Europa en la Encrucijada
Alexis TsiprasEl 25 de enero de 2015, el pueblo griego tomó una decisión valiente. Tuvo el coraje de oponerse a la vía de sentido único de la austeridad rigurosa del Memorándum con el objetivo de reivindicar un nuevo acuerdo. Un nuevo acuerdo que permita a Grecia recuperar el camino del crecimiento en la zona euro con un programa económico viable y sin volver a caer en los errores del pasado.
El pueblo griego ha pagado caro estos errores. En cinco años, el paro ha crecido hasta el 28 % (60 % para la juventud) y los ingresos medios han caído en un 40 %, mientras que el país, como indican las estadísticas de Eurostat, se convirtió en el Estado de la Unión Europea (UE) con el índice más elevado de desigualdad social.
Peor aún, a pesar de los duros golpes que imponían al tejido social, ese programa no logró que Grecia recuperara su competitividad. La deuda pública explotó del 124 % al 180 % del PIB. A pesar de los grandes sacrificios de su pueblo, la economía griega sigue estando atrapada en un clima de incertidumbre permanente a causa de los objetivos inalcanzables impuestos por la doctrina del equilibrio financiero que le obliga a permanecer en el círculo vicioso de la austeridad y la recesión.
Poner fin al círculo vicioso
El principal objetivo del nuevo gobierno griego a lo largo de los cuatro primeros meses ha sido romper este círculo vicioso y esta incertidumbre. Actualmente está más maduro y es más necesario que nunca un acuerdo de beneficio mutuo que fije objetivos realistas en relación a los excedentes incorporando una agenda de desarrollo e inversiones –una solución a largo plazo para la situación griega–. Por otra parte, tal acuerdo pondrá fin a la crisis económica europea que estalló hace siete años, poniendo término al ciclo de incertidumbre en la zona euro.Actualmente Europa tiene la capacidad necesaria para tomar decisiones que desencadenarán una recuperación de la economía griega y europea cerrando la puerta a los escenarios de un Grexit [salida del euro de Grecia]. Esos escenarios impiden la estabilización a largo plazo de la economía europea y son susceptibles de socavar la confianza tanto de la ciudadanía como de los inversores en nuestra moneda común. Sin embargo, algunos sostienen que la parte griega no hace nada para ir en esta dirección, ya que se presenta a las negociaciones con intransigencia y sin propuestas. ¿Es así?
Dado el momento crítico, e incluso histórico, que estamos atravesando, no sólo en relación al futuro de Grecia sino también al de Europa, a través de esta tribuna me gustaría restablecer la verdad e informar de forma responsable a la opinión pública europea y mundial de las intenciones reales y de la posición del nuevo gobierno griego.
Tras la decisión del Eurogrupo del 20 de febrero, nuestro gobierno planteó un gran paquete de propuestas de reforma con el objetivo de llegar a un acuerdo que combine el respecto al veredicto del pueblo griego y el de las reglas que rigen en la zona euro.
En virtud de nuestras propuestas, nos comprometimos fundamentalmente a realizar excedentes primarios menos elevados para el 2015 y el 216 y más elevados para los años siguientes, dado que, al mismo tiempo, esperamos un incremento de la tasa de crecimiento de la economía griega.
Otro elemento de una importancia grande en nuestra propuesta es el compromiso de incrementar la recaudación pública mediante la redistribución de las cargas de los ciudadanos con ingresos medios y bajos hacia quienes disponen de ingresos altos y que hasta el presente no contribuían para hacer frente a la crisis, dado que en mi país se encontraban protegidos de forma muy eficaz tanto por la elite política como por la troika que "cerraba los ojos".
Por otra parte, desde el primer día, el nuevo gobierno mostró su intención y su resolución para la introducción de una legislación que hiciera frente al fraude de las transacciones triangulares, intensificando los controles de aduana y fiscales con el objetivo de limitar considerablemente el contrabando y la evasión fiscal. En paralelo, por primera vez después de muchos años, el Estado ha imputado las deudas a los propietarios de los medios de comunicación.
El cambio del clima en el país es claro. Esto queda también demostrado por el hecho de que los tribunales aceleran el trámite de los procesos para que los juicios se celebren en los plazos más cortos posibles cuando se trata de cuestiones vinculadas a la gran evasión fiscal. En otros términos, los oligarcas que estaban habituados a estar protegidos por el sistema político tienen toda la razón del mundo para no dormir bien.
