Alfredo Jalife-Rahme, La Jornada
Tres días después del ominoso derribo del avión ruso por un miembro de la OTAN (Turquía), Zbigniew Brzezinski –ex asesor de Seguridad Nacional de Carter y cercano a Obama– concedió una trascendental entrevista al consagrado periodista Michael Hirsh, editor de Politico Magazine National, en que vislumbra la esperanza para la mejoría de relaciones de EEUU y Rusia, ya que los intereses de ambos “se encuentran de hecho alineados en varias formas (http://goo.gl/ywcgmj)”.
Hirsh describe a Brzezinski como un superhalcón de la guerra fría en la década de los setenta cuando llegó a confrontarse con el secretario de Estado Cyrus Vance, quien renunció en protesta a su dureza. Hirsh recapitula que Brzezinski urgió hacer retroceder al bloque soviético en un número de frentes y, cuando Moscú invadió Afganistán en 1980, presionó a Carter para iniciar el proceso de financiamiento (sic) de los muyahidines con el fin de agotar al poder soviético.
No es lo mismo Brzezinski cuando tenía 52 años que hoy a sus 87 años, como tampoco el perspicaz Putin es el cándido Brezhnev de ayer. Aquí aplica el dilema del prisionero, inherente a la teoría de juegos y su pretendida elección racional.
¿Qué tan racionales son los irracionales políticos sedientos de poder?
Sobre el derribo del avión ruso por Turquía, Brzezinski comenta que estas tensiones son serias, pero no fatales (sic) y que si el sentido común y la inteligencia prevalecen, podrían aun ser saludables, no sólo para lidiar con un inmundo (sic) problema regional, sino también para enfocarse en las consecuencias potencial y generalmente más destructivas de un sistema global dominado por tres superpotencias.
Pese a su rusofobia inveterada, Brzezinski deglute que el mundo ya es tripolar, pero carente de orden cupular. Considera que EEUU pudiera estar al borde de algunos progresos entre las mayores potencias en relación no solamente con la escaramuza (sic) turco-rusa, sino hacia algún acomodamiento (¡supersic!) saludable en relación con la contención de una violencia regional más extendida, cuando la escalada de la disputa no vale la pena para un conflicto mayor con consecuencias verdaderamente destructivas. Léase: la guerra nuclear con la extinción del género humano.
Recuerda que en octubre (http://goo.gl/r8WRaD), urgió por un esfuerzo con el fin de abordar a Rusia en negociaciones serias por el futuro de la región debido a la amenaza común inherente a lo delicado de las relaciones entre las potencias nucleares, ya que –en el caso específico de Siria– EEUU y Rusia comparten el interés de evitar una colisión mayor, a diferencia del caso de Ucrania, donde durante unas pocas semanas lo opuesto pareció potencialmente cierto, por lo que abogó por el acomodamiento entre EEUU y Rusia para “finlandización (http://goo.gl/f2oboK)” el problema de Ucrania, lo que significa que Ucrania no se integra a la OTAN. ¡Qué generoso!
Hirsh refresca a Brzezinski que en su artículo enarboló una audacia estratégica, ya que estaba en juego la credibilidad de EEUU en Medio Oriente. A lo que contesta el geoestratega estadounidense que había que advertir a los rusos no golpear con sus bombardeos a las fuerzas locales dependientes del apoyo de EEUU.
¿Lanza Brzezinski la muy trillada idea de balcanizar Siria: fagocitada, primero, entre EEUU y Rusia y, luego, en lo que quede, entre las potencias regionales de Medio Oriente?
El ex asesor de Seguridad Nacional juega con el fuego bélico al borde del precipicio nuclear: "Tuvimos mucha suerte de que el derribo en Turquía no fuera hecho por nosotros (sic) porque la habilidad de Putin para digerirlo hubiera sido menor. Y estoy contento de que no fue el tipo de incidente en las repúblicas Bálticas, donde la propensión de Rusia a reaccionar hubiera sido mayor, la capacidad Báltica a responder hubiera sido mínima y la necesidad de una respuesta vigorosa por EEUU hubiera sido autoevidente." ¡Todas las líneas rojas de EEUU!
Luego viene una pregunta aguda de Hirsh de si EEUU debería estar preocupado de la cooperación de Rusia con China, la otra superpotencia (sic).
Hasta aquí queda claro que en la coyuntura presente sólo existen tres superpotencias –EEUU, Rusia y China–, pero que aún no negocian el nuevo orden tripolar y que puede concretarse con el acomodamiento de EEUU y Rusia, gestado en Ucrania, y que puede ser replicado en Siria. ¿Aceptará Brzezinski –quien no tocó ni con el pétalo de una rosa la reincorporación de Crimea a Rusia– la balcanización de Ucrania como la que implícitamente despliega en el contencioso sirio?
Brzezinski revira que EEUU no debe estar preocupado por la cooperación de Rusia con China, ya que a corto plazo los intereses geoestratégicos de China favorecen la estabilidad por encima del conflicto, la cual le permite incrementar en forma gradual su influencia para proseguir su programa un cinturón; un camino (la nueva Ruta de la Seda), que constituye un programa gemelo para incrementar el acceso por mar y vía férrea al océano Índico y a Asia Central y luego conectarse a Occidente, por lo que en forma cuidadosa cambiará el equilibrio de poder en Asia Central entre Rusia y China, en favor de China, ante lo que los rusos no pueden hacer nada, ya que, con la excepción ahora de Kirguistán, saben que su independencia desaparecería si se vuelven parte integral de la Unión Euroasiática promovida por Moscú.
Amarra navajas entre rusos y chinos y en forma pérfida divulga que éstos dicen una cosa en público y otra en privado, como sucedió cuando China votó en favor de Ucrania para convertirse en miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, lo cual colisiona con los rusos.
Arguye que la transición del presidente sirio, Bashar al Assad, en el poder no es de vital interés para Rusia o EEUU, quienes comparten un interés en la estabilidad, ya que de otra forma la situación en Medio Oriente puede salirse de control, lo cual desbarataría el acuerdo de largo plazo con Irán en forma peligrosa.
A mi juicio, el zar Vlady Putin no repetirá los errores de sus antecesores soviéticos y China tampoco cometerá las mismas equivocaciones de la URSS ni de EEUU, salvo un accidente y/o un cisne negro.
Obama no irá a una guerra nuclear y legará la putrefacción de su deliberado caos global a su sucesor(a), como conjeturé en mis intervenciones en los multimedia globales/regionales/locales (https://goo.gl/Eht6GE); (https://goo.gl/qp96Sh) y (https://goo.gl/Opg7ug).
Después de que el irredentismo estadounidense fue detenido tanto en Ucrania, a las puertas de Rusia, como en su instrumentación geoestratégica de los yihadistas en Siria e Irak, todo parece indicar que el otrora superhalcón Brzezinski ahora deambula en búsqueda de los acomodamientos perdidos y recula, quizá en forma táctica, para ganar tiempo, sopesar la siguiente jugada desde los Balcanes hasta Asia Central (http://goo.gl/h3Rlxc) y así evaluar quién de sus hoy dos rivales geoestratégicos sucumbe primero en el camino –como sucedió con la Unión Europa, hoy implosionada– a sus consabidas trampas geopolíticas: Rusia o China (http://goo.gl/ctFWId).
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