Una mirada no convencional al modelo económico de la globalización, la geopolítica, y las fallas del mercado
viernes, 17 de julio de 2009
China desplaza a EE.UU. como el principal socio comercial de Chile
China se convirtió en el principal socio comercial de Chile, durate el primer semestre, desplazando a Estados Unidos, dado que el intercambio comercial entre ambos países llegó a US$ 7.171,3 millones, lo que equivale a 17,9% del total, superando por primera vez en este período a EE.UU., que llega al 16,6%, a pesar de que las exportaciones al gigante asiático registraron una caída de 13%, en relación al mismo período del año anterior
La explicación está en la fuerte importancia de las exportaciones chilenas a China, que totalizaron US$ 4.852,6 millones durante el período enero-junio, lo que corresponde al 21,6% del total de envíos realizados por Chile en ese lapso, a pesar de la baja mencionada. En segundo lugar, aparece Estados Unidos, con US$ 3.167,5 millones de envíos a ese país, lo que equivale a 14,1% del total.
Así, la diferencia entre los envíos a ambos países aumenta a 7,5 puntos porcentuales. En el primer trimestre del año pasado la distancia era de sólo 3,1. La razón de esto es el fuerte impacto de la crisis económica mundial sobre la demanda interna de Estados Unidos, cuya economía aún está en recesión. En este escenario, los envíos a ese país disminuyeron 31,4% durante la primera parte del año.
Sin embargo, en términos de participación, el área que más pierde participación es la Unión Europea. A ese bloque los envíos totalizaron US$ 4.322 millones, lo que equivale a una caída anual de 55,7% y una baja en la participación desde el 24,7% del total a sólo 19,2%.
La irrupción de China como principal destino de los envíos nacionales va de la mano con el incremento que tuvo el precio del cobre durante los últimos años. De hecho, a partir del primer semestre de 2007, el país asiático le quitó el liderazgo que mantuvo por décadas Estados Unidos.
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El Big Mac como indice de valoración
Una guia para la valoración de las monedas frente al dólar trae el semanario británico The Economist. A través del precio del Big Mac en 21 ciudades, construye el índice Big Mac, una rápida guía para la valoración de las divisas. Este índice se basa en la idea de la paridad del poder adquisitivo (PPA), que compara el precio de los bienes en cada país. Como en Estados Unidos, el precio de un Big Mac es de 3,57 dólares, un precio inferior en otra ciudad determinará un canasta de menor valor.
En China, el Big Mac tiene un valor de 1,83 dólares, lo que significa casi el 50% del valor de Estados Unidos. En términos de la paridad de poder adquisitivo, un dólar en china compra el doble de lo que compra en Estados Unidos.
En el otro extremo de la escala, una economía europea como la noruega, donde el Big Mac tiene un valor de 6,15 dólares, indica que un dólar en este país compra sólo la mitad de lo que compra en Estados Unidos.
Este es sólo un ejercicio y habría que ver hasta qué punto el Big Mac es un producto representativo en los países que conforman la lista.
Giovanni Arrighi: el largo siglo XX
Alejandro Nadal, La Jornada
La crisis financiera y económica que estalla en 2007-08 no puede entenderse sin un análisis histórico del capitalismo a lo largo del siglo XX. Esa referencia la proporciona Giovanni Arrighi, economista italiano y profesor de la Universidad Johns Hopkins, fallecido recientemente en la ciudad de Baltimore.
Su obra El Largo Siglo XX es un extraordinario edificio intelectual que abarca 500 años de una historia cuyos personajes centrales son los ciclos de acumulación de capital. Es lectura obligada para entender no sólo la crisis actual, sino el punto de inflexión del capitalismo mundial.
La innovación analítica de Arrighi consiste en examinar comparativamente las características de los sucesivos ciclos de acumulación a lo largo de cinco siglos de historia económica. En su recorrido identifica cuatro etapas fundamentales. La primera es el ciclo genovés, que va del siglo XV hasta principios del XVII. Le sigue el ciclo holandés, que corre hasta finales del siglo XVIII. Viene después la etapa británica que domina el siglo XIX y le sucede el ciclo estadunidense, que se consolida en el siglo XX. Cada etapa es la expresión de la tendencia general a la expansión del mercado capitalista.
En cada ciclo se yergue un centro hegemónico de acumulación que organiza las relaciones políticas, económicas, comerciales y financieras (a escala mundial) en función de sus necesidades. A lo largo de este proceso, el capital muestra una gran capacidad de adaptación y de flexibilidad, desplazándose continuamente hacia los espacios más rentables. Y cuando las ganancias decaen, ya sea porque la competencia intercapitalista se intensifica, o porque el acceso a ciertos recursos naturales se hace difícil, o porque es imposible encontrar mercados para dar salida a las mercancías, el capital busca el refugio de la liquidez.
