Richard Dunbar, El Economista
Hay una serie de factores detrás de la reciente ola de ventas del mercado, pero el origen de la volatilidad actual se remonta a la decisión de las autoridades chinas de liberalizar, y por lo tanto devaluar, el yuan el pasado agosto. La decisión se tomó en medio de un contexto de fortalecimiento casi ininterrumpido del dólar americano, que estaba causando problemas a las divisas que están vinculadas a su valor. Por ello, quizá merezca la pena evaluar el importante papel que están jugando las divisas tanto en la política económica, como para los que toman decisiones de inversión.
Para responder a estas preguntas, un buen punto de partida podría ser el índice económico Big Mac index. Este conocido índice analiza el precio de este famoso producto en diferentes países y convierte su precio a dólares. El índice se basa en la teoría de la paridad del poder adquisitivo, que sugiere que con el tiempo los tipos de cambio se deben ajustar, a fin de que con un dólar se compre la misma cantidad de bienes o servicios en cualquier lugar -en nuestro caso un Big Mac-. Y si este tipo de comida parece una ganga en una divisa, esa moneda podría estar infravalorada. Se elige el Big Mac porque es uno de los pocos productos que es totalmente idéntico en todas partes y, por tanto, comparable en todos los lugares.
Este índice es una herramienta interesante, dado que los estrategas de divisas tienden a ser más bien cortoplacistas en sus previsiones. Por el contrario, el índice Big Mac tiene una visión a más largo plazo. ¿Y qué nos está diciendo ahora? En primer lugar, dentro de las principales divisas, que la más cara es el franco suizo. Esto no será una sorpresa para nadie que haya tratado de comprar un Big Mac mit pommes frites en la nación más próspera de Europa. ¿Y la moneda más barata? El bolívar venezolano. Una vez más, tampoco será una sorpresa en un país donde las exportaciones de petróleo representan el 95% de los ingresos del país.
Según el índice, el euro parece representar relativamente bien el valor, aunque quizá debería seguir la política del Banco Central Europeo de devaluación de su divisa como parte de sus estrategias de flexibilización cuantitativa. Sin embargo, quizás lo más sorprendente ha sido la evolución del yen. Aunque parezca barato, la divisa se ha mantenido prácticamente sin cambios durante el año, a pesar de la continuación del "QE máximo" por el Banco de Japón. De hecho, el dólar parece tener un valor razonable o claro frente a prácticamente todos los interesados -un hecho importante a tener en cuenta para aquellos inversores que se han embarcado en un "huida hacia la seguridad". En las turbulencias actuales, los activos estadounidenses han sido percibidos como un refugio, incluyendo tanto bonos del Tesoro como acciones. Sin embargo, comprar cosas caras, obviamente, debería ser una estrategia emprendida con cierto cuidado. Por último, el renminbi chino también parece infravalorado en esta medida - así que quizá las autoridades monetarias chinas ya han conseguido lo que querían tras la devaluación de la moneda. El actual Doom-fest en torno a todas las cosas relacionadas con China ha contribuido a esta tendencia.
Sin embargo, la divisa que mejor rendimiento tuvo el año pasado es posiblemente la que tenga más problemas para convencer al dependiente de McDonalds de que la acepte: el Bitcoin. La moneda virtual supera hasta en un 40% al dólar. Los inversores podrían tener razón al ser un poco escépticos de cara a esta creación electrónica, y su fuerte rendimiento puede sólo reflejar una recuperación de su annus horribilis en 2014, pero también podría reflejar el hecho de que no es una herramienta de política monetaria de ningún Gobierno central, y por lo tanto puede navegar por aguas alejadas de estas tormentas particulares.
Por supuesto, este análisis nos puede decir todo y nada. También vale la pena señalar que otro de los aspectos de las monedas es que pueden, y lo hacen, exceder "su valor razonable". A la espera de una regresión a la media, lo que este análisis predice podría poner a prueba la paciencia de los inversores, por no hablar de la cartera. No obstante, constituye un recordatorio oportuno en estos tiempos de política monetaria "no convencional", y en un momento de considerable consenso respecto a las divisas para, al menos, estar al tanto de lo que se está comprando.
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