No se trata solo de una orientación general; también existen propuestas específicas que hemos puesto a debate en el marco de las discusiones con las instituciones que ha permitido cubrir una parte importante de la distancia que nos separaba hace unos meses.
Precisamente, la parte griega ha aceptado poner en marcha una serie de reformas institucionales tales como el reforzamiento de la independencia de la Agencia Griega de Estadística (ELSTAT), la intervención con el objetivo de acelerar la administración de justicia, así como la intervención en el mercado de bienes con el objetivo de acabar con las distorsiones y los privilegios.
Además, si bien estamos diametralmente opuestos al modelo de privatizaciones pregonado por las instituciones porque no ofrece una perspectiva de desarrollo ni genera una transferencia de recursos a favor de la economía real, sino que agrava la deuda –que en todo caso no es viable–, hemos aceptado continuar, con algunas pequeñas modificaciones, el programa de privatizaciones para demostrar nuestra buena voluntad para llegar a un acuerdo.
Igualmente nos hemos puesto de acuerdo para realizar una gran reforma del IVA simplificando el sistema y reforzando la dimensión redistributiva del impuesto con el fin de lograr aumentar tanto la tasa de recuperación como los ingresos.
Hemos depositado propuestas concretas sobre medidas que conducirán a un incremento suplementario de los ingresos (contribución excepcional sobre beneficios elevados, impuestos sobre las apuestas electrónicas, intensificación de los controles sobre los grandes depositantes-defraudadores, medidas para la recuperación de préstamos vencidos a favor del Estado, impuesto especial sobre productos de lujo, licitación para las concesiones de radiotelevisión) que, casualmente, la Troika (Comisión europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) había olvidado durante cinco años.
Estas medidas tienen como objetivo incrementar los ingresos públicos al tiempo que evitar contribuir a la recesión, ya que las mismas no reducen más la demanda efectiva ni imponen nuevas cargas a las rentas medias y bajas.
Nos hemos puesto de acuerdo para poner en marcha una gran reforma del sistema de Seguridad Social con la unificación de los fondos de pensiones, la supresión del dispositivo que, erróneamente, autorizaba las jubilaciones anticipadas, incrementando de ese modo la edad real de jubilación.
Tenemos que tener presente que las pérdidas en los fondos de la seguridad social, que han puesto sobre el tapete su viabilidad a medio plazo, se deben fundamentalmente a opciones políticas cuya responsabilidad incumbe tanto a los gobiernos precedentes como, sobre todo, a la troika (la reducción en 25 000 millones de los fondos de reserva en beneficio del "Private sector involvement" en 2012 y sobre todo la tasa de paro muy elevada como consecuencia casi exclusiva del programa de extrema austeridad aplicado en Grecia desde 2010).
Por último, a pesar de nuestro compromiso en restablecer de forma inmediata las normas europeas en materia de derecho laboral, que a lo largo de estos últimos cinco años ha sido totalmente desmantelado, hemos aceptado poner en marcha una reforma del mercado de trabajo tras haber consultado a la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y haber recibido su aval.
Restablecer los convenios colectivos y no tocar las pensiones
Teniendo en cuenta todo lo precedente, nos podemos preguntar con toda razón por qué los representantes de las instituciones continúan diciendo que Grecia no presenta propuestas.¿Por qué se sigue negando otorgar liquidez monetaria a la economía griega mientras que Grecia ha demostrado fehacientemente que quiere respetar sus obligaciones exteriores, pagando desde agosto de 2014 más de 17 000 millones de euros entre el principal y los intereses (alrededor del 10% de su PIB), sin ninguna financiación exterior?
Finalmente, ¿qué interés persiguen quienes filtran a la prensa que no estamos cerca de un acuerdo, cuando el mismo permitirá poner fin a la incertidumbre política y económica que se palpa a nivel europeo y mundial y que se prolonga a causa de la cuestión griega?
La respuesta oficiosa por parte de algunos es que no estamos cerca del acuerdo porque la parte griega continúa en sus trece en el objetivo de restablecer los convenios colectivos y rechaza reducir aún más las pensiones.
En torno a estos puntos, me veo obligado a ofrecer algunas explicaciones. En lo que respecta al primero, la posición de Grecia es que su legislación laboral debe estar en consonancia con las normas europeas y que no puede violar de forma flagrante la legislación europea. No exigimos nada más que lo que está en vigor en todos los países de la zona euro. Es lo que hemos comunicado al presidente de la Comisión europea Jean-Claude Juncker.
En lo que respecta al segundo punto, el de las pensiones, la posición del gobierno griego es lógica y está suficientemente argumentada. La acumulación de recortes en las pensiones en Grecia durante los años del Memorándum es del orden del 20 al 48 %: actualmente el 44,5 % de la gente pensionista recibe una pensión inferior al umbral de la pobreza relativa y, según los datos del Eurostat, el 23,1 % vive en condiciones de riesgo de pobreza y exclusión social.
Esta situación, que es fruto de la política del Memorándum no es tolerable ni para Grecia ni para ningún país civilizado.
Por tanto, es preciso contar las cosas como son: si aún no hemos llegados a un acuerdo con la otra parte no es a causa de nuestra intransigencia o de posiciones incomprensibles. Si no hemos llegado a acuerdos es a causa de la obsesión de determinados representantes institucionales que insisten en soluciones irracionales, sin querer ver el resultado democrático de las recientes elecciones legislativas en Grecia ni prestar atención a las posiciones de las instituciones europeas e internacionales que afirman estar dispuestas a ser flexibles para respetar el veredicto de las urnas.
¿A qué se debe esta obsesión? Una explicación fácil sería decir que es fruto de que determinados representantes institucionales no quieren reconocer el fracaso de su programa y que, en cierto modo, buscan la confirmación del mismo. Por otra parte no se puede olvidar que hace unos años el FMI reconoció públicamente haberse equivocado sobre los efectos devastadores de los múltiples recortes presupuestarios impuestos a Grecia.
Creo que esta posición no es suficiente para explicar las cosas. No creo que el porvenir de Europa esté pendiente de una obsesión semejante de algunos actores.
Dos estrategias opuestas para Europa
He llegado a la conclusión de que la cuestión griega no concierne exclusivamente a Grecia, sino que se encuentra en el centro de un conflicto entre dos estrategias opuestas sobre el porvenir de la integración europea.La primera tiene como objetivo la profundización de la integración europea en un contexto de igualdad y solidaridad entre sus pueblos y sus ciudadanos y ciudadanas. Quienes apoyan esta estrategia parten del hecho de que es inadmisible obligar al nuevo gobierno griego a aplicar las mismas políticas que los gobiernos salientes y que, por otra parte, fracasaron totalmente. De lo contrario, estaríamos obligados a suprimir las elecciones en todos los países sometidos a un programa de austeridad. También estaríamos obligados a aceptar que los primeros ministros y los gobiernos fueran impuestos por las instituciones europeas e internacionales y los ciudadanos y ciudadanas fueran privados de su derecho al voto hasta la conclusión del programa. Soy consciente de que esto sería el equivalente a la abolición de la democracia en Europa y el inicio de una ruptura inadmisible en el seno de la UE. En fin, todo ello conduciría al nacimiento de un monstruo tecnocrático y al abandono de Europa de sus valores fundacionales.
La segunda estrategia conduce a la ruptura y a la división de la zona euro y, con ello, de la UE. El primer paso en esta dirección sería la formación de una zona euro a dos velocidades en la que el núcleo central impondría las reglas duras de austeridad y ajuste. Este núcleo central impondría, también, un superministro de finanzas para la zona euro que gozaría de un poder inmenso con el derecho de rechazar los presupuestos nacionales, incluso de los Estados soberanos, que no estuviera en línea con la doctrina del neoliberalismo extremo.
Para todos los países que rechazasen ceder ante este nuevo poder, la solución sería muy simple, el castigo severo: aplicación obligatoria de la austeridad y, además, restricción a los movimientos de capital, sanciones disciplinarias, multas e incluso la creación de una moneda paralela al euro.
Es así como el nuevo poder europeo trata de construirse. Y Grecia es la primera víctima. Ya se le presenta como el mal ejemplo que el resto de Estados y pueblos europeos desobedientes no deberían seguir.
