La vuelta a este pasaje del neolítico no hace otra cosa que despertarme los albores de la humanidad, pues antes que se creara la institución de la familia, la población indoctrinada no tenía noción de padre, madre, abuelo, hijo, nieto, en lo que era un existir sin historia y puro presente, sin un pasado que cimentar y mucho menos un futuro por inventar. La institución de la familia y su continuidad de progreso es la que crea y le da un sentido a la historia humana. Y aunque las huellas de nuestro pasado reptil y anfibio están en nuestro adn, hay todo un proceso cultural que nos hace vivir en una etapa más superior de la humanidad. Sin embargo, no es así para todos.
El caso de Josef Fritzl, el electricista de 73 años que no sólo mantuvo a su hija encerrada en un sótano con llave durante 24 años, sino que además tuvo con ella siete hijos -uno de los cuales murió y fue quemado en la chimenea de su propia casa-, nos muestra el salvajismo y la brutalidad que se padece al interior de las propias familias, y cómo el entorno se dejan llevar por las apariencias, la cuenta bancaria o el estatus.
El hoy llamado “monstruo de Amstetten” tenía prohibido a su mujer e hijos hablar con los vecinos. Había protagonizado varios incidentes de acoso y violencia sexual, y se recuerdan sus constantes viajes a Tailandia y sus inclinaciones pedófilas. Pero nadie dijo nada. Y seguro que si alguien lo dijo, no le creyeron.
Los sicólogos deben sentirse muy satisfechos que la teoría freudiana les da un aliciente más para demostrar la teoría del complejo de Electra y la sublimación a las fantasías escondidas y perversas de padre e hija. De no mediar la cremación del menor, delito tipificado como debiera ser también toda violación, es probable que tras encontrarlo enfermo de remate lo manden para la casa.
¿Puede un padre sentirse dueño de su hija -y de sus hijos-nietos- para encerrarlos y privarlos de su libertad? ¿Qué noción de vida tienen esos seres sustraídos a la realidad del mundo? Ni el mito de la caverna platónica pone cotas tan altas al salvajismo humano. ¿Qué será de ellos cuando busquen su identidad perdida y su libertad robada? ¿Podrán incorporarse a la luz de la vida? Quizá las velatones que se hacen en Austria, ayuden a extirpar esos demonios.