jueves, 11 de septiembre de 2025

Persistencia, ruptura y futuro del movimiento Azov


Nahia Sanzo, Slavyangrad

En el contexto presentado por el artículo sobre la «Guerra civil de Azov», puede sostenerse tanto la tesis de la continuidad como de la ruptura del movimiento Azov. Por una parte, los dos Cuerpos actuales con origen en Azov mantienen las características político-ideológicas heredadas del Azov histórico; y, por ello, existen, básicamente en la forma histórica en la que se constituyeron.

Por otra parte, no obstante, el conflicto entre las unidades de Prokopenko y Biletsky ha llevado a la ruptura del movimiento como estructura organizada única y unas referencias de liderazgo compartidas. Como recuerda Korotaev, hablar de un movimiento Azov unido ha sido ajeno a la realidad desde hace mucho tiempo, para cuya demostración palpable basta con recoger la dura afirmación del azovita de la Tercera Brigada Serhiy Bevz en Instagram: “¡Caballeros! Es hora de llamar a las cosas por su nombre, no con eufemismos convenientes. Hablar de un movimiento Azov unido ha dejado desde hace tiempo de tener algo que ver con la realidad. Por doloroso que sea. Por vergonzoso que sea para quienes han completado dignamente su camino terrenal”. Un aspecto esencial de esta ruptura, desde la perspectiva de la Tercera Brigada, es la deslegitimación por el grupo de Prokopenko del liderazgo de Biletsky.

Esto no significa, no obstante, que no exista futuro, desde luego militar, pero quizás también político, para los grupos herederos del movimiento Azov. La guerra les ha situado, de hecho, entre las referencias principales del mundo nacionalista que determina el funcionamiento del Estado de Ucrania. Y es preciso recordar que el movimiento Azov es, en lo esencial, un proyecto de movimiento destinado al control político-militar, desde la perspectiva de la ultraderecha nacionalista, del Estado ucraniano.

En ese camino, distintos factores pueden ser relevantes para el movimiento, desde los intereses políticos del presidente Zelensky hasta el acercamiento a un potencial escenario de crisis final del Estado de Ucrania, pasando por la influencia del principal apoyo actual a la Brigada de Prokopenko, los nacionalistas liberales o sorosianos (según la expresión de Korotaev, que con ese término califica a las personas y grupos subvencionados por becas y subvenciones del extranjero).

La relación con el establishment estatal

Los intereses del grupo de Zelensky

En la Ucrania militarizada y en guerra, para consolidar su mantenimiento en el poder, uno de los éxitos de Zelensky ha sido su capacidad de impedir que un solo comandante, incluso en casos como el de Valerii Zaluzhny, se conforme como referente de autoridad único para el conjunto del ejército y de la Guardia Nacional. Un artículo del diario ucraniano Strana del pasado 30 de abril señalaba, en este sentido, que el establishment Zelensky había conseguido eliminar toda subjetividad política relevante dentro los miembros del ejército o de la Guardia Nacional, en particular en todo lo relativo a Zaluzhny y a sus apoyos (por ejemplo, el radicalmente anti-Zelensky Mykhailo Zabrodsky).

En ese contexto, no obstante, el papel de los grupos vinculados al movimiento Azov resulta peculiar. De hecho, el artículo mencionaba dos excepciones a esa falta de subjetividad de las personalidades político-militares ligadas al ejército y la Guardia Nacional: las relativas a Denis Prokopenko y Andriy Biletsky. ”Ambos comandan ahora cuerpos, están muy presentes en los medios de comunicación y, junto con sus subordinados, de vez en cuando ofrecen valoraciones políticas sobre lo que ocurre, incluso críticas, expresando indignación por las acciones de las autoridades y el mando militar”, señalaba con razón Strana.

La razón puede vincularse con el control, señalado con frecuencia en círculos políticos, que ejercen sobre los dos grupos -en gran parte por razones financieras- las redes de Rinat Ajmetov, y a través de él, la propia Oficina del Presidente. Algunos comentaristas ucranianos llegan a sugerir que el apoyo de Ajmetov responde a una orden expresa del bloque político de Zelensky para controlar al movimiento Azov y acercar a sus fuerzas a la consolidación, tras la guerra, de los proyectos políticos al servicio del actual presidente.

En esta versión, recogida por Korotaev, el apoyo económico a los grupos Azov buscaría por tanto conformarlos como alternativa potencial para sumar, en el futuro, a los parlamentarios Azov a una posible coalición pro-Zelensky. Los grupos en torno a Prokopenko y Biletsky podrían así entrar en la Rada ucraniana y ayudar a conformar una mayoría junto al partido del actual presidente, restando apoyo y votos a los principales rivales nacionalistas de Zelensky, como el exjefe del ejército Zaluzhny o el expresidente Poroshenko. De esta forma, la permanente campaña de relaciones públicas de los grupos vinculados al movimiento Azov se situaría en un marco político que busca tanto el control como las alianzas con estos grupos frente al otro bloque central del nacionalismo militar, el que se pretende configurar en torno a Zaluzhny. En esta dirección, la hornada esperable de azovistas en el parlamento tendría como destino inyectar nueva sangre a una posible coalición futura pro-Zelensky.

Azov en una posible crisis de supervivencia del Estado ucraniano

Una de las consecuencias del control financiero ejercido sobre Azov por oligarcas como Ajmetov es la limitación de la autonomía de acción política de las unidades cercanas al movimiento. Por ello, el potencial rebelde de los grupos de Azov frente al actual sistema, en especial en un contexto de radical oposición a la salida de la guerra que pudiera aceptar el bloque de Zelensky, se ve limitado por las perspectivas de ocupar altos cargos en la política ucraniana tras un final de la guerra que pudiera liderar el actual presidente.

A ello se unen las tensas relaciones entre los grupos de Biletsky y Prokopenko, una circunstancia que dificulta una posible alianza entre ellos para avanzar, aunque fuera temporalmente, en un camino político conjunto, en particular si ello supone ir contra el gran patrón político-financiero, ligado directamente a las estructuras de poder de Zelensky. Además, la perspectiva de una salida pactada a la guerra ha dejado de ser un límite para los grupos Azov siempre que ello se base en la consolidación del Estado ucraniano como estado nacionalista, vinculado de forma clara a la Unión Europea y a la OTAN y radicalmente enfrentado a Rusia.

Todo esto es funcional, por supuesto, con la pretensión de Bankova de estimular la competencia mutua entre los comandantes militares y protegerse de movimientos bruscos por su parte. Como señala Korotaev, el establishment pro-Zelensky prefiere ver un movimiento Azov dividido y debilitado en lugar de uno único y unido. Aunque, al mismo tiempo, trata de controlar el grado de enfrentamiento entre los dos grupos con origen en Azov, tal y como ha podido observarse con la intervención en el caso Korynevych (con el bloqueo final para los usuarios ucranianos de la cuenta de Instagram de Doc, abanderado de las críticas más duras de la Tercera Brigada contra Prokopenko).

Un papel más autónomo de los grupos ligados al movimiento Azov sólo podría probablemente llegar a cristalizar en el caso de crisis del Estado o del régimen Zelensky, con riesgo de disolución o desintegración de las instituciones estatales. En tal caso, el control por Biletsky y Prokopenko de cuerpos del Ejército o de la Guardia Nacional, con alrededor de 50.000 combatientes, podría resultar determinante en momentos en los que el ejército, o facciones de este, pudieran realmente determinar el futuro del Estado. En circunstancias así, la superación, aunque fuera temporal, de las desavenencias podría resultar más factible. Sin embargo, en esa coyuntura, tendría gran relevancia la posición de las fuerzas nacionalistas, liberales y pro-occidentales, en Ucrania.