Pero el problema fundamental es que esta segunda estrategia comporta grandes riesgos y quienes la apoyan no parecen tenerlos en cuenta. Esta segunda estrategia corre el riesgo de ser el comienzo del fin, porque transforma la zona euro de una unión monetaria en simple zona de tasa de cambio. Pero además, inaugura un incierto proceso económico y político que podría transformar de arriba abajo los equilibrios en el conjunto del mundo occidental.
Hoy en día Europa se encuentra en una encrucijada. Tras las importantes concesiones del gobierno griego, la decisión reside, no ya en las manos de las instituciones que a excepción de la Comisión europea, no han sido elegidas y no rinden cuentas a los pueblos, sino en las manos de los líderes europeos.
¿Qué estrategia prevalecerá? ¿La de una Europa de la solidaridad, la igualdad y la democracia o la de la ruptura y, finalmente, de la división?
Si algunos piensan o quieren creer que la decisión que esperamos sólo afectará a Grecia, se equivocan. Les remito a la obra maestra de Ernest Hemingway Por quién doblan las campanas.
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Publicado originalmente en www.lemonde.fr
En respuesta a Alexis Tsipras
Stathis KouvelakisDesde muchos puntos de vista, la tribuna de Alexis Tsipras es importante. Indica que en la situación griega se ha traspasado un umbral cualitativo. Y ello por varias razones.
La primera es que, por primera vez, la tribuna permite, incluso para el lector/lectora griegos, listar las concesiones que ya ha aceptado el gobierno griego en el curso de las "negociaciones". Y la lista es impresionante: excedentes presupuestarios, abandono de la reivindicación de la anulación de la deuda (que ni siquiera se menciona en el texto), incremento del IVA, trasladar para más adelante el incremento del salario mínimo y el restablecimiento de los convenios colectivos, reforma de las pensiones orientada a realizar ahorros, impuestos sobre la tierra.
A todo ello hay que añadir un punto fundamental: como precisa la versión griega [del texto], el "fortalecimiento de la independencia de la agencias públicas" no afecta sólo al instituto de estadísticas sino también a la secretaría del Estado encargada de la recaudación pública. Esto significa que el núcleo del aparato económico del Estado escapa al control de los gobiernos elegidos y funciona en realidad bajo la supervisión directa de las instituciones de la UE.
Seamos claros: de entrada, esos pasos atrás, reconocidos por primera vez por Alexis Tsipras, jamás han sido discutidos públicamente a no importa qué nivel: ni en el partido, ni en el parlamento, ni siquiera en el seno del gobierno en el marco de una deliberación colectiva. Simplemente han sido impuestos tras haber sido acordados en la opacidad más grande de las "negociaciones" con la UE.
En segundo lugar, en este texto, Alexis Tsipras no retoma lo que declaró, por otra parte, numerosas veces; a saber, que desde febrero Grecia está sometida al chantaje de la liquidez ejercida por el Banco Central Europeo (BCE). Sólo se hace mención a la no concesión de préstamos, que ha obligado al gobierno griego a asumir el reembolso a los acreedores con sus propios recursos, lo que le ha conducido a la situación actual de carecer de fondos. De ese modo, se priva del argumento fundamental que le habría permitido desvelar de verdad el modus operandi de la UE, pero lo que le hubiera llevado también a admitir el debilitamiento de su posición y el carácter nefasto del acuerdo del 20 de febrero, del que aún continúa reclamándose.
En tercer lugar, está claro que cualquiera que sea la forma como se plantee la cuestión, el marco que propone Tsipras es el de la austeridad atenuada; en ningún caso, el de una ruptura con la austeridad. Se da continuidad al marco de los Memorándum, sólo que suavizándolo. En sentido opuesto, no queda mucho del "programa de Tesalónica" que, no lo olvidemos, se presentó como un "programa de urgencia", aplicable de forma inmediata e independientemente del resultado de las negociaciones. Peor aún: las cuatro "líneas rojas" que el propio Alexis Tsipras había puesto el 16 de abril durante una declaración solemne a la agencia Reuters (pensiones, IVA, privatizaciones y convenios colectivos) han sido, todas, superadas a distintos niveles.
