Robert Skidelsky, Project Syndicate
Hogar de una sexta parte de la población mundial, aunque sólo aporta una cuadragésima parte del PBI mundial, África es la víctima más evidente de la recesión global. Después de media década de crecimiento del 5%, se espera que la tasa de crecimiento del continente se reduzca a la mitad en 2009. Algunos países, como Angola, se están contrayendo. En otras partes, la crisis barrió con los beneficios de varios años de reforma económica. Muchos africanos volverán a caer en una pobreza apremiante.
Los economistas del desarrollo se retuercen las manos de desesperación: África desafía sus mejores esfuerzos para crear un milagro. En la víspera de la descolonización en 1960, el PBI real per capita en el África subsahariana era casi tres veces superior al del sudeste asiático, y se esperaba que los africanos vivieran dos años más en promedio. En los 50 años que transcurrieron desde entonces, el PBI real de África per capita creció el 38% y la gente vivió nueve años más, mientras que el PBI del sudeste asiático per capita creció el 1.000% y la gente vivió 32 años más.
Al principio, la solución para el subdesarrollo del África parecía obvia. África necesitaba capital, pero carecía de ahorros. Por lo tanto, el dinero tenía que venir de afuera -de instituciones como el Banco Mundial-. Dado que cobrarle tasas de interés comerciales a gente hambrienta parecía una usura, los créditos debían ofrecerse con un carácter concesionario -de hecho, ayuda.
Arrojar dinero a la pobreza se convirtió en una panacea. Era fácil de vender y apelaba a los instintos humanitarios de la gente. También aliviaba la culpa del colonialismo, como con los padres que les hacen a sus hijos regalos costosos para compensar una falta de atención o un maltrato hacia ellos. Pero no hizo ningún bien. La mayor parte de la ayuda fue robada o derrochada. A pesar del incremento de ocho veces en la ayuda per capita a la República Democrática del Congo entre 1960 y 2007, el PBI real per capita disminuyó en dos terceras partes en el mismo período.
"Comercio, no ayuda" se convirtió en la nueva contraseña. Dirigida por el economista Peter Bauer en los años 1980, se convirtió en la panacea del Consenso de Washington. África, estaba de moda decir, se recuperaría sólo si desregulaba sus economías y abrazaba un crecimiento liderado por las exportaciones como las economías "milagrosas" del este de Asia. Asesores del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional les dijeron a los gobiernos africanos que dejaran de subsidiar a los "campeones nacionales" y derribaran sus barreras comerciales. La provisión de un volumen reducido de ayuda debía estar condicionada al desmantelamiento del sector público.
Para 1996, solo el 1% de la población del África subsahariana eran funcionarios públicos, comparado con el 3% en otras regiones en desarrollo y el 7% en la OCDE. Sin embargo, a pesar del achicamiento del estado, África no ha dado el salto a la prosperidad. En una afrenta total a la teoría económica, el escaso capital que existe en África está huyendo del continente para ser invertido en sociedades que ya son ricas en capital.
El problema con África, empezaron a decir entonces los economistas, era que no tenía estados efectivos. Muchos países tenían estados "fallidos" que no podían proporcionar ni siquiera las condiciones mínimas de seguridad y salud. Con el 15% de la población mundial, el África subsahariana representaba el 88% de las muertes vinculadas a conflictos en el mundo y el 65% de las víctimas de sida. Lo que los historiadores han sabido durante 2.000 años -y que también sabían los economistas clásicos del siglo XVIII- de repente iluminó a la nueva raza de economistas matemáticos de los años 1990 como un relámpago: la prosperidad depende del buen gobierno.
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Robert Skidelsky es miembro de la Cámara de los Lores británica y profesor emérito de economía política en la Universidad Warwick. Es autor de una galardonada biografía del economista John Maynard Keynes y miembro de la junta de la Escuela de Estudios Políticos de Moscú.
Africa hambruna y Occidente, paradojicamente estará mas endeudado que África, buen panorama.
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