miércoles, 12 de febrero de 2014

La disyuntiva europea: o derrota al neoliberalismo o agravará su crisis


Eduardo DiCola, Buenos Aires

A pesar de la resistencia popular el gobierno de Portugal por urgencias económicas insiste en vender 85 cuadros de Miró. El Primer Ministro italiano Letta anunció la privatización del correo, del astillero Fincantieri y parte del paquete accionario de Alitalia. En tanto Fiat, nave insignia de la industria italiana dejó de tener su domicilio fiscal en Italia. En España 80.000 propiedades recuperadas de los españoles desahuciados fueron puestos en manos de fondos buitre de EEUU. La principal estación del metro (subte) de Madrid “Puerta del Sol” por 3 millones de Euros fue rebautizada con el nombre de una empresa de telefonía celular, llamándose ahora estación “Vodafone Sol”. En Alemania crece la desigualdad y la necesidad de incrementar los planes de asistencia social.

De la mano de la crisis se fortalecen los movimientos de reafirmación nacionalista. Cataluña, el País Vasco, el norte de Italia, Escocia con referéndum para el corriente año. Movimientos independentistas como el Bávaro en Alemania, el Flamenco en Bélgica o el Sardo en Cerdeña, son solo algunos ejemplos del creciente consenso social que estos movimientos están ganando.

Con nuestras propias características esa historia ya la vivimos. Por entonces la condición de “sudacas” era suficiente argumento para que el Primer Mundo explicara nuestras desgracias. Nosotros como nietos vendimos las joyas de la abuela. Europa está recorriendo el mismo camino y por su larga existencia histórica, como bichoznos no solo enajenan los bienes de sus abuelos sino que además los de sus trastatarabuelos, tatarabuelos y bisabuelos.

La especulación financiera internacional y los poderes económicos hiper-concentrados aprehendieron a la política poniéndola a disposición de sus intereses. Formaron una tecnocracia que con la sola diferencia de matices justifican la pertenencia a distintos partidos, pero que en lo sustancial sostienen las mismas ideas económicas y defienden iguales intereses. Es la derrota de la política. Primero cooptaron a la dirigencia y sus partidos, los usaron en su propio beneficio y ahora con el argumento de la ineficiencia y corrupción los señalan como únicos responsables.

Pero lo que ocultan esos poderes económicos es que las riquezas que faltan en las economías en crisis están acumuladas en billones (doce ceros en nuestro lenguaje) de dólares en los paraísos fiscales, muchos de los cuales están en el propio continente europeo y otros en sus colonias de ultra mar.

Raymond Baker en el libro Capitalism´s Achilles Heel (El Talón de Aquiles del Capitalismo) ya calculaba en el 2005 que entre US$1,1 y 1,6 billones atraviesan ilegalmente las fronteras. A ese monto lo desagrega y dice que el 3% proviene de la corrupción, de un 30 a 33% de actividades delictivas y aproximadamente un 65% de fraudes empresarios como la evasión fiscal, manipulación de precios, transacciones falsas, precios de transferencias abusivos, entre otros.

En ese escenario los gobiernos y con ellos los partidos oficialistas van acumulando en su contra un creciente malestar social. La pérdida de consenso a su vez no es canalizada políticamente por el propio desprestigio de los opositores. Están pagando las consecuencias de haber abandonado las ideas como elemento de cohesión, organización y construcción de poder social que les permita decidir con independencia de la presión de los grupos corporativos nacionales y multinacionales. Los partidos mayoritarios se están desmembrando. Peor aún, han perdido hasta el instinto de supervivencia. Europa está jugando con fuego, avanza hacia densos y peligrosos nubarrones.
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*Ex Diputado Nacional de Argentina

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