En otros términos, cuando se deprime la rentabilidad en los sectores reales de la economía, el capital adopta preferentemente la forma de capital financiero. Es la lección de historia en esta vista panorámica de la historia del capitalismo. En el primer ciclo, Ámsterdam abandona el comercio a mediados del siglo XVIII y se convierte en el banquero de Europa. Más tarde, a finales del siglo XIX Londres se convierte en el centro financiero, abandonando lo que Braudel llamó la fantástica aventura de la Revolución Industrial.
El último ciclo de acumulación de capital, dominado por Estados Unidos, es la historia del largo siglo XX que comienza con la Gran Depresión de 1873-1896 y la expansión financiera de finales del siglo XIX. En ese lapso las estructuras del régimen de acumulación organizado alrededor del Imperio británico fueron eliminadas al tiempo que se sentaban las bases de un nuevo sistema hegemónico. Naturalmente, este proceso de cambio no se lleva a cabo sin convulsiones. Y desde esta perspectiva, las dos guerras mundiales no son más que una sola (una nueva guerra de 30 años) que va de 1914 a 1945. Los contendientes fueron los aspirantes a ocupar el centro de un nuevo sistema hegemónico de concentración de capital.
La expansión material de las décadas de 1950 a 1970 corresponde a la época dorada del sistema hegemónico estadunidense. En esas décadas la tasa de crecimiento de las economías capitalistas es superior a todo lo experimentado en el resto del siglo XX. El capitalismo Made in USA se impone como patrón de organización del sistema-mundo-capitalista. Pero los antiguos pretendientes a ser centros de un sistema hegemónico, Japón y Alemania, resurgen como competidores económicos y acaban por socavar las bases de la hegemonía estadunidense. El periodo que arranca en 1970 está marcado por la expansión del sector financiero. Y a partir de ese momento, la financiarización de la economía capitalista es la pauta central mientras se destruyen las bases que habían favorecido la acumulación en el periodo dorado. El fortalecimiento del sector financiero conlleva a la liberalización financiera a escala mundial y a sentar las bases de la actual crisis.
Dos lecciones importantes se desprenden del trabajo de Arrighi. Primera: el Estado no es el enemigo del capitalismo (al contrario, éste sólo triunfa cuando las redes de poder se subordinan a los dictados de las redes de la acumulación capitalista). Segunda: el mercado y el capitalismo no son equivalentes. La circulación monetaria que es la esencia del capital, es enemigo mortal del mercado (lo utiliza y lo destruye). Aquí se nota el fuerte contraste del trabajador intelectual y la mediocridad de una parte muy importante del establishment académico.
En Arrighi observamos una historia del capitalismo más definida por periodos de crisis y destrucción, que por los plácidos interludios de construcción de nuevas bases de expansión. El largo siglo XX es un excelente ejemplo, con sus guerras devastadoras y sucesión interminable de crisis financieras. El epílogo es una pregunta abierta: ¿podría China ser el nuevo centro hegemónico de acumulación capitalista?
Enlace a La Jornada
http://nadal.com.mx
miércoles, 15 de julio de 2009
Cepal: América Latina se contraerá -1,9%
La economía latinoamericana se contraerá un 1,9% en 2009 tras seis años de crecimiento, golpeada por la crisis internacional, según señaló hoy la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Esta caída supondrá una reducción en torno a 3,1% del Producto Interior Bruto (PIB) por habitante y un aumento del desempleo desde 7,4% anotado en 2008 a 9,0%, precisó el organismo de Naciones Unidas en su "Estudio Económico de América Latina y el Caribe 2008-2009". Para Chile, el informe prevé una contracción de 1% este año, mientras que en 2010 el país se recuperaría, creciendo 3,5%.
Tras advertir que la actual crisis, surgida en los países desarrollados, encontró a la región en mucho mejor pie en materia macroeconómica que en otras anteriores, la CEPAL prevé una recuperación para 2010, con un crecimiento regional de 3,1%. Se trata, según el informe, de "una tasa muy moderada" en comparación con años recientes e "insuficiente para revertir el aumento del desempleo y la mayor informalidad estimados para este año". El documento consigna que las exportaciones latinoamericanas de bienes cayeron 30% en valor y 7% en volumen en el primer trimestre de este año, respecto de igual período de 2008, debido a la reducción de la demanda externa.
