Larry Elliott, The Guardian
La economía global parecía estar convaleciente cuando el Fondo Monetario Internacional se reunió para su reunión primaveral en Washington hace diez años. Alan Greenspan había reducido los tipos de intereses al 1% en los Estados Unidos tras el derrumbe del auge de las punto.com y la mayor economía del mundo había respondido al tratamiento. Gordon Brown era ministro del Tesoro y el Reino Unido se encontraba en su duodécimo año de crecimiento sin interrupción.
Las empresas occidentales se dirigían en manada hacia China ahora que formaba parte de la Organización Mundial del Comercio. Se hablaba de deslocalización, de cadenas de suministro global just-in-time y de mercados de capital integrados. Las expectativas se cifraban en que los buenos tiempos durarían eternamente. No se atendió a la noción de que nos esperaba un fallo total del sistema a la vuelta de la esquina. La fe en las propiedades autocorrectoras de los mercados abiertos era absoluta.
Una mirada no convencional al modelo económico de la globalización, la geopolítica, y las fallas del mercado
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lunes, 14 de abril de 2014
martes, 18 de febrero de 2014
Larry Elliott: La próxima crisis podría llegar pronto
Larry Elliott, Sin Permiso
Las crisis financieras se repiten cada siete años como media. Tuvimos el crac del mercado bursátil de 1987, el derrumbe del mercado emergente a mediados de los años 90, el reventón de la burbuja de las puntocom en 2001 y el colapso de Lehman Brothers en 2008. Si la historia sirve en algo de guía, la próxima crisis debería llegar próximamente en algún momento.
El hecho de que los mercados financieros estén apostando por que la recuperación global se convierta en algo más firmemente establecido en los próximos dos años no significa verdaderamente gran cosa. En torno al cambio de milenio los inversores se negaron a hacer caso de las advertencias de que las acciones de las tecnológicas estaban extremadamente sobrevaloradas. Ben Bernanke despreció la idea de que el mercado de hipotecas “sub-prime” era un estropicio que estaba cantado y se negó a admitir la idea de que un problema del mercado inmobiliario norteamericano pudiera tener ramificaciones globales.
Las crisis financieras se repiten cada siete años como media. Tuvimos el crac del mercado bursátil de 1987, el derrumbe del mercado emergente a mediados de los años 90, el reventón de la burbuja de las puntocom en 2001 y el colapso de Lehman Brothers en 2008. Si la historia sirve en algo de guía, la próxima crisis debería llegar próximamente en algún momento.
El hecho de que los mercados financieros estén apostando por que la recuperación global se convierta en algo más firmemente establecido en los próximos dos años no significa verdaderamente gran cosa. En torno al cambio de milenio los inversores se negaron a hacer caso de las advertencias de que las acciones de las tecnológicas estaban extremadamente sobrevaloradas. Ben Bernanke despreció la idea de que el mercado de hipotecas “sub-prime” era un estropicio que estaba cantado y se negó a admitir la idea de que un problema del mercado inmobiliario norteamericano pudiera tener ramificaciones globales.
lunes, 3 de septiembre de 2012
Tres mitos que sustentan la crisis económica
Larry Elliott, Sin Permiso
El verano de 2007 fue cosa común y corriente. Tony Blair había dejado de ser primer ministro a finales de junio y su sucesor, Gordon Brown, disfrutaba de un período de luna de miel. Era un año sin Mundial de fútbol ni Olimpiadas.
Luego, el 9 de agosto, llegaron informes de que los bancos centrales se habían mostrado activos en los mercados. The Guardian afirmó que su actuación implicaba bombear miles de millones de libras en el sistema financiero para calmar los nervios en medio de los temores de una contracción del crédito. Lo que desencadenó el pánico fue la decisión del BNP Paribas de bloquear la retirada de tres hedge funds, debido a lo que denominó una completa evaporación de la liquidez. Un portavoz del banco describió la medida como una cuestión técnica temporal.
El verano de 2007 fue cosa común y corriente. Tony Blair había dejado de ser primer ministro a finales de junio y su sucesor, Gordon Brown, disfrutaba de un período de luna de miel. Era un año sin Mundial de fútbol ni Olimpiadas.