A partir de ahí nos podemos preguntar dónde se encuentra el bloqueo y por qué Alexis Tsipras busca la dramatización, como lo indican el título del artículo y algunos de sus pasajes. Simplemente porque los responsables europeos no se contentan con el actual marco de la austeridad derivada de los memorándum. Exigen agravarlo aún más con el objetivo de quebrar Syriza. Y Tsipras les devuelve la pelota diciendo: "sois vosotros quienes buscáis la ruptura, no yo. Yo, ya lo véis, estoy dispuesto a gestionar la austeridad y retrasar sine die el programa por el que fui elegido, pero además de eso vosotros me exigís ir más allá de lo que le exigisteis a Samaras". Y ahí, agita el espectro de la "división de Europa" llamando a respetar sus valores, como si enterrar los compromisos de Syriza cinco meses apenas de su elección fuera un sacrificio aceptable para preservar esta "unidad" de Europa: como si la aceptación del "acuerdo" que él propone pudiera representar un paso hacia "la Europa de la solidaridad, la igualdad y la democracia" de la que se reclama, que no es más que pura fraseología y que pocas veces ha sonado de forma tan siniestra.
Me abstendré de jugar a profeta y de predecir a lo que nos puede conducir todo esto. Simplemente voy a constatar donde están las cosas actualmente: · El gobierno griego ha entrado en una verdadera espiral de retrocesos, en los que una concesión lleva a la otra. No hay ninguna razón para pensar que esto vaya a detenerse.
· Todo ello era perfectamente previsible en la medida en la que no se había preparado y adoptado una línea de confrontación (detesto citarme, pero todo esto figura en mis muchos textos e intervenciones en los últimos meses y años).
· Que tras todo ello, continuar hablando de una ruptura con la austeridad y las políticas neoliberales en el marco europeo actual no puede deberse más que a la inconsciencia o al fraude.
Una última cuestión, más personal: milito desde hace 35 años en las filas de la izquierda radical en Grecia y en Francia. He luchado sin descanso contra las renuncias y la cobardía de la era Mitterrand, después Jospin, con o sin la participación en el gobierno del PCF (en el que milité en los años 80). Del mismo modo rechacé cualquier concesión al sistema del PASOK y al atolladero nauseabundo en el que se metió y arrastró a la sociedad griega.
No es probable que ahora cambie. Y no soy el único en Syriza en pensar así. Quienes piensan que todo esto se puede aceptar sin más, se equivocan. Aún no hemos dicho la última palabra.
Syriza ante el acuerdo con los acreedores: la necesidad de una respuesta clara
Antonis NtavanellosEn los últimos días ha habido toda una salva de artículos de la prensa nacional e internacional que propugnaban una “purga” en Syriza, subrayando que la expulsión de sus militantes radicales/1 era una condición que debía cumplir el gobierno de Tsipras para firmar un acuerdo con los acreedores. Esta demanda (que, dicho sea de paso, debería haber recibido la respuesta que se merece por parte del “cuartel general” de Syriza) es de por sí reveladora de la naturaleza de dicho acuerdo, al menos si se juzga por las predicciones y estimaciones de los acreedores.
Algo parecido ocurre tanto con el grado de progresión de las negociaciones como con la información (pública) sobre las mismas. Las “instituciones”, tras el acuerdo-trampa del 20 de febrero de 2015, están asfixiando al gobierno con la falta de liquidez. De este modo, al tener la iniciativa del primer trámite, parecen estar en condiciones de elegir entre imponer un acuerdo marco (un memorándum con todas sus condiciones) o declarar una crisis “temporal” con el fin de poner en entredicho o revertir la situación política creada por las elecciones del 25 de enero de 2015.
La mejor perspectiva con respecto a un acuerdo aceptable para los acreedores implica al parecer el siguiente umbral mínimo de “concesiones” por parte del gobierno griego: 1) un superávit presupuestario primario (es decir, antes del pago de los intereses de la deuda) relativamente bajo durante los próximos años, y 2) ausencia de nuevos recortes de salarios y pensiones. Un acuerdo de este tipo permitiría marcar un límite a Syriza en la gestión de la situación actual. Es decir, no exigirle formalmente una agravación de la austeridad. Sin embargo, la situación actual es resultado de una superausteridad brutal impuesta por los Memorándums I (2010) y II (2012). Puesto que Syriza no es un partido “adaptado” a la austeridad, se enfrentaría a dificultades políticas insuperables si se viera forzada a aceptar la gestión de la austeridad, aunque fuera a medio plazo.
