Ester García López, Arndigital
La férrea negativa de la canciller alemana Angela Merkel a la creación de un supervisor bancario único en la zona euro si no se cumplían sus condiciones de que solo se controlaran las entidades con activos superiores a 30.000 millones de euros o las que tuvieran un tamaño superior al 20% del PIB, ha vuelto a poner bajo sospecha al sector financiero alemán. Los dirigentes europeos claudicaron ante las exigencias de Merkel y, de esta manera, solo una de las 426 cajas de ahorros alemanas podrán ser ‘vigiladas’ por el BCE. “El sistema financiero alemán tiene problemas muy gordos y los esconde. Es muy creíble que estas cajas tengan dificultades, de ahí la negativa de la canciller a que sean supervisadas. Prefieren que no se sepa que existen problemas, pero es como querer ocultar un elefante, imposible, y los mercados se dan cuenta de ello”, afirma Miguel Ángel Rodríguez, analista de XTB.
Desde que se inició la crisis, el Estado alemán es el tercero de la UE que más dinero ha prestado a sus entidades financieras, por detrás de Irlanda y Gran Bretaña. Ha destinado más de 252.000 millones de euros a un sistema financiero compuesto por bancos privados, bancos regionales (landesbanken), cuyo negocio principal es la banca mayorista, y por cajas de ahorros locales (sparkassen) que, a excepción de una, no superan los 30.000 millones en activos.
Las sparkassen suman en conjunto cerca de un billón de euros pero, tras la insistencia de Merkel, escaparán al control del BCE. Estas entidades cuentan con un fondo común de garantía por el que si se produce algún problema en una caja, el resto responde por ella.
El empeño de la canciller pone bajo sospecha la situación de las cajas regionales que componen la tercera parte del sistema financiero del país y, según calculan los analistas, podrían acumular cerca de 250.000 millones en activos tóxicos en sus balances. Consideran que si Alemania no quiere que el BCE ponga la lupa sobre ellas y prefiere que sigan supervisadas por las autoridades nacionales por algo será.
Los analistas achacan la postura de Merkel a tres motivos. El primero político, ya que las cajas de ahorro alemanas están muy unidas a las autoridades locales y regionales y los socios de coalición de la canciller presionan políticamente para no tener que rendir cuentas ante el BCE. El segundo motivo tiene un componente electoral debido a que solo faltan diez meses para las elecciones en Alemania. Pero el motivo principal es que “el sistema bancario alemán esconde problemas, como se ha demostrado en los casos de Deutsche Bank y del Commerzbanck, que el Gobierno germano quiere ocultar y por eso se muestra tan opaco”.
En el caso del Deutsche Bank, su capital habría caído hasta niveles peligrosos durante la crisis financiera y tres de sus empleados han acusado a la entidad de no contabilizar cerca de 9.230 millones de euros en pérdidas para evitar el rescate. La entidad también acaba de reconocer que sus resultados del cuarto trimestre del ejercicio incorporarán un “significativo impacto negativo” a raíz de la inclusión de una serie de elementos extraordinarios, incluyendo costes de reestructuración y depreciaciones de activos.
Otro caso significativo ha sido el de Commerzbank, el cuarto banco en tamaño de Alemania, que ha acudido al fondo de rescate bancario nacional y solicitó 16.000 millones para corregir los problemas que tenía con las hipotecas ‘subprime’.
La elevada exposición a la deuda soberana griega es otro de los problemas de las entidades financieras germanas, con cerca de 18.000 millones de euros, cifra que el Gobierno alemán se ha resistido a dar a conocer. “Tras la crisis los bonos en posesión de las entidades financieras griegas tuvieron que revaluarse a precio de mercado y cuando los bonos cayeron de precio estos bancos tuvieron grandes pérdidas que ahora tienen que afrontar”, asegura el analista de XTB.
La unión bancaria europea ha dado un primer paso, pero un paso inseguro al impedir Alemania que el BCE supervise sus cajas de ahorro. Los analistas consideran que la unión bancaria ha nacido pero con “imposiciones de Alemania”. A juicio de Miguel Ángel Rodríguez, las autoridades alemanas no predican con el ejemplo. “Exigen a los demás países una disciplina muy rígida en cuanto a sus finanzas que ellos no están aplicando en su propia banca. Han metido a escondidas una inyección de capital para salvar sus bancos y cajas mientras piden transparencia a los demás”.
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