Hedelberto López Blanch, Rebelión
Las proyecciones meteorológicas vaticinan que Europa se enfrentará a un crudo invierno a partir del entrante mes de septiembre por lo que su población necesitará el imprescindible gas para la calefacción, el cual se les dificulta adquirir por su alto precio y la escasez, debido a que sus dirigentes han seguido al pie de la letra aplicar las “sanciones” ordenadas por Washington contra Rusia.
El precio del gas ha subido estrepitosamente mientras el euro cayó por debajo o en paridad con el dólar lo que a la población le dificulta adquirirlo para poner la calefacción a la par que suben los costos de los alimentos.
En las actuales condiciones, el precio del gas se dispara por cualquier motivo como sucedió cuando Gazprom anunció que detendría el envío por el Nord Stream del 31 de agosto al 2 de septiembre por trabajo de mantenimiento en la única turbina que esta funcionando.
Recientemente, al comentar las medidas de austeridad que han empezado a imponer varios gobiernos de la Unión Europea ante la escasez de combustible (que por las presiones de Washington no quieren adquirirlo en rublos, moneda oficial del país euroasiático), el vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, Dimitri Medvedev preguntó: ¿qué pasará con el precio a finales de año, a 3.000 o 5.000 dólares?
Tras la afirmación de Medvedev, el precio estimado de los futuros de gas para la entrega en septiembre ascendió a 3.507 dólares por 1.000 metros cúbicos para el 26 de agosto, marcando así un valor récord en toda la operación de centros de gas en Europa desde 1996. La cifra semanal aumentó en casi 1.000 dólares, cerca de un 40%.
En una anterior e incisiva declaración el vicepresidente del Consejo de Seguridad detalló que la mejor forma de mantener a Europa sin el gas era congelar el Nord Stream 2, frisar los activos del Banco Central ruso, declarar el rechazo al gas ruso en los próximos dos años, negarse a comprar rublos para pagar el gas al tipo de cambio del contrato, realizar un registro en las oficinas de Gazprom en Alemania.
Eso es lo que han hecho los países de Europa occidental dejándose llevar por las órdenes emanadas desde Washington y seguidas ciegamente por altos funcionarios de los países de la Unión Europea.
El Nord Stream ha estado operando al 40% de su capacidad desde mediados de junio, motivado por los retrasos en la entrega de la turbina Siemens por las extorsiones impuestas por Canadá, a donde fue enviada para su reparación. Por una falla de otra turbina, el 25 de julio Gazprom tuvo que reducir los suministros por el gasoducto que opera actualmente al 20% de su capacidad, o sea, 170 millones de metros cúbicos por día.
Alemania, Polonia, Austria, Países Bajos y Grecia han comenzado a reabrir centrales eléctricas con el uso del carbón pese a los graves daños que eso conlleva para el medio ambiente.
Las extorsiones financiero-económicas impuestas al gigante euroasiático para tratar de debilitarlo no han dado el resultado esperado a Washington, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Japón o Canadá, sino por el contrario han provocado una nueva ola de inflación que afectó a los países occidentales y disparó los precios de la energía en todo el mundo.
Varios analistas internacionales informaron que numerosas compañías de esos países, por suspender sus negocios y actividades en Rusia, han perdido al menos 70.000 millones de dólares.
Explican los especialistas que el sector de la energía fue el más afectado con mermas totales por 54.900 millones de dólares. Asimismo, las empresas alimentarias y tabaqueras perdieron 7.700 millones de dólares; las de informática y los fabricantes de maquinaria, unos 4.900 millones y el sector bancario 3.700 millones.
Las corporaciones energéticas europeas como BP, Linde, Uniper y TotalEnergies, perdieron millonarias fortunas por la suspensión del gasoducto Nord Stream 2 y la cancelación de otros proyectos.
Entre las empresas que más sufrieron desde el inicio de las arbitrarias “sanciones” están McDonald’s, que dejó de percibir 1.200 millones de dólares, PepsiCo Inc, con 1.600 millones de pérdidas, y Carlsberg con 1.180 millones de dólares.
Como un efecto bumerang, la crisis esta perjudicando a disímiles sectores de la producción y los servicios.
Por ejemplo, las compañías privadas que controlan el turismo deportivo del esquí están nerviosas porque debido a la grave crisis energética que se avecina para el venidero invierno algunos gobiernos exigirán la paralización del uso de funiculares.
Directivos de Suiza y Austria han insinuado que esa sería una de las medidas para paliar el déficit de energía en el fuerte invierno y por tanto, los amantes del esquí no podrán resistir el esfuerzo de subir las empinadas cimas de nieves para después lanzarse en desenfrenada carrera por la extensa bajada.
Esperemos que el odio contra Rusia, que Washington ha sembrado entre sus aliados, se comience a disipar para bien de los habitantes y de las economías europeas. Las turbulentas aguas en que se mueve el viejo continente lo está ahogando… y enfriando.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario