Adiós, clase media, adiós
La recesión golpea con dureza al principal sustento del Estado de bienestar
RAMÓN MUÑOZ, El País
Ridiculizada por poetas y libertinos; idolatrada por moralistas; destinataria de los discursos de políticos, papas, popes y cuantos se suben alguna vez a un púlpito en busca de votantes o de adeptos; adulada por anunciantes; recelosa de heterodoxias y huidiza de revoluciones; pilar de familias y comunidades; principal sustento de las Haciendas públicas y garante del Estado de bienestar. La clase media es el verdadero rostro de la sociedad occidental. En un mundo globalizado, en el que hasta en el más mísero país siempre se puede encontrar a alguien con suficientes medios para darse un paseo espacial, sólo la preeminencia de la clase media distingue los Estados llamados desarrollados del resto. Los países dejan de ser pobres no por el puesto que ocupan sus millonarios en el ranking de los más ricos -de ser así, México o la India estarían a la cabeza del mundo dada la fortuna de sus potentados-, sino por la extensión de su clase media.
Pero parece que la clase media está en peligro o, al menos, en franca decadencia. Eso piensan muchos sociólogos, economistas, periodistas y, lo que es más grave, cada vez más estadísticos. Como los dinosaurios, esta "clase social de tenderos" -como la calificaban despectivamente los aristócratas de principios de siglo XX- aún domina la sociedad, pero la actual recesión puede ser el meteorito que la borre de la faz de la Tierra. Siguiendo con la metáfora, el proceso no será instantáneo sino prolongado en el tiempo, pero inevitable. La nueva clase dominante que la sustituya bien pudieran ser los pujantes mileuristas, los que ganan mil euros al mes. Tal y como sucedió cuando los mamíferos sustituyeron a sus gigantes antecesores, los mileuristas tienen una mayor capacidad de adaptación a circunstancias difíciles. También se adaptan los pobres, pero no dejan de ser excluidos, mientras que los mileuristas son integradores de la masa social. Por eso se están extendiendo por todas las sociedades desarrolladas.
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Casi completamente de acuerdo. Pero no podemos confundir mileuristas con clase media. Creo que la solución es que se nacionalicen todos los servicios esenciales y se reparta todo el beneficio entre todos. Lo que nos ha llevado a esta crisis es la codicia desmedida de los neoliberales, han querido hacer todo el negocio de golpe y nos van a hundir a todos.
ResponderBorrarLa clase media no puede confundirse con el mileurismo y estos aspiran a ser clase media. Pero claro, todo pasa por un cambio de filosofía, tenemos que ir a un mejor aprovechamiento de los recursos naturales, no podemos permitirnos este despilfarro. Hay que abandonar el consumismo y eso requiere que se reduzca la producción de bienes de consumo, que deben ser más duraderos y de mayor calidad.
La nacionalización de los servicios esenciales y de la industria puede permitir el reparto del trabajo y a su vez redundar en una reducción de la jornada laboral. Al no ser imprescindible la obtención permanente de grandes y mayores beneficios haría posible una reducción de la jornada laboral y una mejora de la calidad de vida, lo que a su vez supondría un incremento del tiempo libre que haría posible el florecimiento de una gran industria del ocio.
Pero seguro que los poderosos no piensan lo mismo, aunque al menos en Europa les va a costar mucho trabajo caminar en otro sentido, para mi inaceptable.
saludos
Estimado Luis
ResponderBorrargracias por la aclaración sobre el término mileurismo, imagino que son las familias que deben vivir con menos de mil euros al mes.
Respecto a lo que planteas sobre la nacionalización de los servicios esenciales, creo que es un tema que hay que poner el tapete con mucha calma y realismo. Si recordamos bien, el neoliberalismo nace a fines de los 70 (en 1976 con James Callaghan en Londres para ser exacto) y uno de los primeros mandatos es la privatización de las empresas que pertenecen al Estado (electricas, comunicaciones, sanitarias, Recursos Naturales, etc). El Estado se desmantela y se saca de la actividad económica. Por eso que ahora es insólito que se llame al Estado a ordenar las cosas nuevamente.
El Neoliberalismo fracasó completamente.
un saludo