La contracción será liderada por México, cuyo PIB caerá 7%; seguido de Paraguay y Costa Rica (-3,0%), Honduras (-2,5%) y El Salvador (-2,0%). Por su parte, Chile, Guatemala y Nicaragua caerían 1,0% y Brasil retrocedería 0,8%. En cambio, lograrán crecer Panamá y Bolivia (2,5%), Perú y Haití (2,0%), Argentina (1,5%), Cuba, Ecuador, República Dominicana y Uruguay (1,0%), Colombia (0,6%) y Venezuela (0,3%).
China convierte al yuan en divisa mundial
China ha acumulado reservas por 2,13 billones de dólares, con un aumento neto de 17,8 por ciento durante el primer semestre de este año, razón por la cual ha puesto en marcha un plan para darle un rol global al yuan y convertirla en una divisa internacional. El Banco Popular de China ha firmado acuerdos para establecer swaps cambiarios bilaterales por 95.000 millones de dólares con bancos centrales de seis países.
El objetivo de China es internacionalizar el yuan y es probable que el proceso sea más rápido de lo que muchos esperan, y sin mediar acuerdos ni grandes tratados . Si este plan tiene éxito, podría dar como resultado que flujos comerciales por casi 2 billones de dólares anuales (el 50% del comercio exterior chino) se pacten en yuanes para el año 2012, comparado con menos del 10% actual. Esta decisión se toma después de que China hiciera un llamamiento para que el mundo adopte una moneda supranacional para reemplazar al dólar.
“China ha iniciado un ambicioso programa destinado a elevar el rol de su moneda en el comercio y las finanzas internacionales, y a reducir su dependencia del dólar estadounidense. Es probable que esto lleve varios años y sea un proceso gradual. Sin embargo, consideramos que es posible que todo sea más rápido de lo que muchos esperan”, dijo Qu Hongbin, jefe de economistas para China de HSBC.
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martes, 14 de julio de 2009
El Papa Benedicto XVI y la crisis financiera
En su reciente Encíclica Caritas in Veritate, el Papa Benedicto XVI dedica una reflexión sobre la economía mundial y el punto de vista de la Iglesia y el Vaticano sobre estos temas. Esta nueva Encíclica intenta recordar los 40 años de la Populorum Progressio, de Pablo VI, donde se señalaba que la Iglesia está llamada a promover el desarrollo integral del hombre entendido como un ser humano.
Si cada hombre no es visto como todo el hombre, se cierra la posibilidad al desarrollo del ser humano. La actual crisis demuestra la necesidad de una relación entre ética y economía, dando cuenta de la fragilidad de un sistema que, producto de ciertos excesos, ha derivado en fracaso. En este sentido, y tal como lo hiciera Juan Pablo II, Benedicto XVI entrega una apreciación sobre el rol del mercado, señalando que éste no debe ser el lugar donde el poderoso oprima al débil.
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lunes, 13 de julio de 2009
Apostando por la energía sustentable
En Manchester está en el corazón de la Revolución Industrial que impulsó el uso de los combustibles fósiles, por eso que a sus habitantes les parece hoy muy apropiado asumir el reto de encabezar los esfuerzos para hacer frente al cambio climático, de una forma más decidida que los recientes acuerdos de la cumbre G-8.
Con el apoyo del prestigioso diario The Guardian, el Festival Internacional de Manchester realizado la semana pasada, reunió a científicos, ingenieros y defensores del medio ambiente con el objetivo de compartir las propuestas que buscan salvar al clima. El informe con las veinte mejores propuestas estará disponible en Internet a fin de mes y será distribuido a los asistentes a la cumbre por el Clima que se realizará en Copenhague en diciembre.
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Las tardías medidas del Central
La economía chilena se encuentra en una recesión más profunda de la esperada por Hacienda y el Banco Central cuando el año pasado aseguraban que Chile estaba "blindado" y que además tenía el traje de baño muy bien puesto. Para Hacienda y el Central, la crisis estaba demasiado lejos para que el tsunami provocara un gran daño a Chile.
Sin embargo, el aleteo de una mariposa en cualquier lugar del mundo, provoca siempre un huracán en Chile dada la decena de tratados de libre comercio que en nada han beneficiado a las empresas chilenas.
Por eso el Central volvió a bajar el jueves la tasa de interés al histórico nivel del 0,5%, dado que se viene un segundo semestre con un menor nivel de actividad a lo pronosticado por las autoridades. El nivel de caída pronosticado inicialmente en 0,75% puede superar el -2,2 por ciento, una caída muy superior a la registrada durante la crisis asiática.