El papel de los liberales pro-occidentales

En realidad, no sólo Zelensky maneja o mueve los hilos en torno a Azov. Korotaev destaca así, en sus análisis, la estrecha relación existente entre el mundo de la 12ª Brigada Azov y lo que llama el ecosistema sorosiano de “periodistas, políticos y ONG unidos en torno a los lemas de «anticorrupción», «democracia» y «valores occidentales»” y que “dependen directamente del apoyo occidental”, trabajando muchos para la «Renaissance Foundation» y sus redes de subvenciones asociadas.

La principal explicación del apoyo de este bloque al azovismo es el papel de Azov en la caída de Yanukovich. El control posterior del Estado por las fuerzas pro-occidentales es el que ha permitido, no ya la victoria del nacionalismo ucraniano, sino sobre todo la victoria de un Euromaidan que en la UE se asimila al triunfo de los defensores de los valores liberales y pro-europeos: “Los azovitas fueron el músculo con el que los sorosianos destruyeron a sus enemigos políticos”, afirma Korotaev. Y lo siguen siendo puesto que son “los azovitas los que mueren en el frente, mientras los sorosianos tienden a dividir su tiempo entre las capitales occidentales y Ucrania”. De ahí que acabe concluyendo que este grupo sorosiano sea, en realidad, “tan nacionalista y sanguinario como los «nacionalistas» y que se constate la paradoja de que “hoy en día los seguidores de Azov apoyan mucho más un alto el fuego que los seguidores de Soros en Ucrania”.

Hay sin embargo algunas contradicciones entre los dos bloques. Por una parte, el mundo sorosiano, defensor del nacionalismo ucraniano y de su guerra, destaca ante todo por su apuesta por el liberalismo, alejándose tanto de la dimensión “rusa” de la cultura interna de Azov (con gran parte de su militancia procedente de los sectores anti-izquierdistas de las zonas del sureste de Ucrania, de lengua rusa dominante) como de sus coyunturales desviaciones “socialdemócratas”, en especial respecto a la defensa de la industria y de algunos colectivos trabajadores locales.

Por otra parte, también resulta decisiva en esa visión liberal la defensa de algunos valores clave, europeos, como el feminismo o la defensa de los derechos LGTBIQ+. Y es ahí donde destaca una aparente línea de cambio en la posición de la Brigada de Prokopenko que facilita el acercamiento entre sorosianos y esa parte del movimiento Azov. Y, así, es precisamente en estos medios liberales pro-occidentales donde el grupo de Prokopenko parece contar con más apoyos políticos en la Ucrania actual. Pero esta evolución no ha hecho sino incrementar la oposición de los azovitas de la Tercera Brigada de Biletsky al desviacionismo de la 12ª Brigada Azov.

Un ejemplo de lo que significa este proceso es la colaboración del grupo de Prokopenko, a través de uno de sus principales ideólogos, Vladyslav Dutchak, con la Academia de la Universidad Nacional de Kyiv-Mohyla (NaUKMA), bastión del nacionalismo liberal de izquierda en Ucrania, a pesar de la pretensión de toda la derecha ultranacionalista ucraniana de boicotear a la universidad por su oposición frontal a ceder sus instalaciones para una conferencia derechista sobre heroísmo militar. Se trata de una actuación que, a pesar del derechismo de la Brigada Azov, incluido el propio Dutchak, se vincula con una relativización del derechismo nacionalista formal del grupo para conseguir ser más aceptable en el contexto de los grupos del nacional-liberalismo ucraniano.

El acercamiento entre el grupo de Prokopenko y los sectores sorosianos también se ha visto favorecido por su fuerte oposición a un Korotkij, con extensión en parte a Biletsky, percibidos -de forma más bien extravagante- como posibles agentes rusos. El trabajo de Furmanyuk fue el origen principal de estas acusaciones, según un Korotaev que también nos habla de la influencia de otros extraños nacionalistas rusos emigrados (quizás en referencia a la relación de la Tercera Brigada con grupos como el RDK).

