Simon Johnson, Project Syndicate
Los líderes europeos están convencidos de que el capital bancario es "caro", en el sentido de que encarecer los requisitos de capital ralentizaría el crecimiento económico. Pero los últimos acontecimientos de la crisis griega nos demuestran que la verdad es justo lo contrario: es la ausencia de capital en los bancos europeos la que amenaza con hacer descarrilar el tren del crecimiento europeo y global.
El "capital" bancario hace referencia, simplemente, a sus fondos propios (qué porcentaje de sus obligaciones está en manos de sus accionistas, en lugar de deberse a unos acreedores como algún tipo de deuda). La ventaja de este capital propio es que puede "absorber deuda", es decir, que sólo cuando las pérdidas han consumido todo este capital es necesario distribuirlas entre sus prestamistas. Por tanto, el capital bancario es aquél que precisamente marca la diferencia entre un mal sistema de créditos y la insolvencia.