Más información: Economía chilena sufre nuevo desplome
Paul Krugman: Aquel espectáculo de los años 30
Paul Krugman, El País, The New York Times
Perfecto, el último informe sobre el mercado laboral no deja lugar a dudas. Vamos a necesitar más estímulo. ¿Pero lo sabe el presidente? Hagamos cuentas. Desde que empezó la recesión, la economía estadounidense ha perdido 6,5 millones de puestos de trabajo, y como corroboraba ese pesimista informe sobre el empleo, sigue perdiéndolos a gran velocidad. Si tenemos en cuenta los 100.000 nuevos puestos de trabajo mensuales que necesitamos para adaptarnos al crecimiento de la población, tenemos un agujero aproximado de 8,5 millones de empleos.
Y cuanto más crezca el agujero, más nos costará salir de él. Las cifras de empleo no eran lo único malo en el informe del martes, que también demostraba que los salarios están estancados y posiblemente a punto de experimentar un rotundo descenso. Es la receta para caer en la deflación al estilo japonés, que es muy difícil de superar. ¿Alguien quiere una década perdida?
Un momento, hay más malas noticias: la crisis fiscal de los Estados. A diferencia del Gobierno federal, a los Estados se les exigen presupuestos equilibrados. Y enfrentados a una drástica caída de ingresos, la mayoría está preparando salvajes recortes presupuestarios, muchos de ellos a expensas de los más vulnerables. Aparte de crear directamente mucha miseria, estos recortes deprimirán aún más la economía.
¿Y qué tenemos para contrarrestar esta espeluznante perspectiva? Tenemos el plan de estímulo de Obama, cuyo objetivo es crear 3,5 millones de puestos de trabajo de aquí a finales del próximo año. Es mucho mejor que nada, pero ni mucho menos suficiente. Y no parece que haya muchas cosas más. ¿Recuerdan el plan del Gobierno de reducir drásticamente la tasa de ejecuciones hipotecarias, o su plan de conseguir que los bancos vuelvan a prestar retirando los activos tóxicos de sus balances contables? Yo tampoco.
Todo esto le resulta deprimentemente familiar a cualquiera que haya estudiado la política económica estadounidense de la década de 1930. De nuevo un presidente demócrata ha conseguido que se aprueben políticas de creación de empleo que suavizarán la caída, pero que no son suficientemente audaces como para producir una recuperación total. De nuevo buena parte del estímulo federal se ve eclipsado por los recortes presupuestarios a escala estatal y local.
¿Quiere esto decir que no hemos aprendido de la historia y estamos, por lo tanto, destinados a repetirla? No necesariamente; pero corresponde al presidente y a su equipo económico asegurarse de que esta vez las cosas sean distintas. El presidente Barack Obama y sus funcionarios deben intensificar los esfuerzos, empezando por un plan que haga que el estímulo sea mayor.
Quiero dejar claro que soy perfectamente consciente de lo difícil que será conseguir que se apruebe ese plan. No habrá ninguna cooperación de los líderes republicanos, que han optado por una estrategia de oposición total, no limitada por los hechos ni por la lógica. De hecho, estos líderes respondieron a las cifras de empleo más recientes proclamando el fracaso del plan económico de Obama, algo que, lógicamente, es ridículo. El Gobierno advirtió desde el principio que pasarán varios trimestres antes de que el plan tenga efectos positivos importantes. Pero eso no impidió al presidente del Comité de Estudios Republicano emitir una declaración en la que exigía: "¿Dónde están los puestos de trabajo?".
Tampoco está muy claro que el Gobierno vaya a recibir mucha ayuda de los "centristas" del Senado, que evisceraron parcialmente el plan de estímulo original al exigir recortes en la ayuda a las administraciones públicas estatales y locales; ayuda que, como ahora vemos, se necesita desesperadamente. Me gustaría pensar que algunos de esos centristas sienten remordimientos, pero si es así, no he visto ninguna señal de ello.
Y como economista, añadiría que muchos miembros de mi profesión no están ayudando precisamente. Ha sido un duro golpe ver a tantos economistas con buena reputación reciclar viejas falacias -como afirmar que cualquier aumento del gasto público desplaza una cantidad igual de gasto privado, incluso cuando hay un desempleo masivo- y prestar su nombre a afirmaciones zafiamente exageradas sobre los males del déficit presupuestario a corto plazo. (Ahora mismo, los riesgos asociados con el aumento de la deuda son mucho menores que los que supone el no dar a la economía el apoyo adecuado).
Además, como en la década de 1930, quienes se oponen a la acción difunden historias de miedo sobre la inflación, a pesar de que la deflación acecha. Por consiguiente, aprobar otra ronda de estímulo será difícil. Pero es esencial.
