Eric Toussaint,
CADTMDespués de la segunda guerra mundial, en el Norte las décadas de los cincuenta y sesenta estuvieron marcadas por un fuerte crecimiento económico (años llamados los «Treinta gloriosos») que permitió a los trabajadores conquistar, por la lucha, importantes avances sociales, como un aumento neto del nivel de vida, la consolidación del sistema de seguridad social, mejora de los servicios públicos, en especial la educación y la sanidad, etc. El Estado procedió también a efectuar numerosas nacionalizaciones, lo que reforzó su poder de intervención económica. Las poblaciones se beneficiaron mucho, más que antes, de la riqueza creada en el nivel nacional, mientras aumentaba la parte correspondiente a los salarios en la renta del país.
Al mismo tiempo, en el Sur, mientras los países latinoamericanos se encontraban en una fase de rápida industrialización, se proclamaba —al menos oficialmente— la independencia de la mayor parte de los países africanos y asiáticos. Algunos de ellos trataron de conseguir una autonomía política y económica real (unos, como la India, Indonesia y Egipto, respetando el sistema capitalista, mientras otros, como China, Vietnam y Cuba, rompiendo con éste), pero la gran mayoría de los nuevos países independientes estaban, y siguen estando, sometidos a la autoridad de una gran potencia, a menudo la antigua metrópoli.
La deuda es uno de los factores más poderosos de este sometimiento, pues en el momento en que la administración y el ejército de los países colonizadores abandonaban físicamente el país que conquistaba su independencia, los gobiernos de los nuevos Estados eran incitados a endeudarse masivamente. Los acreedores aparentaban ignorar la malversación —aunque incluso la alentaban—que las clases dirigentes locales hacían de los fondos recibidos. Los países del Sur, cada vez más endeudados, debían aumentar continuamente su producción para la exportación, y obtener así las divisas necesarias para el reembolso de la deuda. Actuando de este modo, comenzó entre ellos una competencia para poner en el mercado bienes primarios (algodón, café, cacao, bananas, azúcar, cacahuete y otras oleaginosas, minerales...) que la economía de los países del Norte necesitaba. Esta superproducción sería dramática para la evolución del precio de estos bienes, tanto más cuando los países del Norte sufrieron, a partir de 1973, la primer gran recesión después de la segunda guerra mundial.
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