domingo, 20 de octubre de 2013

¿Qué podemos esperar del alto el fuego presupuestario de Estados Unidos?

Robert Reich, SinPermiso

La guerra no ha terminado. No es más que un alto el fuego.

Los republicanos han aceptado finalmente financiar al gobierno federal hasta el 15 de enero y ampliar la capacidad del gobierno para pedir prestado (elevar el techo de la deuda) hasta el 7 de febrero Las dos partes se han comprometido a negociar un plan presupuestario a largo plazo de aquí a mediados de diciembre.

Independientemente de lo que suceda en las próximas negociaciones sobre el presupuesto, es dudoso que los republicanos de la Cámara traten de evitar que el techo de la deuda se eleve en febrero próximo. Cabezas mejor puestas en el GOP podrán señalar con el dedo la debacle provocada por el Tea Party en esta ocasión: la ira del público, dirigidas principalmente contra los republicanos; el malestar entre los líderes empresariales y los ejecutivos de Wall Street, que financian en gran parte a los republicanos, y la reacción muy negativa de los mercados de acciones y bonos, donde la clase media estadounidenses sitúa sus ahorros.

Los republicanos más cuerdos también podrán aducir que el presidente Obama cumple cuando dice que nunca va negociará sobre el techo de la deuda. El hecho de que lo hiciera en 2011 es ahora irrelevante.

Por otro lado, hay una posibilidad real de otro cierre del gobierno en enero. Para entonces estaremos bien en la atracción gravitatoria de las elecciones legislativas de 2014. Cada miembro de la Cámara buscan ser reelegidos, en su mayoría en distritos seguros (a menudo “apañados”) en los que sus principales competidores en las primarias es probable que sean de la derecha del Tea Party.

Estos oponentes les exigirán demostrar que han hecho para acabar con el Obamacare y reducir el tamaño del gobierno. El presidente y los demócratas han dejado claro que van a proteger Obamacare a toda costa. Lo que significa que la cuestión esencial entre hoy y el 15 de enero será el presupuesto federal. La amenaza de otro cierre del gobierno es la única gran palanca en la negociación que pueden blandir los republicanos de la Cámara con el fin de obtener lo que consideran "concesiones significativas".

Conocemos los parámetros del próximo debate sobre el presupuesto, porque ya lo hemos vivido. La Cámara de Representantes ya tiene el borrador republicano: el presupuesto elaborado por Paul Ryan. Incluye importantes recortes en Medicare (convirtiéndolo en un vale) y la Seguridad Social (privatizándola en gran parte), y recortes sustanciales en programas nacionales que van desde la educación a la infraestructura para ayudar a los estadounidenses más pobres. Los republicanos también pueden utilizar el secuestro del presupuesto como una baza negociadora, lo que continua ahogando indiscriminadamente el gasto público.

El Senado tiene su propia versión de presupuesto, que, por el contrario, reduce las subvenciones a las empresas, recorta los gastos de defensa, y aumenta los ingresos al anegar las lagunas fiscales para los ricos.

Aquí, me temo, es donde probablemente el Presidente ceda.

Ya ha puesto sobre la mesa una forma de reducir los futuros pagos de la Seguridad Social modificando la manera en que se calcula el coste de vida: el llamado índice de precios "encadenado" de los consumidores, lo que supone que cuando los precios suben, la gente economiza cambiando a alternativas más baratas. Esto no tiene sentido para las personas mayores, que ya gastan una parte desproporcionada de sus ingresos en medicamentos recetados, casa de salud y dispositivos médicos, cuyos precios han aumentado más rápido que la inflación. Además, la Seguridad Social no es responsable de los déficit presupuestarios. Todo lo contrario: durante años los excedentes se han utilizado para financiar todo lo que hace el gobierno.

El Presidente también ha sugerido un Medicare “según los medios”, es decir, proporcionando menos cobertura a los mayores de ingresos más altos. Esto puede ser sensible. El peligro es que se convierta en el comienzo de una pendiente resbaladiza que con el tiempo convierta Medicare en otro Medicaid, un programa que se considera dirigido a los pobres y por lo tanto vulnerable a los recortes presupuestarios.

Pero ¿por qué sugerir recortar Medicare, cuando el programa no es responsable de los grandes déficits presupuestarios que se prevén dentro de una década o más? Medicare es enormemente eficiente, sus costos administrativos son mucho más bajos que los seguros de salud comerciales.

El verdadero problema es el aumento de los gastos de asistencia sanitaria, junto con el envejecimiento de los baby boomers de la posguerra. La mejor manera de lidiar con ellos – que no sea un sistema universal de pago único - es utilizar el poder de negociación de Medicare sobre los proveedores para obligarles a cambiar del “pago por servicio” –sistema en el que los proveedores tienen todos los incentivos para realizar más pruebas y procedimientos-, al "pago por los resultados sanitarios", en el que los proveedores tendrían todos los incentivos para mantener a la gente sana. (La mejor manera de lidiar con el envejecimiento de la población estadounidense es permitir la entrada de inmigrantes más jóvenes en los Estados Unidos.)

En términos generales, el Presidente ha aceptado demasiado fácilmente el argumento de que el principal problema económico que enfrenta el país es un gran déficit presupuestario, cuando, en realidad, el déficit se ha reducido como porcentaje de la economía nacional. La única razón por la que se espera que aumente en los próximos años es, de nuevo, el aumento de los costes sanitarios.

Nuestro verdadero problema económico sigue siendo la escasez de buenos puestos de trabajo, junto con una mayor desigualdad. Cortar el déficit presupuestario puede empeorar ambos, al reducir la demanda total de bienes y servicios y eliminar toda una serie de programas de los que dependen los estadounidenses de ingresos más bajos.

El Presidente ha logrado una victoria significativa sobre los republicanos extremistas. Sin embargo, la lucha continuará. No debe perder terreno durante este alto el fuego.

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