Orlando Delgado Selley, La Jornada
La Cámara Española de Comercio en México organizó un acto el pasado 30 de marzo que reunió a los directores generales de tres bancos españoles con presencia en nuestro país. Se trata de BBVA Bancomer, Santander y Banco Sabadell, este último con una presencia menor en la banca mexicana. En el curso de sus intervenciones pusieron énfasis en que las filiales mexicanas son ciento por ciento de aquí; señalaron que dependen de la economía mexicana y funcionan con autonomía respecto de sus matrices. Por eso, dijeron, la crisis europea no sólo no les ha hecho ninguna mella, sino que crecen porque nuestras exportaciones son fuertes y permanentes.
La nota publicada por El País (31/3/16) indica que estos tres bancos representan casi 50 por ciento de las utilidades del sistema de bancos privados asentados en México. Y a pesar de que esos bancos son de aquí, estas utilidades no se quedan aquí, sino que son remitidas a sus respectivas matrices. Gracias a la relevancia de estos flujos, las matrices de los bancos españoles han podido resistir la crisis europea y, más dura aún, la larga crisis española. De modo que es cierto que acá se toman las decisiones, pero allá se decide qué hacer con las utilidades. Sus empresas son importantes en México, por eso la valoración que hacen de las perspectivas inmediatas y mediatas de la economía mexicana tiene relevancia.
Es obvio que vivimos tiempos de turbulencia global. La volatilidad financiera que recorre el mundo entero está lejos de haber amainado: las dificultades siguen presentes. En América Latina se viven momentos recesivos. Pero a los banqueros españoles les parece que en la unidad mercantil formada por Estados Unidos, Canadá y México habrá, para ellos, crecimientos holgados. Por ello se alargará el ciclo largo de expansión crediticia que se ha vivido y que representa ya 31 por ciento del PIB. Sigue siendo una proporción menor, ya que en Brasil es de 47 por ciento y en Chile es de 83 por ciento de su producto.
La comparación del tamaño del sistema bancario mexicano con el español es muy desfavorable, ya que mientras que el PIB mexicano es relativamente similar al español el sector bancario sólo es de la mitad del tamaño de ellos. Su conclusión es que hay mucho espacio para bancarizar en México, pero hay un problema importante que, según los banqueros españoles, hasta ahora no ha podido resolverse: la informalidad. El dato duro es que 60 por ciento de la población ocupada está en el lado oscuro del sistema. Una lacra que no tiene parangón en los países de la OCDE y que marca el verdadero límite al negocio crediticio.
El problema de la escasa penetración de la banca en la economía mexicana se localiza en que las empresas que operan en el sector informal no son sujetos de crédito. Por eso el punto central no es de oferta de crédito, sino de demanda. A los banqueros españoles les interesa que el negocio financiero que operan sea aún más rentable y eso sólo puede lograrse expandiendo la escala de actividades. Las filiales españolas asentadas en México son las más rentables de sus grupos financieros y ello se explica, entre otras cosas, por la debilidad del sistema impositivo nacional. Pero no hay duda de que pudieran incrementar sus utilidades y ello les importa.
Las opiniones de los directores generales de Bancomer, Santander y Sabadell fueron cuidadosas. Saben bien que la buena marcha del negocio depende en gran medida de sus relaciones con el poder. Sin embargo sus comentarios resultan reveladores, ya que apuntan a situaciones que no pueden pretenderse que hayan sido solucionadas o que, por lo menos, estuvieran en vías de solución. La caracterización de la economía mexicana como predominantemente informal no producirá, como en tantos otros casos, desmentidos oficiales y oficiosos que aludan a fuentes de información distintas. Las autoridades económicas del país aceptarán el argumento y los negocios continuarán igual.
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