La obra de Karl Marx posee las cualidades de los grandes clásicos: estimula nuevos pensamientos y es capaz de ilustrar aspectos fundamentales tanto del pasado como de la contemporaneidad.
Marcello Musto, Jacobin
Pasan los años y, aunque ha sido calificado varias veces como un texto anticuado, volvemos a discutir El Capital de Karl Marx (recién reeditado en una nueva edición por Einaudi). A pesar de haber cumplido 157 años (se publicó el 14 de septiembre de 1867), la "crítica de la economía política" confirma que posee todas las virtudes de los grandes clásicos: estimula nuevas reflexiones con cada relectura y es capaz de ilustrar aspectos fundamentales del pasado como de la contemporaneidad. Al mismo tiempo, tiene la ventaja de limitar las noticias del presente -así como el peso de sus, a menudo inadecuados, protagonistas- a la posición relativa que merecen. No es casualidad que el célebre escritor italiano Italo Calvino afirmara que un clásico también lo es porque nos ayuda a "relegar la actualidad al rango de ruido de fondo". Los clásicos señalan las cuestiones esenciales y los puntos ineludibles para poder comprenderlas y resolverlas plenamente. Por este motivo captan perpetuamente el interés de las nuevas generaciones de lectores. Un clásico sigue siendo indispensable a pesar del paso del tiempo y, de hecho, en el caso de El Capital se puede decir que este escrito se vuelve tanto más eficaz cuanto más el capitalismo se extiende por todos los rincones del planeta y se expande en todas las esferas de nuestra existencia.