Lo ocurrido el pasado 7 de octubre fue un logro palestino que rozó lo prodigioso, pero no fue el único logro, sino que a lo largo de los últimos tres meses se le sumaron otros logros no menos impresionantes.
Hassan Nafea, Al Mayadeen
Después de casi tres meses del inicio de la operación Diluvio de Al Aqsa, la cual constituyó un punto de inflexión no sólo en la historia del conflicto árabe-israelí, sino también en la historia de la región y quizás del mundo entero; comienza un nuevo año gregoriano y esta es una ocasión en la que vale la pena detenerse para examinar cómo cambio este acontecimiento trascendental el curso del conflicto y la configuración de la región y del mundo.
A principios de 2023, es decir, unos diez meses antes de la operación Diluvio de Al Aqsa, Benjamín Netanyahu logró formar una coalición de gobierno considerada la más extremista de la historia de Israel, y eso se produce después de cinco elecciones anticipadas en apenas tres años; y debido a que la extrema derecha religiosa representaba el principal centro de gravedad de esta coalición, esta adoptó una política que buscaba lograr dos objetivos:
El primero: realizar cambios amplios en el sistema político y social de Israel, mediante “reformas judiciales” que minimicen el papel de la Corte Suprema, y amplíen el papel del poder ejecutivo, empoderando a los movimientos sionistas religiosos a expensas de los movimientos seculares.
Las “reformas” propuestas por el gobierno en este sentido impulsaron un movimiento de protesta generalizado y crearon profundas divisiones en la sociedad israelí, llegando al punto de que grandes sectores de oficiales y soldados de la reserva declararon su negativa a servir en el “ejército”; esto incluso afectó negativamente la reputación del sistema político israelí ante Occidente.
El Segundo: liquidar la causa palestina por todos los medios disponibles, presionando a los palestinos y expulsándolos de sus hogares o demoliendo dichos hogares, acelerando la construcción de unidades habitacionales en los asentamientos, armando a los colonos y atentando en contra de lugares sagrados islámicos y cristianos.
Esta política ha conducido a una pérdida total de la confianza en el proceso político, y al debilitamiento de la Autoridad Palestina, que siguió aferrándose a los Acuerdos de Oslo, a la coordinación de la seguridad con Israel, y a la profundización de las diferencias entre las facciones palestinas, ante lo cual fue imposible unificar las filas del movimiento nacionalista, comenzando a aparecer nuevas formas de resistencia armada, pero estas no plantearon una amenaza seria para la seguridad de Israel.
Por otro lado, la mayoría de los regímenes árabes estaban ocupados en atender antes de la operación Diluvio de Al Aqsa las turbulentas situaciones internas y, por lo tanto, su interés en la cuestión palestina decayó por completo y no ocupó un lugar significativo en ninguna de sus agendas; algunos de ellos incluso comenzaron a abandonar la iniciativa árabe adoptada por la Cumbre Árabe de Beirut en 2002, que requería el establecimiento de un estado palestino independiente en las fronteras de 1967 antes de embarcarse en la política de normalización de las relaciones con Israel, y estos no vacilaron en concluir los llamados “Acuerdos de Abraham”.
Incluso la propia Arabia Saudita, promotora de la iniciativa árabe, había avanzado mucho en las negociaciones destinadas a normalizar la relación con Israel, un indicador inequívoco de que el sistema regional árabe oficial se había preparado psicológicamente para coexistir con Israel y aceptar lo que es mucho menos que establecer un estado palestino independiente en las fronteras de 1967, con al Quds (Jerusalén) Este como su capital.
Si añadimos a lo anterior que el mundo entero parecía en ese momento estar ocupado con la guerra en curso sobre el terreno en Ucrania, y por la escalada del conflicto chino-estadounidense y la cuestión de Taiwán, y por muchas otras causas que por supuesto no abarcaban la cuestión palestina, quedaría muy claro para nosotros que la cuestión palestina necesitaba de una gran sacudida para desempolvarse y avanzar de nuevo hasta ocupar la posición que le corresponde en la parte superior de la agenda de todas las partes: Israel, los países árabes e islámicos, y los sistemas regionales y globales; esto es exactamente lo que ocurrió el pasado 7 de octubre, siendo una gran sorpresa porque nadie hubiera esperado que sucediera.
No me parece exagerar si digo que lo ocurrido el pasado 7 de octubre fue un logro palestino que podría considerarse prodigioso, pero no fue el único logro, más bien, durante los últimos tres meses se le sumaron otros logros, que no eran menos impresionantes, entre los que figuran:
1. La firmeza de las facciones armadas de la resistencia palestina a lo largo de este período frente a un “ejército” israelí movilizado a plena capacidad, ya que además del “ejército” activo regular que cuenta con unos 170 mil combatientes, se convocó a las fuerzas de reserva de más de 360 mil combatientes, sumado a ello miles de militares extranjeros, procedentes de Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y otros lugares, quienes se apresuraron para ofrecer ayuda a Israel, como asesores o entrenadores.
A pesar de ello, las facciones de la resistencia pudieron y todavía pueden infligirle grandes pérdidas, las cuales no podrá soportar por largo tiempo; las pérdidas de “Israel” hasta el 27 de diciembre, según el Instituto Israelí de Estudios de Seguridad Nacional, ascendieron a 1.300 muertos, entre ellos 498 oficiales y soldados, 11 mil 594 heridos, 129 prisioneros y 217 mil 921 desplazados; siendo evacuadas 76 ciudades israelíes al ser sometidas estas a intensos bombardeos; se calcula que han impactado hasta el momento en el ente ocupante hasta 12 mil 500 misiles.