Los economistas del Gobierno de Obama saben qué está en juego. De hecho, hace sólo unas semanas, Christina Romer, presidenta del Consejo de Asesores Económicos, publicaba un artículo sobre las "lecciones de 1937", el año en que Roosevelt cedió ante los halcones del déficit y la inflación, con desastrosas consecuencias para la economía y para el programa político presidencial. Lo que no sé es si el Gobierno es consciente de lo insuficiente que resulta lo hecho hasta ahora.
Éste es mi mensaje para el presidente: tiene que hacer que su equipo económico y sus políticos trabajen a favor de un estímulo adicional ya mismo. Porque si no lo hace, se enfrentará pronto a su 1937 particular.
____________________________
Paul Krugman es profesor de Economía de Princeton y premio Nobel de Economía en 2008. (c) 2009 New York Times News Service. Traducción de News Clips.
Enlace al articulo en El País
Enlace a artículo en The New York Times
Perfecto, el último informe sobre el mercado laboral no deja lugar a dudas. Vamos a necesitar más estímulo. ¿Pero lo sabe el presidente? Hagamos cuentas. Desde que empezó la recesión, la economía estadounidense ha perdido 6,5 millones de puestos de trabajo, y como corroboraba ese pesimista informe sobre el empleo, sigue perdiéndolos a gran velocidad. Si tenemos en cuenta los 100.000 nuevos puestos de trabajo mensuales que necesitamos para adaptarnos al crecimiento de la población, tenemos un agujero aproximado de 8,5 millones de empleos.
Y cuanto más crezca el agujero, más nos costará salir de él. Las cifras de empleo no eran lo único malo en el informe del martes, que también demostraba que los salarios están estancados y posiblemente a punto de experimentar un rotundo descenso. Es la receta para caer en la deflación al estilo japonés, que es muy difícil de superar. ¿Alguien quiere una década perdida?
Un momento, hay más malas noticias: la crisis fiscal de los Estados. A diferencia del Gobierno federal, a los Estados se les exigen presupuestos equilibrados. Y enfrentados a una drástica caída de ingresos, la mayoría está preparando salvajes recortes presupuestarios, muchos de ellos a expensas de los más vulnerables. Aparte de crear directamente mucha miseria, estos recortes deprimirán aún más la economía.
¿Y qué tenemos para contrarrestar esta espeluznante perspectiva? Tenemos el plan de estímulo de Obama, cuyo objetivo es crear 3,5 millones de puestos de trabajo de aquí a finales del próximo año. Es mucho mejor que nada, pero ni mucho menos suficiente. Y no parece que haya muchas cosas más. ¿Recuerdan el plan del Gobierno de reducir drásticamente la tasa de ejecuciones hipotecarias, o su plan de conseguir que los bancos vuelvan a prestar retirando los activos tóxicos de sus balances contables? Yo tampoco.
Todo esto le resulta deprimentemente familiar a cualquiera que haya estudiado la política económica estadounidense de la década de 1930. De nuevo un presidente demócrata ha conseguido que se aprueben políticas de creación de empleo que suavizarán la caída, pero que no son suficientemente audaces como para producir una recuperación total. De nuevo buena parte del estímulo federal se ve eclipsado por los recortes presupuestarios a escala estatal y local.
¿Quiere esto decir que no hemos aprendido de la historia y estamos, por lo tanto, destinados a repetirla? No necesariamente; pero corresponde al presidente y a su equipo económico asegurarse de que esta vez las cosas sean distintas. El presidente Barack Obama y sus funcionarios deben intensificar los esfuerzos, empezando por un plan que haga que el estímulo sea mayor.
Quiero dejar claro que soy perfectamente consciente de lo difícil que será conseguir que se apruebe ese plan. No habrá ninguna cooperación de los líderes republicanos, que han optado por una estrategia de oposición total, no limitada por los hechos ni por la lógica. De hecho, estos líderes respondieron a las cifras de empleo más recientes proclamando el fracaso del plan económico de Obama, algo que, lógicamente, es ridículo. El Gobierno advirtió desde el principio que pasarán varios trimestres antes de que el plan tenga efectos positivos importantes. Pero eso no impidió al presidente del Comité de Estudios Republicano emitir una declaración en la que exigía: "¿Dónde están los puestos de trabajo?".
Tampoco está muy claro que el Gobierno vaya a recibir mucha ayuda de los "centristas" del Senado, que evisceraron parcialmente el plan de estímulo original al exigir recortes en la ayuda a las administraciones públicas estatales y locales; ayuda que, como ahora vemos, se necesita desesperadamente. Me gustaría pensar que algunos de esos centristas sienten remordimientos, pero si es así, no he visto ninguna señal de ello.
