Mark Weisbrot, USA Today
Cuando el presidente Joe Biden decidió retirar el ejército estadounidense de Afganistán el año pasado, gran parte de los medios de comunicación estadounidenses se le echaron encima como una tonelada de ladrillos. Los republicanos se sumaron y calificaron la retirada como un "desastre absoluto".
Pero salir fue el movimiento correcto.
De hecho, el verdadero error fue todo lo contrario: la administración Biden no puso fin a la guerra, sino que la continuó por otros medios, que están resultando más violentos y desestabilizadores. Las sanciones económicas impuestas por los Estados Unidos y sus aliados están provocando un hambre severa y generalizada en este país desesperadamente pobre.
A menos que esas sanciones se reviertan pronto, se estima que más personas morirán por el impacto económico de las sanciones durante el próximo año que el número de personas que murieron en 20 años de guerra.
La sanción económica más destructiva es la confiscación estadounidense de más de $7 mil millones en reservas internacionales pertenecientes al banco central de Afganistán. Las reservas son necesarias para las importaciones esenciales, como alimentos y medicinas, pero también para que el banco central desempeñe su papel normal en el mantenimiento del funcionamiento del sistema financiero y la estabilidad económica.
Los grupos de ayuda que intentan distribuir alimentos y salvar la vida de las personas en muchos casos no pueden mover los fondos necesarios, y el sistema de salud se ha venido colapsando.
Los datos del Banco Mundial publicados el mes pasado muestran que los precios de los alimentos aumentaron a una tasa anual estimada del 40% desde agosto, poniendo los alimentos fuera del alcance de muchos afganos pobres.
Como resultado de toda esta perturbación económica, incluida la pérdida de miles de millones de dólares en ayuda, 22,8 millones de personas, más de la mitad de la población, se enfrentan a una inseguridad alimentaria aguda. Incluyen un millón de niños menores de 5 años “en riesgo de morir debido a la desnutrición aguda severa”, según UNICEF.
No está claro por qué la administración Biden ha impuesto sanciones tan devastadoras a Afganistán. Las sanciones no parecen estar dirigidas a derrocar a los talibanes. Más bien, podría ser que la administración Biden, después de su mala experiencia política con la retirada militar, no quiera correr el riesgo de parecer “suave” con los talibanes.
Este es un error de cálculo tanto político como moral. Los efectos letales de las sanciones de EEUU en otros países se han ignorado en su mayoría porque las sanciones se han malinterpretado ampliamente como un castigo a los gobiernos, en lugar de a poblaciones enteras. Pero el caso de Afganistán está empezando a corregir este malentendido.
Las organizaciones humanitarias más influyentes están explicando públicamente la sombría cadena de causalidad.
David Miliband, exsecretario de Relaciones Exteriores británico y jefe del Comité Internacional de Rescate, que tiene 3.000 empleados en Afganistán, dijo el mes pasado al Senado de los EEUU: “La causa inmediata de esta crisis de hambruna es la política económica internacional que se ha adoptado desde agosto, y lo que ha cortado los flujos financieros no solo al sector público, sino también al sector privado en Afganistán”.
En la misma audiencia, Graeme Smith del International Crisis Group dijo a los senadores: “Deben abordar la razón por la cual la gente tiene hambre, que es el colapso de la economía debido principalmente a las restricciones económicas occidentales”.
El 11 de febrero, la administración Biden emitió una orden ejecutiva para asignar los fondos del banco central de Afganistán: la mitad ($3500 millones) sería "en beneficio del pueblo afgano", y la otra mitad sería para las familias de las víctimas del ataque terrorista del 11 de septiembre, a la espera del resultado de los reclamos legales.
En otras palabras, ninguno de los 7.000 millones de dólares que tiene Washington sería devuelto al banco central. Por lo tanto, continúa la destrucción de la economía afgana y la hambruna masiva resultante. Ninguna cantidad de ayuda exterior compensará eso y, hasta el momento, no está claro cómo se beneficiará el pueblo afgano de los 3.500 millones de dólares reservados para ellos.
En cuanto a las demandas pendientes, esto parece ser una distracción política. Las cuestiones legales no están del todo claras y podrían tardar años en resolverse. ¿Cuántas personas pobres en Afganistán deberían morir para proteger al gobierno de EEUU de la posibilidad de que termine con una pequeña adición a su presupuesto para esta compensación? Los familiares de las víctimas del 11 de septiembre que han hablado públicamente sobre estas cuestiones han dicho, enfáticamente, que no quieren quitarle dinero a la gente de Afganistán.
Human Rights Watch criticó de inmediato la orden ejecutiva y señaló que las "restricciones al sistema bancario" están "intensificando la ya grave crisis de derechos humanos del país". Se sumaron otros grupos y expertos preocupados por cuestiones humanitarias.
Si Afganistán continúa cayendo en una pesadilla de hambre, sufrimiento y muerte, la administración Biden no escapará a la culpa de esto, así como de la crisis de refugiados. Se estima que más de un millón de afganos han huido desde agosto.
También se culpará a la administración Biden si el resultado es un estado fallido que permite el establecimiento de un centro para la actividad y el reclutamiento de terroristas, como sucedió en Siria cuando surgió allí el Estado Islámico. Casi 50 miembros del Congreso advirtieron a Biden en una carta que el colapso económico en Afganistán debido a las sanciones de Estados Unidos “podría crear espacios sin gobierno y permitir el resentimiento contra Estados Unidos, produciendo un terreno fértil para que grupos como ISIS ganen fuerza”.
Por supuesto, la razón más importante para poner fin a esta pesadilla es que estas sanciones amenazan la vida de cientos de miles, y posiblemente millones, de personas inocentes.
Pero si hay personas en la administración de Biden que analizan esto en términos estrictamente políticos, los riesgos políticos de destruir la economía afgana son mucho mayores que cualquier posible consecuencia de las quejas republicanas sobre la devolución de estas reservas. Que, después de todo, pertenecen al banco central y a los afganos.
Cuanto antes se haga esto, junto con descongelar el dinero del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, antes podrá recuperarse la economía, como ha señalado David Beasley, director del Programa Mundial de Alimentos. Y vivirán más civiles, especialmente niños, que son asesinados desproporcionadamente por la grave escasez de alimentos.
Se supone que invadieron Afganistan a matar los terroristas de Al-qaeda y ayudar al pueblo afgano, ahora resulta que hay millones de afganos muertos y los terroristas de Al-qaeda estan tan vivitos y coleando que ahora se los llevaron a Ucrania a matar rusos. Quien entiende eso ?
ResponderBorrar