¿Cómo puede afectarnos?
Los expertos y los políticos de Estados Unidos han llegado en gran medida a la conclusión de que ha comenzado una nueva guerra fría con China, un período de intensa hostilidad y competitividad que no llega al combate armado. “La guerra fría de EEUU contra China amenaza con una ruptura”, como expresaba el titular del New York Times del 15 de mayo, citando recientes enfrentamientos en comercio, tecnología y exigencia de responsabilidades por la propagación de la covid-19. La decisión de Pekín de someter a Hong Kong a nuevas y estrictas leyes de seguridad no ha hecho sino aumentar aún más esas tensiones. El presidente Trump amenazó rápidamente con eliminar la relación económica especial de esa ciudad-estado con este país, a la vez que imponía nuevas sanciones a los líderes chinos. Mientras tanto, los demócratas y los republicanos en el Congreso están trabajando juntos para diseñar duras sanciones propias contra los chinos.
Para cualquiera que pueda recordar la Guerra Fría original, los últimos desarrollos pueden parecer extrañamente familiares. Traen a la mente lo que ocurrió poco después de que se derrumbara amargamente la colaboración en la Segunda Guerra Mundial de Estados Unidos con los soviéticos cuando los rusos emplearon cada vez más la mano dura en su enfoque respecto a Europa del Este. En aquellos días la desconfianza no hizo sino aumentar, mientras Washington decidía lanzar un impulso global para contener y derrotar a la URSS. Y parece que hoy nos vamos acercando a una situación parecida. Aunque China y Estados Unidos continúan manteniendo lazos comerciales, científicos y educativos, los líderes de ambos países amenazan con cortar esos vínculos y emprender toda una amplia gama de movimientos hostiles.