Y como economista, añadiría que muchos miembros de mi profesión no están ayudando precisamente. Ha sido un duro golpe ver a tantos economistas con buena reputación reciclar viejas falacias -como afirmar que cualquier aumento del gasto público desplaza una cantidad igual de gasto privado, incluso cuando hay un desempleo masivo- y prestar su nombre a afirmaciones zafiamente exageradas sobre los males del déficit presupuestario a corto plazo. (Ahora mismo, los riesgos asociados con el aumento de la deuda son mucho menores que los que supone el no dar a la economía el apoyo adecuado).
Además, como en la década de 1930, quienes se oponen a la acción difunden historias de miedo sobre la inflación, a pesar de que la deflación acecha. Por consiguiente, aprobar otra ronda de estímulo será difícil. Pero es esencial.
Los economistas del Gobierno de Obama saben qué está en juego. De hecho, hace sólo unas semanas, Christina Romer, presidenta del Consejo de Asesores Económicos, publicaba un artículo sobre las "lecciones de 1937", el año en que Roosevelt cedió ante los halcones del déficit y la inflación, con desastrosas consecuencias para la economía y para el programa político presidencial. Lo que no sé es si el Gobierno es consciente de lo insuficiente que resulta lo hecho hasta ahora.
Éste es mi mensaje para el presidente: tiene que hacer que su equipo económico y sus políticos trabajen a favor de un estímulo adicional ya mismo. Porque si no lo hace, se enfrentará pronto a su 1937 particular.
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Paul Krugman es profesor de Economía de Princeton y premio Nobel de Economía en 2008. (c) 2009 New York Times News Service. Traducción de News Clips.
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domingo, 12 de julio de 2009
Las nuevas proyecciones económicas del FMI
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha señalado que el mundo comienza a salir de una recesión sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial, pero que la estabilización será irregular y tendrá una lenta recuperación. Si algo hay que agradecer al informe del FMI, es su advertencia de que la recuperación será débil.
La entidad actualizó su Panorama Económico Mundial, proyectando una contracción de -1,4% para la economía mundial al tiempo que aumentó su estimación de expansión para 2010 a 2,5%. La gráfica da cuenta de parte de las estimaciones del FMI para los próximos años y en ella destaca el impulso que tendrá la economía China, que a partir del próximo año reemplazará a Japón como la segunda potencia económica mundial. Al mismo tiempo, nos permite comprobar la distancia que separa al primero (EEUU, 14,4 billones de dólares) del segundo (Japón, 4,9 billones de dólares). La hegemonía económica de Estados Unidos (con un 25% del PIB mundial) no tiene parangón. Por ello, si el aleteo de una mariposa desata una tormenta, podemos ver las consecuencias de esta crisis nacida en el corazón financiero del mundo.
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sábado, 11 de julio de 2009
El G-8 y su pequeño paso por el cambio climático
Quizá la presencia de Silvio Berlusconi como anfitrión de la última cumbre del G-8 que terminó ayer en L’Aquila, le dio el caracter de frivolidad a todo el evento en el cual no salió humo blanco en ninguno de los aspectos centrales. Al parecer la grave crisis económica fue utilizada como un pretexto para no avanzar en la formulación de propuestas concretas frente a temas como el cambio climático, el hambre en el mundo, la regulación financiera.
Los 8 países que se reunieron son los responsables del 80% de las emisiones de gases que generan el efecto invernadero. De ahí que se requieran acciones concretas para identificar objetivos que permitan reducir sustancialmente las emisiones hacia el año 2050, y así evitar que la temperatura global del planeta suba más de 2 grados durante este siglo. Se ha demostrado que los avances de la industrialización elevaron en 1 grado la temperatura durante el siglo XX. Por ello urge no seguir “friendo” al planeta. La declaración final, al menos, incluyó un compromiso de duplicar la inversión pública en el desarrollo y la investigación de tecnologías inocuas de aquí al año 2015.
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viernes, 10 de julio de 2009
Economía mundial atrapada en la deuda
El endeudamiento es el gran tema que ha vuelto a hundir las bolsas y mantiene paralizada a gran parte de la economía mundial. Por eso que es muy pronto para hablar de recuperación y así lo deja en claro el último informe del FMI que una vez más baja la proyección de crecimiento para este año a un -1,4% mundial. El empeoramiento de las perspectivas se relaciona con el aún paulatino incremento en el desempleo y el anuncio de las empresas de seguir recortando personal. A este ritmo, el 10% de desempleo a nivel mundial será una realidad en los próximos meses. Algo inédito en la historia. Si la economía no se desploma aún más, es por el intenso ritmo que buscan defender algunas de las sólidas economías emergentes.
