va a obligar a Rusia a acudir a la mesa de negociación, Ucrania insiste en que la vía más corta a la paz es intensificar la guerra. “Cabe destacar que, al cumplir con las tareas del Presidente de Ucrania, nos basamos en objetivos legítimos: la producción y el refinado de petróleo. Esto representa el 90% del presupuesto del Ministerio de Defensa ruso; es decir, son rublos petroleros sucios con los que el enemigo nos mata”, afirmó en su reunión con Volodymyr Zelensky Vasyl Malyuk, director del SBU, la inteligencia civil de Ucrania y uno de los grandes protagonistas de la guerra desde 2014. Como admitió con total naturalidad en 2023 en una entrevista concedida a The Economist el exdirector del SBU Valentyn Nalivaychenko, el Servicio de Seguridad de Ucrania inició, de la mano de Estados Unidos, un programa de asesinatos selectivos que a todas luces continúa hoy en día. Una de las víctimas de ese programa fue Alexander Zajarchenko, líder de la RPD asesinado con una bomba al entrar en un local en el que se preparaba un acto de homenaje al cantautor ruso Iosif Kobzon. Como firmante de los acuerdos de Minsk, el asesinato de Zajarchenko, que en aquel momento Kiev trató de presentar como una operación rusa de falsa bandera o el resultado de luchas internas, era toda una declaración de intenciones sobre el proceso de paz. Mientras la hoja de ruta apelaba a la reanudación de las relaciones comerciales entre Kiev y Donetsk-Lugansk y exigía diálogo y acuerdos políticos, Ucrania optaba por incrementar el bloqueo de Donbass y, con la certeza de empeorar aún más las cosas, asesinar a una de las personas con las que se había comprometido a negociar. Como entonces, la idea actual es intensificar la situación en busca de concesiones y lograr por medio de presión política, económica y militar propia y de sus aliados lo que no ha conseguido -y sabe que no va a conseguir- en el frente.

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