Además, el acuerdo propuesto ni siquiera garantiza el mantenimiento de la situación actual, sino que a través de caminos tortuosos conduce a su deterioro, un deterioro que conocerán las masas populares a través de sus difíciles experiencias cotidianas. Por ejemplo, es posible que sus salarios no se reduzcan, pero si las punciones adicionales previstas en relación con el IVA ascienden a 800 millones de euros, ello comportará una reducción del salario real disponible sobre todo en los hogares de los trabajadores asalariados. El mantenimiento efectivo del injusto impuesto sobre bienes inmuebles (ENFIA), llámese como se llame en el futuro, puede que no sea una mera “nueva medida”, sino que provocará nuevas reducciones de los ingresos de los trabajadores y de la clase media. La consolidación financiera de los fondos de la seguridad social puede no dar lugar a una contracción de las pensiones (que ya han sido recortadas), al menos en lo que respecta a los llamados fondos “nobles”, pero puede dar pie a una quiebra total de lo que queda del sistema sanitario. Y sobre todo, por supuesto, las privatizaciones (puertos, aeropuertos, suelo público, etc.) constituyen “líneas rojas” que la izquierda no puede cruzar y que no deben retirarse en ningún caso.
El acuerdo del que hablan los acreedores es un “memorándum de entendimiento” (es decir, un acuerdo marco que fija un conjunto de condiciones relativas a la política gubernamental). Muchos compañeros de Syriza piden que prosigan las negociaciones, y no cabe duda de que podemos hacerlo durante algunos días, pero a mi juicio ha llegado la hora de afrontar la realidad: decir claramente “no” a ese acuerdo y dedicar nuestras fuerzas a la elaboración política de una solución alternativa. En cambio, si aceptamos semejante acuerdo, hemos de tener en cuenta que inevitablemente tendrá consecuencias políticas. El debilitamiento de los lazos de Syriza con la base obrera y popular a la que representa –y más aún si coincide con una situación de “purgas” y rupturas en el seno de Syriza, como preconizan descaradamente los medios– planteará la necesidad de una “ampliación” del gobierno en dirección al “campo neoliberal” (¿To Potami?). Y ese sería el primer paso hacia un gobierno de unidad nacional que desean las “instituciones” en respuesta al voto de las masas trabajadoras del pasado 25 de enero.
La hipótesis del “gancho” (golpe) propinado a la izquierda adopta hoy dos formas: 1) “Syriza-Allende”, en cuyo caso se trata de derribar el gobierno de la izquierda lo antes posible a base de chantajes y de un golpe más o menos “blando”, y 2) “Syriza-Prodi”, con la perspectiva de conducir al gobierno hacia una política social-liberal, que pasaría por aceptar un nuevo memorándum y que en vez de derribarlo trataría de “disolver” en un ambiente de crisis el partido “combativo” y “social” Syriza.
Hemos de salir a toda prisa de este círculo vicioso. Las coordenadas de esa salida las conocemos todos: rechazo del protocolo de acuerdo; impago de los intereses de la deuda a los tiburones internacionales y locales como primer paso hacia una orientación de impago de lo esencial de la deuda; fuerte imposición fiscal sobre el capital y la riqueza acumulada; nacionalización de la banca; abolición de las “libertades” de circulación de los capitales que tratan de ponerse a salvo. Es preciso reunir todos los recursos y competencias para satisfacer las necesidades de las masas trabajadoras y populares, a fin de salvar los hospitales públicos y las escuelas. Estas medidas deben aplicarse con ayuda de todos los medios gubernamentales, diplomáticos, monetarios, incluida la posibilidad de un conflicto o ruptura con la eurozona.
Sin duda, este cambio de rumbo hacia una ruptura de las negociaciones y una ruptura estratégica tiene que basarse en un mandato popular, lo que implica la convocatoria de elecciones. No para eludir los dilemas a que se enfrenta el poder gubernamental, sino para pedir a la ciudadanía la autorización y un mandato claro de concretar estas medidas inspiradas en una política radical de la izquierda.
