Silvia Ribeiro, Alai
Cuando pensamos en la era digital probablemente lo primero que acude a la mente son computadoras, teléfonos móviles y otros elementos obvios de lo que se ha dado en llamar TIC: tecnologías de información y comunicación. Parece algo “etéreo”, pero en realidad conlleva enormes impactos ambientales y energéticos.
Además, la industria digital va mucho más allá de esas primeras imágenes. Es una de las bases fundamentales del tsunami tecnológico que ya está sobre nosotros, pero que difícilmente percibimos en todas sus dimensiones. Entre ellas, por ejemplo, el rápido avance del “internet de las cosas” que se propone sustituir al comercio convencional –incluyendo hasta la compra semanal de los hogares– ; la tecnología digital que mueve los mercados financieros; las transacciones y monedas digitales; la digitalización de la agricultura, con el uso de autómatas, drones, satélites, sensores y big data, la optogenética que propone manipular seres vivos a distancia; la omnipresencia de cámaras y sensores que se comunican con gigantescas bases de datos, que pueden incluir hasta nuestros datos genómicos; el “internet de los cuerpos” con la digitalización de la medicina y las nuevas biotecnologías, el avance de la inteligencia artificial que subyace a todo ello. Todas son áreas de fuertes impactos – escasamente comprendidos por la sociedad– y la lista apenas comienza.
Uno de los aspectos más pesados y a la vez “invisibles” de la era digital, es que contrariamente a lo que se podría pensar, los impactos materiales, en el medio ambiente, en recursos y demanda de energía son enormes. Jim Thomas, co-director del Grupo ETC, ejemplifica esto en tres sectores: el iceberg de la infraestructura digital, la demanda de almacenamiento de datos y la voraz demanda energética del uso de las plataformas digitales.
Una mirada no convencional al modelo económico de la globalización, la geopolítica, y las fallas del mercado
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viernes, 18 de mayo de 2018
sábado, 14 de abril de 2018
Big Data, negocios y pérdida de confidencialidad
Asa Cristina Laurell, La Jornada
El escándalo de Cambridge Analytica y su manipulación de la información de Facebook para ayudar a la campaña de Donald Trump a construir fake news han puesto el tema de Big Data en el foco de la atención. Debería llevar a una discusión mucho más amplia sobre los usos y abusos de las grandes bases de datos. Lo que está en juego va más allá de la manipulación electoral y tiene en el centro la privacidad y la protección de la información personal de cada uno de nosotros.
Una primera cuestión a aclarar es que los usuarios de las redes o buscadores como Facebook, Whatsapp, Google, Explorer, etcétera, no son los clientes de estas empresas. Lo son otras empresas que usan los datos, por ejemplo, para promover cierto consumo o influir en la visión del mundo de decenas de millones de personas. El negocio es vender los datos de los usuarios de las redes gratuitas a estos verdaderos clientes. Recomiendo el artículo de Dylan Curran en The Guardian sobre este tema, que demuestra fehacientemente que nuestros datos no son confidenciales y que quien los tiene nos conoce mejor que nosotros mismos.
El escándalo de Cambridge Analytica y su manipulación de la información de Facebook para ayudar a la campaña de Donald Trump a construir fake news han puesto el tema de Big Data en el foco de la atención. Debería llevar a una discusión mucho más amplia sobre los usos y abusos de las grandes bases de datos. Lo que está en juego va más allá de la manipulación electoral y tiene en el centro la privacidad y la protección de la información personal de cada uno de nosotros.
Una primera cuestión a aclarar es que los usuarios de las redes o buscadores como Facebook, Whatsapp, Google, Explorer, etcétera, no son los clientes de estas empresas. Lo son otras empresas que usan los datos, por ejemplo, para promover cierto consumo o influir en la visión del mundo de decenas de millones de personas. El negocio es vender los datos de los usuarios de las redes gratuitas a estos verdaderos clientes. Recomiendo el artículo de Dylan Curran en The Guardian sobre este tema, que demuestra fehacientemente que nuestros datos no son confidenciales y que quien los tiene nos conoce mejor que nosotros mismos.
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mamvas
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12:30 a.m.
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Donald Trump,
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viernes, 26 de diciembre de 2014
Por qué el Big Data entusiasma a las grandes empresas
Isidro Jiménez Gómez, Rebelión
Unas tarjetas llenas de agujeros estratégicamente colocados comenzaron la era de la computación, que hoy en día tiene mucho que ver con circuitos y chips, pero también con convertir todo lo que vemos, oímos u olemos a un lenguaje binario. Ceros y unos.
Durante décadas hemos convertido y también generado textos, canciones, fotos y reflexiones en todo tipo de formatos digitales, hasta almacenar unos 9.000 exabytes de información digital. Sin embargo, más del 90% de todo esto ha sido creado en los últimos años a partir de plataformas de Internet herederas de la cultura 2.0 y la participación activa de los y las internautas: Google procesa 24 petabytes diarios, 1.000 veces la cantidad de información alojada en la Biblioteca del Congreso de los EEUU; cada hora se suben a Facebook 10 millones de fotos nuevas y cada día se escriben más de 400 millones de tuits... Según investigadores de la Universidad de California en Berkeley, cada dos días se produce tanta información digital como todas las conversaciones que han tenido lugar en este planeta a lo largo de toda la Historia .
Unas tarjetas llenas de agujeros estratégicamente colocados comenzaron la era de la computación, que hoy en día tiene mucho que ver con circuitos y chips, pero también con convertir todo lo que vemos, oímos u olemos a un lenguaje binario. Ceros y unos.
Durante décadas hemos convertido y también generado textos, canciones, fotos y reflexiones en todo tipo de formatos digitales, hasta almacenar unos 9.000 exabytes de información digital. Sin embargo, más del 90% de todo esto ha sido creado en los últimos años a partir de plataformas de Internet herederas de la cultura 2.0 y la participación activa de los y las internautas: Google procesa 24 petabytes diarios, 1.000 veces la cantidad de información alojada en la Biblioteca del Congreso de los EEUU; cada hora se suben a Facebook 10 millones de fotos nuevas y cada día se escriben más de 400 millones de tuits... Según investigadores de la Universidad de California en Berkeley, cada dos días se produce tanta información digital como todas las conversaciones que han tenido lugar en este planeta a lo largo de toda la Historia .
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