Luego, el 9 de agosto, llegaron informes de que los bancos centrales se habían mostrado activos en los mercados. The Guardian afirmó que su actuación implicaba bombear miles de millones de libras en el sistema financiero para calmar los nervios en medio de los temores de una contracción del crédito. Lo que desencadenó el pánico fue la decisión del BNP Paribas de bloquear la retirada de tres hedge funds, debido a lo que denominó una completa evaporación de la liquidez. Un portavoz del banco describió la medida como una cuestión técnica temporal.
lunes, 12 de diciembre de 2011
Europa da tumbos por un peligroso callejón sin salida
Larry Elliott, The Guardian
Europa camina sonámbula hacia una prolongada depresión. La perspectiva de que 2012 sea testigo de la fractura de la eurozona es real. Los mercados financieros ya están empezando a desechar lo que parece el ultimísimo intento, bien que más sofisticado, de seguir dando largas. Gran Bretaña se ha aislado en los márgenes de la Unión Europea, tal vez el cambio más significativo de una cumbre que definitivamente no significa un antes y un después en la crisis de la moneda única. Pero al menos los intereses de la City de Londres han quedado defendidos. Por ahora.
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domingo, 16 de octubre de 2011
Alicia en la Eurozona de las maravillas
Larry Elliot, Sin Permiso
Curioso y más curioso, como decía Alicia en sus aventuras en el País de las Maravillas. Cuanto más se ha ido extendiendo la crisis de la zona euro, más se ha ido asemejando a algo pergeñado por Lewis Carroll.
Veamos algunos de los aspectos surreales del actual estado de cosas. La respuesta a la falta de crecimiento de países que se debaten como Grecia es una austeridad de tal ferocidad que las recesiones se hacen más profundas. La solución a la crisis financiera provocada en su origen por el sobreapalancamiento de bancos y particulares es convertir el fondo de rescate de Europa en un fondo de cobertura (hedge fund) de 2 billones de euros. Entretanto, muchos de los políticos que han batallado dura y prolongadamente por mantener la libra – George Osborne [responsable de economía en el gobierno británico] y Ed Balls [responsale económico de la oposición laborista] por no mencionar más que dos – se han convertido ahora en evangelistas renacidos favorables a una unión fiscal plena.
lunes, 18 de julio de 2011
El mantra europeo de austeridad podría llevar al desastre
Larry Elliott, The Guardian
Mientras Italia se prepara para la última ronda de recortes draconianos, los dirigentes de la zona euro deben reconocer que están sumidos en una lucha a vida o muerte.
En la película Shakespeare in Love hay una escena en la que la reina Bess (Elizabeth I) tiene que cruzar un charco embarrado. En una parodia de la leyenda de Sir Walter Raleigh, ella se queda esperando a que un cortesano arroje una capa a sus pies. Los jóvenes tardan una eternidad en darse cuenta de lo que se espera de ellos, de modo que rezongando enojada un "demasiado tarde, demasiado tarde", la reina se embarra los pies.
"Demasiado tarde, demasiado tarde" bien puede acabar siendo el epitafio sobre la lápida de la moneda única si la tremenda crisis que se está cociendo termina en catástrofe. Y eso es enteramente verosímil, porque mientras que en Gran Bretaña la atención se ha centrado en el escándalo de los pinchazos telefónicos de Rupert Murdoch, en lo que respecta a la unión monetaria la crisis se ha hecho más profunda.
Mientras Italia se prepara para la última ronda de recortes draconianos, los dirigentes de la zona euro deben reconocer que están sumidos en una lucha a vida o muerte.
En la película Shakespeare in Love hay una escena en la que la reina Bess (Elizabeth I) tiene que cruzar un charco embarrado. En una parodia de la leyenda de Sir Walter Raleigh, ella se queda esperando a que un cortesano arroje una capa a sus pies. Los jóvenes tardan una eternidad en darse cuenta de lo que se espera de ellos, de modo que rezongando enojada un "demasiado tarde, demasiado tarde", la reina se embarra los pies.
"Demasiado tarde, demasiado tarde" bien puede acabar siendo el epitafio sobre la lápida de la moneda única si la tremenda crisis que se está cociendo termina en catástrofe. Y eso es enteramente verosímil, porque mientras que en Gran Bretaña la atención se ha centrado en el escándalo de los pinchazos telefónicos de Rupert Murdoch, en lo que respecta a la unión monetaria la crisis se ha hecho más profunda.
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