En diciembre de 2008 publiqué este artículo que ha cobrado relevancia ahora que las bolsas mundiales han vivido un continuo y masivo desplome. Es útil su lectura para apreciar mejor parte de lo que está ocurriendo. Y para comprender por qué las bolsas seguirán sincerándose a la baja en las próximas jornadas.
Cuando el pasado 10 de septiembre inició su marcha el Gran Colisionador de Hadrones que haría chocar a partículas atómicas a razón de 600 millones de veces por segundo, muchos pensaron que el experimento podría tener consecuencias nefastas y que hasta podría “tragarse a la tierra” al generar millones de agujeros negros.
Sin embargo, a los pocos días, el agujero negro que en verdad se estaba formando se tragaba al banco Lehman Brothers y desataba un torbellino difícil de olvidar: creando en el mundo financiero un antes y un después de la caida de Lehman, un histórico y centenario banco fundado en 1850 que había sobrevivido a la Guerra Civil, a la Gran Depresión y a las dos Guerras Mundiales.
Si bien el antes estuvo marcado por extraños síntomas: intempestiva alza del petróleo, descontrol exacerbado en las bolsas, ambigüedad total de la Fed y el Tesoro para encarar los hechos (hasta ese momento se negaba la entrada a una recesión); el después aumentó la angustia sicológica y el pánico bursátil con unos planes de rescate marcados por la inoperancia y la inefectividad real de los gobiernos. Aún no se dan cuenta que a problemas globales, deben proponer respuestas globales, dado que estamos frente a un fenómeno totalmente nuevo, que no estaba escrito en ningún libreto y que ninguno de los expertos pudo prever el triste derrotero que tendría este 2008 y que nos deja en una situación aún más angustiante para el año que viene.
A medida que las finanzas globales han ido colapsando, se ha demostrado que la globalización financiera fue una sumatoria de errores. Las entradas de capital privado hacia los Estados Unidos, así como las salidas de capital privado desde los Estados Unidos, han bajado del 15% del PIB, al 0% del PIB en menos de seis meses.
Esta caída en picada de las corrientes de capital ha sido mucho más acentuada que la caída en el déficit de cuenta corriente de los Estados Unidos (que oscila en torno a los 700.000 millones de dólares, el 5% del PIB) y tiene una incidencia importante sobre el papel que ha desempeñado el capital global en los últimos años.
El dato relevante, y como señala el economista Brad Setser, es que han sido los bancos centrales del resto del mundo los que han financiado, vía acumulación de reservas, el cuantioso déficit de Estados Unidos, que supera los 12 billones de dólares (millones de millones). Esta situación tuvo su origen a principios de los años 80 con las altas tasas de interés que movilizaron grandes flujos de capital hacia esa economía, secando los flujos financieros hacia otras zonas como América Latina, lo que le ocasionó en los 80 su década perdida.
Los crecientes ingresos brutos de capital se duplicaron en sólo tres años: desde 2004 al 2007, en operaciones de dudosa legalidad. Ahora vemos que todo ello fue por la fraudulenta expansión del sistema bancario. El aviso sobre estos fraudes que dio la quiebra de Long-Term Capital Management en 1998, no fue tomado en cuenta por nadie, pese a las advertencias. Ahí se incubó el engendro diabólico que ha comenzado a colapsar. La famosa frase de Keynes que impulsaba a actuar rápida y coherentemente para reanimar a la economía dado que en el largo plazo todos estamos muertos, debemos recordarla ahora. Desde el punto de vista de 1998, hoy es el largo plazo.
Vía | El Blog Salmón
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