Peter Schwarz, wsws
El sistema internacional de alianzas creado después de la Segunda Guerra Mundial se está rompiendo. Esta realidad se hizo evidente en la cumbre del G7, que concluyó el sábado en Taormina, Sicilia.
El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, dijo en víspera de la reunión, “No hay duda de que ésta será la cumbre del G7 más difícil en muchos años”.
La prensa europea ha identificado como causa de la crisis a la conducta provocativa y errática del presidente de EEUU, Donald Trump. Pero Trump es meramente la expresión de tendencias mucho más fundamentales. Casi una década después de la crisis financiera global, que llevó a la economía mundial al borde del colapso en 2008, los conflictos de intereses entre las potencias imperialistas han alcanzado un punto en el que ya no pueden reconciliarse a través de conversaciones y diplomacia. Esto quedó claro sobre todo en las áreas de política de comercio y cambio climático, dos de los temas más controvertidos en la cumbre.
El jueves, Trump criticó fuertemente la política económica de Alemania. En una reunión con Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, y Tusk en Bruselas, describió a los alemanes como “malos, muy malos”, y amenazó con detener la venta de autos alemanes en EEUU.
En la reunión siguiente de la OTAN, Trump denunció a los jefes de gobierno reunidos. “Veintitrés de 28 Estados miembros no están pagando lo que deberían estar pagando”, acusó. Esto era injusto para “el pueblo y los contribuyentes de Estados Unidos”.
En el vuelo a Italia, Gary Cohn, consejero económico de Trump, repitió sus amenazas. “Tendremos un debate muy polémico sobre comercio y hablaremos sobre lo que significa libre y abierto”, dijo. El asunto es hacer que las reglas del juego sean justas, agregó. EEUU “tratará a otros países como ellos nos traten a nosotros”.
Cohn describió el Acuerdo de París sobre cambio climático como “injusto” porque restringió el crecimiento económico en Estados Unidos y creó “condiciones desiguales para la competencia”. Habrá una “discusión bastante robusta” sobre el tema en la cumbre.
Trump prometió durante la campaña electoral que EEUU se retiraría del acuerdo sobre cambio climático, que se ultimó a fines de 2015 y desde entonces ha sido firmado por EEUU, China, las potencias europeas y varios países más. Los otros países del G7 —Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, Japón y Canadá— están advirtiendo contra la salida de EEUU.
El viernes se desarrolló una confrontación durante la primera orden de negocios en la cumbre. La delegación de EEUU bloqueó una propuesta para hacer frente a la crisis de refugiados, presentada por los anfitriones italianos.
El gobierno italiano, que juega un papel clave en el cierre del mar Mediterráneo a migrantes que huyen de las guerras en Medio Oriente y África, pretendía reconocer, al menos verbalmente, los derechos de los refugiados. Pero EEUU rechazó esto categóricamente. Según fuentes informadas, negociadores de EEUU no estaban preparados para negociar y mantuvieron su posición, “Tómenlo o no haremos nada”.
En el borrador de la declaración, a insistencia de Estados Unidos, hay sólo una oración sobre política de refugiados que establece, “Confirmamos el derecho de los Estados a controlar sus fronteras y establecer límites claros para la migración”.
La prensa europea y políticos protestaron furiosamente sobre los “métodos equivocados, brutales y groseros de Donald Trump” (el diario francés Le Monde). La indignación llegó a un punto culminante en Alemania.
Es posible que las potencias europeas se comporten con más cortesía y corrección política que el presidente estadounidense, pero persiguen sus intereses económicos y geoestratégicos globales de una forma tan inescrupulosa como lo hace él.
En el artículo principal sobre la visita de Trump a Bruselas, el diario alemán Süddeutsche Zeitung señaló que la UE está tratando de contrarrestar la política nacionalista “Estados Unidos primero” presentándose como defensores de los mercados libres. Agregó, “Los europeos están decididos a llenar el agujero que EEUU dejará tras el rechazo de Trump al comercio mundial. La Comisión Europea está negociando actualmente, en nombre de los Estados de la UE, unos 20 acuerdos de comercio alrededor del mundo, con países que incluyen a Japón, Singapur y Vietnam”.
Bajo la presión de la disminución del crecimiento económico, mercados financieros inestables y tensiones sociales crecientes, una lucha amarga está haciendo erupción una vez más entre los poderes imperialistas por los mercados, materias primas e influencia estratégica. Como durante la primera mitad del siglo XX, cada Estado-nación capitalista está tratando de obtener la ventaja y hacer retroceder a sus oponentes.
El antecesor del G7, el Grupo de los Seis (Canadá aún no se había unido), fue establecido en 1975 en respuesta a las primeras grandes crisis económicas en la era de posguerra. Los líderes de las seis economías más poderosas se reunieron en el palacio de Rambouillet para “discusiones de chimenea” con el fin de evitar la ruptura del sistema de Bretton Woods y que la primera gran crisis petrolera no condujera a la guerra comercial y el conflicto militar.
En 1998, el G7 se amplió para incluir a Rusia y se convirtió en el G8. Rusia fue expulsada en 2014 por su anexión de Crimea. Los conflictos y las tensiones entre los restantes miembros están creciendo ahora. Estos desarrollos no sólo ponen en cuestión la continuidad del G7, sino también de la OTAN, la alianza militar más importante de los últimos 70 años.
Observadores notaron el rechazo de Trump durante su visita a Bruselas a reafirmar su compromiso con el Artículo 5 de la OTAN, que compromete a todos los Estados miembros a acudir en ayuda de un miembro de la OTAN en caso de ataque.
El Financial Times comentó, “El fracaso del señor Trump en aprobar la cláusula de defensa mutua de la alianza fue un golpe duro. Nicholas Burns, que fue embajador de EEUU ante la OTAN el 11-S, lo describió como un ‘gran error’, señalando en Twitter que ‘cada presidente de EEUU desde Truman’ se ha comprometido a apoyar el Artículo 5. ‘No así Trump hoy en la OTAN’.”
La OTAN fue siempre una alianza militar reaccionaria, y ya sea en conjunto o como parte de coaliciones cambiantes ha jugado un gran papel en las guerras neocoloniales en Medio Oriente y África del Norte, y en la escalada militar contra Rusia. Pero si ahora se rompe por la presión de sus conflictos internos, haría que guerras entre las potencias occidentales sean otra vez posibles e incluso probables.
Como en 1914 y 1939, la crisis del orden global capitalista está conduciendo una vez más a la guerra. La única manera de evitar una catástrofe de este tipo es mediante la construcción de un movimiento internacional contra la guerra, que tiene sus raíces en la clase trabajadora y las luchas por un programa socialista.
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