Publicado originalmente en www.alencontre.org
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NOTA:
1/ Los días 23 y 24 de mayo pasados se reunió el Comité Central de Syriza en un contexto en que los “acuerdos con las instituciones” (es decir, el BCE, la UE y el FMI) son objeto de continuos anuncios (y rumores) propagados por distintos medios. El 30 de mayo se han reunido quienes han de elaborar, en nombre del gobierno de Tsipras, un proyecto de acuerdo que será examinado y aceptado o rechazado por las instituciones, que tienen la sartén por el mango. No se ha facilitado información, solo “filtraciones”. La separación entre estas reuniones a puerta cerrada en el marco gubernamental y los órganos de Syriza es tal que se han multiplicado rumores, hipótesis y perspectivas que sin duda también vienen alimentadas por las opciones poco explícitas de las “instituciones”, tanto con respecto al contenido de un acuerdo como en relación con el calendario del proceso, que podría extenderse, según algunos, hasta el mes de septiembre.
En cambio, el desarrollo de la reunión del Comité Central resulta bastante claro. De los 171 delegados presentes, venidos de toda Grecia –de un total de 220–, el documento general de la dirección de Syriza, presentado por Tsipras, obtuvo el 55,55 % de los votos, mientras que el de la “plataforma de izquierda” –formada por Rednetwork y la Corriente de izquierda– consiguió el 43,85 %. En cifras absolutas, 95 miembros votaron a favor de la dirección y 75 se inclinaron por el texto de la Plataforma de izquierda. En su introducción, Tsipras no concretó mucho las “reformas” propuestas ni los posibles “avances” en los distintos aspectos de la negociación, si bien la orientación general puede resumirse del modo siguiente: hay que aceptar un compromiso, pero siempre que se respeten cuatro condiciones, a saber: el superávit presupuestario primario no debe superar el 1,5 % del PIB (después se habló de un posible 2 %); no habrá nuevas reducciones de las pensiones y los salarios del sector público; reestructuración de la deuda (a lo que se oponen las “instituciones”); financiación de inversiones públicas en infraestructuras y “nuevas tecnologías”. Según Tsipras, si hay acuerdo se plantearía una segunda tanda de negociaciones.
El texto de la Plataforma de izquierda –suscrito por 3 representantes de Rednetwork, 3 de la Corriente de izquierda y 3 de la Organización Comunista de Grecia (KOE, de origen maoísta)– ponía el acento en: 1) nacionalización inmediata de la banca para asegurar el desarrollo productivo y social; 2) supresión de todas las barreras que protegen la corrupción; 3) eliminación de los privilegios de los grandes grupos económicos; 4) imposición fiscal sobre las grandes fortunas y los ingresos elevados, así como sobre las empresas muy rentables; 5) restablecimiento de los derechos de los trabajadores (convenios colectivos, etc.). A esto se añadía la necesidad de una contraofensiva del gobierno frente a la campaña de los medios que destilan la idea de que una suspensión del pago de la deuda llevaría a la catástrofe, y el deber del gobierno en este periodo de informar y explicar a la población la situación concreta a fin de combatir la idea que quieren imponer la derecha y las “instituciones” de que no existe más que una sola vía. Por último, se planteaba la necesidad de que Syriza y el gobierno estimulen una movilización popular con el fin de que la lucha por una alternativa acabe con la política de hechos consumados de los acreedores.
Un documento distribuido por Rednetwork el 22 de mayo –que no se sometió a votación en el Comité Central por acuerdo de la Plataforma de izquierda– ponía de relieve el cambio de orientación de la dirección de Syriza (y del gobierno). En lugar del programa que iba a aplicarse de forma unilateral (tal como se definió antes de las elecciones, en septiembre de 2014 en Salónica), el gobierno de Tsipras ha optado por una estrategia de negociación y ha sido víctima de toda una serie de chantajes. Después se proclamaron unas “líneas rojas” que no se podrían franquear. En estos momentos, el gobierno ha pasado de hecho a una política de renegociación de los memorándums. En cuanto a las opciones, este documento de Rednetwor, titulado “La vía de salida pasa por una política radical de izquierda”, presenta con más detalle los temas que se desarrollan en el artículo de Antonis Ntavanellos. [Redacción de A l’Encontre]
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Tomado de Viento Sur
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