Antonio Gershenson, La Jornada
En la edición dominical del 16 de noviembre de 2014 anunciamos la fundación del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura. El mayor conjunto de acciones las tiene China y la sede está en Shanghai. La formación del banco fue firmada el 24 de octubre de 2014 por jefes de Estado de los 21 países asiáticos participantes. Las únicas naciones importantes de la región Asia-Pacífico que no firmaron fueron Japón, Australia, Indonesia, Corea del Sur y Arabia Saudita.
Ahora, el 23 de marzo, la presidenta del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, dio en Pekín la bienvenida a los esfuerzos de inversión de China en el exterior, haciendo referencia al citado banco.
Por otro lado, se ha publicado que en Australia se discute la posibilidad de ingresar a dicha institución bancaria. Y el antepasado fin de semana se reunieron y tocaron el asunto los ministros de Relaciones Exteriores de China, Japón y Corea del Sur. Ocurran o no esos posibles ingresos, entre ellos y la declaración de la presidenta del FMI muestran la solidez del banco asiático.
Debemos verlo en su contexto. El 22 de febrero pasado publicamos aquí los resultados de la magnitud económica de países principales para 2050. También había otros resultados ya anteriores para 2011, 2020 y 2030. Mencionamos ahora sólo los tres primeros lugares.
Para 2020 se prevén Estados Unidos en primer lugar, China en segundo y Japón en tercero. Para 2030, la previsión es de China en primer lugar, Estados Unidos en segundo e India en tercero. Para 2050, China en primer lugar, India en segundo y Estados Unidos en tercero.
Estas previsiones son congruentes con el ritmo de crecimiento de cada país. El ritmo de Estados Unidos ha sido de alrededor de 2 por ciento. Si contamos los años de crecimiento negativo, -0.3 en 2008 y -3.5 en 2009, el promedio bajaría un poco más.
El promedio más bajo que se prevé para China es de 7 por ciento, y la media de los últimos ocho años fue de 9.5 por ciento.
El menor promedio para India es de 5.5 por ciento, pero el más reciente, para 2014, fue de 7.2 por ciento. Así que las previsiones para el futuro son congruentes con estos datos actuales.
La creación del banco asiático es congruente con esto, y no es el único caso en proceso.
El 11 de septiembre del año pasado, en la conferencia cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai, en una reunión de los presidentes de China, Mongolia y Rusia, el mandatario de China propuso construir un cinturón económico de los tres países alrededor de la ruta de la seda. Mencionó el desarrollo de transportes y ver la posibilidad de construir una red de potencia eléctrica transnacional.
Vamos a mencionar algo sobre los ferrocarriles, que en mi opinión son muy importantes. En China, por ejemplo, se ha construido una cantidad enorme de vías de ferrocarril.
La ruta de la seda de la que se habla surgió desde un pasado remoto, y era entre la entonces capital china, Xian, y Roma, capital del imperio romano. Buena parte del camino se tenía que recorrer en camellos. Además de la seda, se comerciaban diamantes, alimentos que no existían en el occidente –como algunos condimentos, y otros.
En un proceso que culminó en el siglo XVI y continuó, los barcos de países occidentales, mucho más rápidos y baratos que la ruta tradicional, los desalojaron plenamente, y no sólo se adueñaron del comercio, sino que fueron un punto de apoyo del colonialismo. Regiones de la ruta de la seda fueron total o parcialmente despobladas y quedaron sumidas en la miseria.
Más recientemente se ha empezado a reconstruir, con medios modernos, la nueva ruta de la seda. Los ferrocarriles han sido un elemento importante, que tienen, a diferencia del comercio marítimo, la propiedad de ser transportes de cada país o grupo de países y no de extranjeros. Pero, por ejemplo, China ha tenido que detener el crecimiento de sus vías al llegar a cualquier frontera con otra nación. Un problema clave es la diferencia de la medida de las vías de ferrocarril de un país a otro. Actualmente hay en Asia seis diferentes anchos, según evaluación de las Naciones Unidas en 2014. El problema se puede y se debe atacar.
Los trenes son mucho más rápidos y baratos que el comercio marítimo. Pueden irlo desalojando, sobre todo ahora que el colonialismo ha sido prácticamente liquidado. No sólo tienen beneficio económico, sino que aumentan los niveles de independencia del país y de Asia.
Los ferrocarriles, como la generación de electricidad y como el banco asiático, son parte del desarrollo que prevén los estudios de 2020, 2030 y 2050.
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