La crítica más descarnada al modelo capitalista que domina al mundo actual no proviene de algún discipulo de Marx sino de la última serie de Netflix, la coreana El juego del calamar (Squid Game), que se ha convertido en tiempo récord en un fenómeno global. Tomando como punto de partida diversos juegos infantiles, la serie muestra a personajes endeudados, cesantes o con un trabajo precario, dando cuenta de la brutal fractura social imbricada en el sistema: divisiones de clase, desigualdad de ingresos, explotación de los ricos y una desesperación de la clase trabajadora por sobrevivir. El director Hwang Dong-hyuk combina elementos de los "reality show" masificados por la televisión, con un crudo juego real de vida o muerte. Lo que en los reality es la "eliminación" o "borrado" es aquí, como en Blade Runner, una ejecución mortal.