A juicio del promotor de Events in Ukraine, sin embargo, lo que realmente estaba en juego, para el grupo pro-occidental, era autonomizar a Azov de los oligarcas que les apoyaban, en particular Avakov y Kolomoisky, o que podrían converger en momentos puntuales, como parecía reflejar en algún momento las frecuentes apariciones de Korotkij y Biletsky en canales de televisión propiedad del prorruso Viktor Medvedchuk. Limitar el poder y la autonomía de los imperios de los oligarcas de comportamiento soviético, potencialmente limitativo de los objetivos occidentales, es un elemento central en la estrategia política de los nacionalistas liberales sorosianos en Ucrania. Korotaev recuerda, en el contexto previo a la guerra, el combate sorosiano contra Kolomoisky por su apoyo a los acuerdos de Minsk y a la distensión con Rusia, colocándose de nuevo el nacional-liberalismo sorosiano en una cuestión como esa en la extrema derecha del espectro político.

La transformación del movimiento Azov, en términos de alejamiento del mundo ideológico dominado por Biletsky, también puede observarse en la crisis de Serhii Filimonov, con la creación de su grupo Gonor (Honor). Korotaev vincula este movimiento a una alianza con los liberales sorosianos en Ucrania. De ser así, dado el papel de Zaluzhny en el acceso de Filimonov al liderazgo de los “Lobos de Da Vinci”, esta actuación situaría en parte al antiguo comandante de las Fuerzas Armadas de Ucrania como potencial referente principal del sorosianismo en Ucrania. Evitar la atracción de Prokopenko a esa alianza sería, por ello, decisivo para la supervivencia política a largo plazo de Zelensky.

¿Qué líder para Azov?

A pesar de las bazas del grupo de Prokopenko, algo parece estar cambiando, con una recuperación por parte de Biletsky del papel central en las apuestas para el futuro. La dinámica político-militar más reciente parece jugar, en este sentido, a su favor. El líder del hoy Tercer Cuerpo de las Fuerzas Armadas ucranianas es sin duda uno de los líderes político-militares que mejor ha sabido adaptarse a la dinámica de la guerra, con una valoración claramente positiva entre el público ucraniano, en especial el más comprometido en el conflicto con Rusia. Varios son los indicadores al respecto.

En lo relativo a la parte interna del movimiento Azov, Korotaev tiene razón en señalar que, en el caso Korynevych, Biletsky ha recibido el apoyo de toda la gama de organizaciones cívicas/paramilitares y canales de Telegram que forman parte de la familia Azov, incluyendo al grupo Centuria. De hecho, fuera de la 12ª Brigada Azov, ninguna figura política importante dentro del movimiento nacionalista ha mostrado apoyo explícito al grupo Prokopenko en este conflicto. Apenas algunos nacionalistas liberales han podido posicionarse del lado de Redis en comentarios de Facebook.

En su lucha con Prokopenko, Biletsky cuenta además con su vasta experiencia en el panorama político ucraniano. Aunque mantiene sólidas conexiones con prácticamente todos los oligarcas con influencia, parece haber superado, según Korotaev, la dependencia de un patrón oligárquico en particular, liberándose en especial de la fuerte dependencia de Avakov, y no limitando sus apoyos actuales a Ajmetov.

Biletsky sería objeto en la actualidad del apoyo más explícito por parte de la Oficina del Presidente Zelensky. Aunque sin marcar una completa ruptura con Prokopenko, que cuenta con el apoyo de las estructuras de Interior, la apuesta de la oficina presidencial sería más nítida en el caso del líder de la Tercera Brigada para contrarrestar, desde el nacionalismo militar, a Zaluzhny, y esa circunstancia es la que permitiría a Biletsky desarrollar su intensa campaña de relaciones públicas dentro de Ucrania.

