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martes, 12 de noviembre de 2024

Alemania: un país sin soberanía y en estado de coma


Rene Zittlau, Zero Hedge

Introducción

Si observas la situación actual con frialdad, no puedes más que preguntarte cómo un país que estableció estándares culturales, científicos e industriales hasta hace 90 años pudo perder completamente su brújula.

Primero fue destruida por Hitler - los alemanes permitieron que esto sucediera. Después, Alemania se convirtió en vasallo: los alemanes lo permitieron. Finalmente, consiguieron llevar a la antigua joya industrial del mundo al paredón con el liderazgo más incompetente que se pueda soñar. Un nuevo gobierno con Merz como Canciller no cambiará nada, pues ya ha sido comprado y pagado por el hegemón.
Por lo tanto, este artículo no trata del jardín de infancia político de Berlín, que apenas puede expresarse con palabras, sino que intenta describir el problema fundamental de este gran país y dar pie a la reflexión.
Una mirada retrospectiva - el surgimiento de la RFA
«En Alemania no hemos sido plenamente soberanos en ningún momento desde el 8 de mayo de 1945».

- Wolfgang Schäuble el 18 de noviembre de 2011 en el EBC, el Congreso Bancario Europeo en Frankfurt
La afirmación de Wolfgang Schäuble, que sorprende a muchos por su claridad y falta de ambigüedad, así como por el estatus de vasallo de Alemania que en ella se articula, se ve corroborada, entre otras cosas, por la historia de la creación de la tan alabada Ley Fundamental. Fue elaborada por los llamados Consejos Parlamentarios. Los consejos fueron designados por las potencias occidentales de ocupación y se reunieron en el Museo König de Bonn el 1 de septiembre de 1948. Esto significaba que sus miembros no estaban en absoluto legitimados democráticamente. Se les encomendó la tarea de redactar una constitución provisional para la parte occidental de la Alemania dividida, que más tarde se convertiría en la Ley Fundamental.

miércoles, 12 de junio de 2024

Unión Europea y Manifiesto de Ventotene: por una crítica racional


Diego Fusaro, Posmodernia

La adhesión del cuadrante izquierdo al proyecto de integración europea no debería sorprender. Como hemos mostrado más ampliamente en Historia y conciencia del precariado. Siervos y Señores de la Globalización (Alianza Editorial, 2021), se explica ante todo a partir de la misma redefinición de la Izquierda posmarxista en clave político-económicamente liberal y culturalmente libertaria.

En el tránsito desde el anticapitalismo comunista de Gramsci y Togliatti al ultracapitalismo liberal-libertario de un D´Alema o un Mitterand, la izquierda pasó desenfadadamente de la lucha contra el Capital a aquella otra volcada en la defensa a ultranza y la glorificación de la Unión Europea, que representa el non plus ultra del liberalismo desdemocratizador en el Viejo Continente.

En otras palabras, la adhesión entusiasta de la Nueva Izquierda arcoíris y posmarxista al proyecto del Capital y de la global class dominante tuvo, necesariamente, que traducirse en una aceptación plena y eufórica del triunfo de ese proyecto: la Unión Europea.

Así que para la Izquierda, redefinida ya como demófoba y enemiga directa de los intereses de las clases trabajadoras (desde de los años Ochenta en adelante, cada triunfo de la Izquierda se ha traducido puntual e inexorablemente en una derrota para las clases trabajadoras), la prioridad siempre fue la del sueño cosmopolita, cristalizado en fórmulas como «más Europa» y «más libre circulación«, esto es, el mismo sueño de la clase dominante no border; un sueño que siempre fue favorable únicamente para el Señor global-elitista y que, sin exageraciones, debiera resultar una pesadilla para el Siervo nacional-popular.

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