El ganador del premio Nobel de Economía 2001, Joseph Stiglitz, criticó fuertemente la propuesta Bowles-Simpson para reducir el déficit presupuestario de Estados Unidos, al indicar que el plan haría más lento el crecimiento económico y debilitaría más la economía estadunidense. Parte de estas declaraciones las realizó a la cadena CNNExpansión.
El plan, esbozado por la Comisión de Deuda del gobierno de Barack Obama, dirigida por Erskine Bowles y Alan Simpson, plantea recortar el gasto discrecional doméstico y el gasto en defensa, terminar con la mayoría de las exenciones fiscales, disminuir las tasas y reducir el gasto en salud. Propone elevar la edad de jubilación, los impuestos y el gravamen a la gasolina. Para Stiglitz, este plan sería contraproducente y constituiría un pacto casi suicida. Por eso plantea aumentar la base de recaudación fiscal entre la población de mayor ingreso económico, el 1% más rico de la población que se apropia del 30% de los ingresos.
Stiglitz afirmó que la reducción del déficit es importante, pero constituye un medio para un fin, no un fin en sí mismo. En contraste, impulsaría las inversiones en proyectos del sector público como forma de promover el crecimiento y reducir el déficit. Años de inversiones insuficientes en el sector público –en infraestructura, educación y tecnología– significan que hay amplias oportunidades de obtener altos rendimientos.
Reformar el sistema fiscal sería una manera equitativa de incrementar los ingresos y reducir el déficit presupuestario. Dado que una cuarta parte de todo el ingreso generado en Estados Unidos va a parar al uno por ciento de la población, la más rica, y que la clase media estadounidense enfrenta menores ingresos que hace una década, sólo hay una manera de recaudar más impuestos: gravar a los más ricos, dice Stiglitz.
Las autoridades no deberían eliminar las exenciones tributarias que recibe la clase media para vivienda y salud. Aunque se haga de forma gradual, el mercado inmobiliario sufriría, lo que sólo serviría para exacerbar el malestar del sector. Además, el gobierno debería gastar menos en programas militares obsoletos, algo que la propuesta Bowles-Simpson defiende. Pero Stiglitz pide aún más reducciones. “La guerra fría terminó hace más de dos décadas, pero continuamos gastando miles de millones de dólares en armas que no funcionan contra enemigos que no existen”.
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