La oposición sorosiana a Biletsky podría además matizarse. Y es precisamente en los medios pro-occidentales donde parece estar convirtiéndose claramente en el nuevo líder a apoyar. Su presencia mediática en Occidente está en nítido auge en 2025, con muy poca presencia, en cambio, de un Prokopenko que nunca parece disfrutar realmente de su posible presencia ante los medios.

Profundizando en el argumento, Korotaev sostiene que el ascenso mediático de Biletsky a lo largo de 2025 ha sido principalmente impulsado por publicaciones financiadas por Occidente, entre las que se encuentran las ligadas a uno de los socios comerciales de Soros, el financiero checo Tomas Fiala. La glorificación reciente de la Tercera Brigada en medios británicos muestra que no se trata de hechos ocasionales.

La importante presencia de Biletsky en los medios que son propiedad de, o están asociados con el expresidente Petro Poroshenko muestra además que, llegado el caso, el líder histórico de Azov podría decidir a quien apoyar: a Zelensky, pero quizás también a Poroshenko o a una alianza de éste con el sector Zaluzhny. Korotaev acierta al señalar que Biletsky no es un mero títere sin autonomía alguna respecto a las estructuras oligárquicas en Ucrania. Si por algo destaca es por tener un proyecto estratégico ultranacionalista para este Estado. En esa dirección cuenta con la baza esencial de controlar uno de los principales Cuerpos de las Fuerzas Armadas ucranianas, una de las bases de mayor poder real en la Ucrania moderna. De ahí que Korotaev destaque que uno de los principales objetivos actuales de Biletsky sea avanzar en su carrera militar para ganar influencia en el ejército. La perspectiva de ascenso al generalato es muy real para el actual líder del Tercer Cuerpo.

En la dirección expuesta, las opciones de resistencia del nuevo Primer Cuerpo Azov de la Guardia Nacional parecen limitadas, lo que podría explicar de hecho la intensidad de la campaña del grupo Prokopenko a raíz del ataque a Korynevych. Este bloque del movimiento Azov cuenta ciertamente, según Korotaev, con un destacable apoyo de importantes mujeres activistas y académicas liberales, pero no parece que eso pueda contribuir a redirigir hacia Prokopenko a las bases de hooligans del fútbol y de la extrema derecha nacionalista que, en su momento, contribuyeron a hacer fuerte al movimiento Azov y al propio Redis.

La opinión de Korotaev es que la lucha por el control de las unidades ligadas al movimiento Azov se intensificará y que acabará llevando al escenario que mejor controlan todos los participantes de ese movimiento, el de la violencia y el de los ajustes de cuenta. A este respecto, Robeson cita al jefe de la escuadra Neptuno de la brigada de Prokopenko para señalar que, ante el ataque a Korynevych, la 12ª Brigada Azov optó por seguir la vía de la legalidad y la justicia, denunciando públicamente los hechos, en vez de caer en la tentación de la revancha y la venganza directa que habría terminado probablemente con un enfrentamiento armado entre los herederos político-militares del movimiento Azov. De reproducirse acciones similares, sin embargo, “no se tratará de fracturas, sino de muertes, y entonces se habrá superado el punto de no retorno”, escribe Robeson al resumir la posición del oficial de Azov, vinculado a su ala de orientación más claramente neonazi.

Y es que, de entrar en la lógica de la verdadera guerra civil en el movimiento Azov -una guerra que Moss Robeson señalaría como el enfrentamiento entre los neonazis pragmáticos de Prokopenko y los intransigentes de Biletsky-, no se trataría ya de esa violencia menor que practican los hinchas juveniles desprovistos de grandes medios, apenas forjados en la dialéctica de los puños en las gradas de los campos deportivos. Sería, más bien, una verdadera guerra entre soldados que disponen de los mejores medios para el combate en Europa y que han llegado a adquirir una experiencia incomparable en el oficio de la implacable y despiada destrucción de las fuerzas enemigas.


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