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jueves, 9 de julio de 2009
Las lecciones no aprendidas de las crisis financieras
Este artículo fue publicado por Joseph Stiglitz en la revista The New Republic, en abril del año 2000. Las advertencias de Stiglitz sobre las causas que originaron la crisis asiática (el exceso de los capitales golondrina que inundaron a los países emergentes con el beneplácito del FMI) le costaron serias discusiones con Lawrence Summers, y finalmente su despido del Banco Mundial.
A casi diez años de la publicación de este artículo vemos como la prepotencia y la arrogancia (palabras de Stiglitz) de algunos funcionarios del gobierno estadounidense, del FMI y del Banco Mundial, desataron el gran descalabro que hoy vivimos. Su lectura nos ayuda a comprender parte importante de estos hechos.
Stiglitz the Insider Lecciones de Una Crisis Mundial
A casi diez años de la publicación de este artículo vemos como la prepotencia y la arrogancia (palabras de Stiglitz) de algunos funcionarios del gobierno estadounidense, del FMI y del Banco Mundial, desataron el gran descalabro que hoy vivimos. Su lectura nos ayuda a comprender parte importante de estos hechos.
Stiglitz the Insider Lecciones de Una Crisis Mundial
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mamvas
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4:15 p.m.
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Hegemonía y Dominación
Llega la deflación por sobreendeudamiento
Michael Hudson, Sin Permiso
Las informaciones económicas de los medios de comunicación entrenados en poner al mal tiempo buena cara recogen con su sesgo positivo habitual las estadísticas de deflación por sobreendeudamiento dadas a conocer el pasado viernes [26 de junio]. Los NIPA (Commerce Department’s National Income and Product Accounts) de mayo muestran que los “ahorros” estadounidenses están absorbiendo ahora el 6,9% del ingreso.
Pongo la palabra “ahorros” entre comillas, porque este 6,9% no es lo que el grueso de la gente cree que son ahorros. No es dinero guardado en el banco para situaciones de emergencia, como perder el puesto de trabajo, algo que les ocurre a diario ahora a miles de personas. La estadística significa que el 6,9% del ingreso nacional está ahora inexorablemente destinado a satisfacer deudas: la mayor tasa de ahorro de los últimos 15 años, que contrasta vivamente con la tasa negativa de ahorro –que eso es lo que significaba vivir a crédito— de hace unos pocos años.(1) Esos ahorros son sólo “dinero en el banco” en el sentido de que son pagos realizados por los consumidores a sus bancos y a sus compañías de tarjetas de crédito.
El ingreso que se destina a satisfacer deudas no está disponible para ser gastado en bienes y servicios. Contribuye a encoger la economía, agravando la depresión. Así pues, ¿a qué tanta alegría con las buenas noticias del “ahorro”?
Desde luego que es buena cosa para los consumidores quitarse de encima las deudas. Pero los medios de comunicación están dando a este desvío del ingreso un tratamiento como si fuera un indicio de confianza en que la recesión está tocando a su fin y el plan de “estímulos” de Obama, funcionando. El Wall Street Journal informa de que los afiliados a la Seguridad Social que se benefician de los pagos directos del gobierno “parecen incapaces de gastar el dinero recibido”, mientras que en The New York Times se observa que “mucha gente guarda el dinero, en vez de gastarlo”. Es como si la gente pudiera permitirse un mayor ahorro.
La verdad es que el grueso de los consumidores no tienen otra opción que la de satisfacer sus deudas. Incapaces de seguir endeudándose a medida que los bancos cortan las líneas de crédito, no tienen otra “opción” que la de pagar su hipoteca y las facturas de su tarjeta de crédito cada mes, o perder sus hogares y ver drásticamente recortado su margen de maniobra con las tarjetas de crédito, con unas penalizaciones en forma de tasas de interés rayanas en el 20%. Para evitar semejante destino, las familias se están echando al consumo de alimentos más baratos y menos nutritivos, comiendo menos o acudiendo a restaurantes de comida rápida, y recortando o suprimiendo el gasto de las vacaciones. De modo que parece contradictorio aplaudir esos “ahorros” (es decir, la devolución de dinero adeudado) estadísticamente registrados como si se tratara de un indicio de que la economía puede salir de la depresión en los próximos meses. Acercándose el desempleo a una tasa del 10% y con anuncios de despidos una semana tras otra, ¿no está asumiendo riesgos demasiado altos la administración Obama al decirles a sus electores que el plan de estímulos está funcionando? ¿Qué pensará la gente este próximo invierno, cuando los mercados sigan encogiéndose? ¿Qué espesor tiene la película de Teflon de Obama?
