La tormenta que ha desatado el acto irreverente de una joven que vació un jarro con agua sobre la ministra de Educación, da cuenta de la crisis que vive un país donde las grandes mayorías ven vulnerados sus derechos ante la burla de la ineficiente acción política. Un país que se ha entregado sin freno a la farándula y el ditirambo, al ruidoso oropel de la falsedad y el cortoplacismo sin ideas de peso, sin horizonte de futuro y con un paupérrimo bicentenario ad portas; Un país que ha caído en la trampa de los tratados de libre comercio -que han creado riqueza para unos pocos y miseria para millones-, vulnerándolo al extremo de ser presa fácil de todo vaivén externo con el vano pretexto de que “así es la globalización”. Nada más claro que los resultados de la actual crisis para demostrar que el proyecto globalizante, encauzado sin control ni rigor, nos conduce hacia un desastre de temibles consecuencias.
Por otra parte, el doble estándar que vive el país es excesivo. Mientras el paro de los camioneros fue resuelto en día y medio, las manifestaciones de los estudiantes son repelidas con gases urticantes, bombas lacrimógenas y palizas. Se deja incólume el imperio del lucro y no se acepta el debate público, levantando un muro de sordera que sorprende si recordamos las promesas de hace veinte años, cuando los mismos que hoy están en el poder vendían la promesa de la “alegría” y el diálogo. Y la alegría se transformó en dejar al mercado en el libre juego del poder siguiendo el pauteo impuesto por el FMI, el Banco Mundial y la Organización Mundial de Comercio, con las nefastas consecuencias que hoy tenemos, y ante la cual aún no se establece un plan claro de acción porque la falta de liderazgo es patética.
Por ello no puede sorprender que se lance un jarro de agua sobre una ministra que en su currículum ha dado muestras de despotismo salvaje y vulgar. Es la consecuencia de un país que no se piensa hacia el futuro y vive en el cortoplacismo de la fanfarria y la prepotencia a lo Lagos, pensando que esa es la forma de encarar los hechos, cuando ha sido, en verdad, la manera de encubrir la seguidilla de corrupción y malos hábitos que dan cuenta de la gran brecha existente en la política chilena entre la palabra y la acción. La actual crisis y el contagio inflacionario es un valde de agua fría a ese empeño ciego y obstinado de la Concertación por el Neoliberalismo, y también un castigo a la incapacidad real de proponer alternativas mejores para el país y el mundo. El jarro con agua es simplemente una metáfora del descontento y una voz de alerta a la acción política.
Buen punto. El significado simbolico de la chiquillada que hizo una chiquilla, nos recuerda el "Balde de agua fria" que se le da a las personas ensimismadas para que vuelvan a la realidad. La Sra Jimenez no se merece (ni nadie) que le mojen asi, pero la Ministra tal vez si lo necesite para volverla a la realidad y sacarla de la burbuja en que se retroalimentan los del poder. "tanto va al cantaro al agua que al final se rompe". Si no reacciona el poder ante la neoliberalizacion de la educacion, mas que agua se vera en el futuro. "Quien siembra vientos, cosecha tempestades", y las tempestades mojan a todos.
ResponderBorrarNotable el guante blanco con que se trata a los camioneros que clamaban por menos recursos para el Estado (pero aceptan gustosos de pagar peajes privados) y la violenta represion (institucionalizada como dijo Frei) a que nuestros hijos (que piden el apoyo del Estado) se ven sometidos. ¿no nos dicen todos que a los niños no se les pega? ¿hasta cuando resuelven los problemas politicos con lumazos?