2. La firmeza del pueblo palestino en Gaza, pese a la brutalidad de las masacres israelíes que hasta ahora han causado la muerte y heridas a casi cien mil civiles, la destrucción de la mayoría de las casas y edificios de la Franja y las privaciones de toda su población de 2,3 millones de personas de todos los recursos esenciales para la vida, como el agua, la electricidad y los medios de comunicación, y de haber forzado a casi dos millones de personas a desplazarse de manera constante.
Este pueblo heroico todavía insiste en aferrarse a la tierra y prefiere el martirio dentro de su patria en lugar del desplazamiento forzado o voluntario fuera de ella.
3. El eje de resistencia inició operaciones de apoyo y respaldo a las facciones combatientes palestinas, especialmente Hizbullah en el Líbano, Ansar Allah en Yemen y las fuerzas de la Concentración Popular en Iraq.
En conjunto, estos logros dieron como resultado el cambio de todas las ecuaciones existentes antes del 7 de octubre, ya que sólo en el 7 de octubre, Hamas logró humillar a un “ejército” que tenía la fama de ser “invencible”; al mismo tiempo acabó con la reputación legendaria con la que se habían autodenominado los servicios de seguridad e inteligencia israelíes; asimismo, durante los siguientes tres meses se afirmaron una serie de hechos, entre los que destacan:
I. La caída de las máscaras morales, jurídicas y humanitarias del “ejército” israelí, el cual cometió crímenes contra el pueblo palestino en Gaza durante este período mucho más atroces que los cometidos por el régimen nazi contra los propios judíos durante la Segunda Guerra Mundial.
II. Quedó revelada la destreza del combatiente palestino, quien afirmó que tiene fe en su causa que es justa y demostró su constante disposición a morir por ella, afirmando que esto es mucho más importante que todos los elementos de superioridad armada o científica y tecnológica que posee el “ejército” israelí.
III. Se han expuesto los alegatos relacionados con la superioridad moral de Occidente, su afán por defender los derechos humanos y su respeto por las leyes y normas internacionales, quedando demostrado más allá de toda duda que los países occidentales no dan ningún peso ni consideración a estos nobles valores cuando entran en conflicto con sus intereses.
IV. El colapso del poder disuasorio estadounidense y el fracaso de sus intentos de hacer uso de la demostración de fuerza para intimidar o disuadir a cualquiera de las facciones o fuerzas que apoyan la resistencia palestina en la región, especialmente el grupo yemení Ansar Allah, que ha demostrado que su arabismo está por encima de cualquier otra consideración.
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De hecho, si consideramos lo que está sucediendo actualmente en la región, nos resultaría fácil descubrir que la operación Diluvio de Al Aqsa aún ejerce sus efectos en los diferentes niveles locales, regionales e internacionales.
En cuanto a lo palestino, la resistencia palestina todavía posee cartas de presión más fuertes e importantes, las más importante de las cuales es su capacidad de resistir militarmente y la de seguir infligiendo grandes pérdidas al “ejército” israelí si insiste en continuar con su agresión y con su ocupación de los territorios palestinos, esto por un lado, por otro lado ha demostrado que posee capacidad para presionar con la carta de los prisioneros, demostrando que gestiona el tema con habilidad y destreza, lo cual confirma la imposibilidad de que la cuestión palestina vuelve nuevamente a caer en el olvido.
A nivel israelí, las interacciones resultantes de la operación Diluvio de Al Aqsa han arrinconado a Netanyahu y terminarán inevitablemente con el derrocamiento de su gobierno extremista y su sustitución por un gobierno centrista que se verá obligado a adoptar posiciones más abiertas hacia la solución de la cuestión palestina.
Es cierto que no se rendirá fácilmente, y lo más probable es que intente ampliar el alcance del enfrentamiento para ajustar cuentas con todo el eje de resistencia, encabezado por Hizbullah y detrás el mismo Irán, y eso parece claro al decidir asesinar a un personaje de la estatura de Saleh al Arouri en el corazón del Suburbio Sur de Beirut, pero lo más probable es que no lo consiga, especialmente en un momento en el que los Estados Unidos se encaminan a entrar en una fase difícil impuesta por la elecciones presidenciales.
A nivel árabe, es probable que las interacciones resultantes del Diluvio de Al Aqsa socaven todos los intentos de normalización con “Israel”, reconectando así la cuestión de la normalización con el establecimiento de un estado palestino independiente.
En cuanto al nivel internacional, no hay duda de que la operación Diluvio de Al Aqsa demostró una vez más que es necesario establecer un nuevo sistema internacional multipolar y, de cierta forma ayudó a animar a las fuerzas que exigían el derrocamiento del sistema unipolar y su sustitución por un sistema multipolar.
La guerra que desató la operación Diluvio de Al Aqsa no ha terminado y todavía queda un largo trecho por recorrer antes de que termine por completo, pero comienzan a vislumbrarse signos de victoria palestina en el horizonte.
Un logro bárbaro!!! consiguieron mas de 200mil muertes, devastación casi completa. Vamos. Le dieron una excusa al fachista netan, para atacar a mansalva vidas, bienes y relaciones. No entiendo la visión de elogiar retornar a semejante violencia, aunque el error no justifique para nada el accionar de destrucción terrorífica en Gaza y demás vecinos de israel, https://www.telesurtv.net/news/audiencia-israel-palestina-la-haya-cij-20240111-0008.html
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