Alejandro Nadal, La Jornada
Grecia regresa a los titulares de las noticias. Habrá elecciones anticipadas y es probable un triunfo de Syriza, el partido de izquierda que ha prometido una renegociación del cruel paquete económico impuesto por la troika, Banco Central Europeo, Comisión Europea (Bruselas) y el Fondo Monetario Internacional. Banqueros y financieros vuelven a temblar de pánico.
El regreso de la pesadilla de la crisis en Grecia, con la amenaza de una posible salida del euro, parece sorprender a muchos. La razón es que desde hace un año, por lo menos, la maquinaria global de propaganda y engaño ha estado machacando el mensaje de que la crisis terminó en ese país y que la recuperación ha comenzado.
La farsa de la recuperación oculta una tragedia y como toda buena tragedia abrió con una mentira. En abril de este año la Comisión Europea en Bruselas aprobó un informe de Atenas sobre la buena marcha del programa de ajuste impuesto sobre el pueblo griego desde 2010. El objetivo era mostrar que la austeridad neoliberal por fin estaba rindiendo frutos.
La Comisión señaló que por primera vez en 10 años Grecia había generado un superávit primario en 2013: es decir, los ingresos del gobierno habían sido superiores a los gastos (sin contar pagos de intereses o cargas financieras). El superávit primario, según las cifras oficiales de Atenas avaladas por la Comisión habría sido de 1.500 millones de euros o algo así como 0,8 por ciento del PIB griego.
Un vocero de la Comisión afirmó jubiloso que este resultado demostraba el enorme progreso logrado por Grecia desde que se había iniciado el programa de ajuste. El pueblo griego podría regresar satisfecho a sus puestos en las galeras para continuar remando y generando pagos de intereses como buenos esclavos del capital financiero.
¿Realmente se produjo un superávit primario en Grecia para 2013? La verdad es que las cifras de Eurostat, la oficina europea de estadísticas, muestran un déficit presupuestal en 2013 de 23 mil millones de euros. Como el pago de intereses alcanzó los 7.200 millones de euros, eso significa que el balance primario arrojó no un superávit, sino un déficit de 16 mil millones de euros (o algo así como el 8.7 por ciento del PIB).
Las autoridades en Bruselas (con la complacencia de funcionarios del Banco Central Europeo y de ministros de finanzas de varios países europeos) alteraron la definición común de superávit primario. Para alcanzar la cifra positiva de este famoso superávit primario los funcionarios en Bruselas excluyeron varios rubros de gastos del gobierno en el balance primario y, en especial, el gigantesco costo del programa de recapitalización de los bancos. ¡Este programa alcanzó en 2013 el 10.8 por ciento del PIB!
En otras palabras, Bruselas cocinó los números para llegar a una cifra falsa. El superávit primario al que se llega en 2013 con la manipulación de la Comisión Europea no tiene nada que ver con la definición estándar que utiliza la Eurostat.
La troika está empecinada en mostrar que el ajuste y la austeridad han funcionado. Pero la realidad es otra. Grecia lleva siete años hundida en la depresión. La deuda ha seguido aumentando como porcentaje del PIB y es claramente insostenible. Ni 20 años de superávit primario permitirán pagar el tributo que ahora exigen los bancos. El desempleo se mantiene por arriba de 25 por ciento y entre los jóvenes supera 60 por ciento. El tormento del pueblo griego no tiene paralelo en la historia de Europa. El fracaso de la austeridad neoliberal es absoluto.
El colapso económico y el despiadado ajuste impuesto por las autoridades económicas en Europa han conducido a una crisis humanitaria en Grecia. Más de la mitad de la población ha sido empujada a vivir por debajo de la línea de pobreza. El frío y el hambre han regresado como un azote que afecta al pueblo griego como en los malos años de la posguerra. Apenas el uno por ciento de los dineros del ‘rescate’ han entrado a la economía real del país; el 96 por ciento sirvió para rescatar bancos franceses y alemanes y el resto fue para apuntalar el sistema bancario y financiero, es decir, para los agentes que provocaron la crisis.
Las elecciones en febrero podrían cambiar esto al abrir paso a una renegociación basada en el perdón de la deuda y en un programa innovador de recuperación del ámbito social. Alexis Tsipras y sus asesores económicos ya han anunciado que dejarán de aplicar las crueles condiciones de la austeridad neoliberal desde el primer día de gobierno. Los pueblos no pueden ser concebidos como simples espacios de rentabilidad del capital, ni financiero ni de ningún otro tipo.
Las encuestas anuncian una probable victoria de Syriza. Frente a esa perspectiva los ataques de la troika y de la prensa internacional de negocios no se harán esperar para atemorizar al electorado. Ellos quieren que el sacrificio del pueblo griego continúe y prefieren destruir las instituciones de la libertad y la democracia. Después de todo, los vándalos y piratas siempre prefirieron la tiranía por encima de la república.
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