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Las informaciones económicas de los medios de comunicación entrenados en poner al mal tiempo buena cara recogen con su sesgo positivo habitual las estadísticas de deflación por sobreendeudamiento dadas a conocer el pasado viernes [26 de junio]. Los NIPA (Commerce Department’s National Income and Product Accounts) de mayo muestran que los “ahorros” estadounidenses están absorbiendo ahora el 6,9% del ingreso.
Pongo la palabra “ahorros” entre comillas, porque este 6,9% no es lo que el grueso de la gente cree que son ahorros. No es dinero guardado en el banco para situaciones de emergencia, como perder el puesto de trabajo, algo que les ocurre a diario ahora a miles de personas. La estadística significa que el 6,9% del ingreso nacional está ahora inexorablemente destinado a satisfacer deudas: la mayor tasa de ahorro de los últimos 15 años, que contrasta vivamente con la tasa negativa de ahorro –que eso es lo que significaba vivir a crédito— de hace unos pocos años.(1) Esos ahorros son sólo “dinero en el banco” en el sentido de que son pagos realizados por los consumidores a sus bancos y a sus compañías de tarjetas de crédito.
El ingreso que se destina a satisfacer deudas no está disponible para ser gastado en bienes y servicios. Contribuye a encoger la economía, agravando la depresión. Así pues, ¿a qué tanta alegría con las buenas noticias del “ahorro”?
Desde luego que es buena cosa para los consumidores quitarse de encima las deudas. Pero los medios de comunicación están dando a este desvío del ingreso un tratamiento como si fuera un indicio de confianza en que la recesión está tocando a su fin y el plan de “estímulos” de Obama, funcionando. El Wall Street Journal informa de que los afiliados a la Seguridad Social que se benefician de los pagos directos del gobierno “parecen incapaces de gastar el dinero recibido”, mientras que en The New York Times se observa que “mucha gente guarda el dinero, en vez de gastarlo”. Es como si la gente pudiera permitirse un mayor ahorro.
La verdad es que el grueso de los consumidores no tienen otra opción que la de satisfacer sus deudas. Incapaces de seguir endeudándose a medida que los bancos cortan las líneas de crédito, no tienen otra “opción” que la de pagar su hipoteca y las facturas de su tarjeta de crédito cada mes, o perder sus hogares y ver drásticamente recortado su margen de maniobra con las tarjetas de crédito, con unas penalizaciones en forma de tasas de interés rayanas en el 20%. Para evitar semejante destino, las familias se están echando al consumo de alimentos más baratos y menos nutritivos, comiendo menos o acudiendo a restaurantes de comida rápida, y recortando o suprimiendo el gasto de las vacaciones. De modo que parece contradictorio aplaudir esos “ahorros” (es decir, la devolución de dinero adeudado) estadísticamente registrados como si se tratara de un indicio de que la economía puede salir de la depresión en los próximos meses. Acercándose el desempleo a una tasa del 10% y con anuncios de despidos una semana tras otra, ¿no está asumiendo riesgos demasiado altos la administración Obama al decirles a sus electores que el plan de estímulos está funcionando? ¿Qué pensará la gente este próximo invierno, cuando los mercados sigan encogiéndose? ¿Qué espesor tiene la película de Teflon de Obama?
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La violencia en Honduras
A principios de año, el presidente de Honduras, Manuel Zelaya, presentó un referéndum como un primer paso hacia la redacción de una nueva constitución. La oposición a la celebración del referéndum fue fuerte, con el Congreso, la Corte Suprema y todos los militares en contra. El presidente Zelaya destituyó al General Valásquez por no prestar apoyo, pero este fue denegado por el Tribunal Supremo, y el General Romeo Velásquez fue reintegrado a su puesto. El domingo 28 de Junio, el ejército hondureño, bajo las órdenes de la Corte Suprema de Justicia, irrumpió en la residencia presidencial, detuvo al presidente Zelaya y lo subió en un avión con destino a Costa Rica y, a continuación, tomó posesión de la residencia presidencial. El jefe del Congreso, Roberto Micheletti, asumió el papel de Presidente interino de Honduras. Los hondureños se encuentran internamente divididos, y se han tomado las calles en apoyo a Zelaya. Asimismo, las reacciones internacionales han condenado este golpe de Estado y así lo ha manifestado la ONU, OEA, España y todos los países latinoamericanos. Sin embargo, la tensión se mantiene en centroamérica.
Más información: La lecciones de Honduras, Honduras, la futilidad de un golpe, Claves para entender lo que pasa en Honduras, Golpe Militar en Honduras
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