La conferencia fue organizada por la CEPAL, la CAF-Banco de Desarrollo de América Latina, la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB), la Agencia Alemana de Cooperación Internacional (GIZ, por sus siglas en alemán) y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Alicia Bárcena añadió que durante la década de los 80 el crecimiento del producto interno bruto (PIB) fue muy variable, alcanzando en promedio 1,7% anual, mientras que los salarios reales cayeron 34% entre 1980 y 1990. Durante los años 90 el crecimiento tendió a recuperarse y llegó en promedio a 3,1% anual. Como resultado de este magro desempeño económico, que incluyó también un aumento del desempleo, la incidencia de la pobreza se elevó considerablemente en los primeros años.
"Las consecuencias de la crisis de deuda también implicaron en varios casos una modificación muy profunda de las estrategias de desarrollo, del rol que debieran jugar el Estado y los actores privados en la economía y la protección social"... Esto demostró que "se requiere una visión más amplia de la estabilidad macroeconómica, cuyos objetivos no se limiten a la reducción de la inflación y el equilibrio de las finanzas públicas, sino que se extiendan a la esfera real de la producción, incluidas la magnitud y la estabilidad del ritmo de crecimiento de la economía y el empleo", declaró Bárcena.En su opinión, la política macroeconómica debe incluir objetivos de mejora de la distribución del ingreso y de cambio estructural, la estabilidad real y estabilidad nominal deben retroalimentarse de manera positiva. Bárcena destacó que
"es el momento de repensar el desarrollo, de plantearnos una agenda de futuro, cuyo pilar sea una nueva arquitectura estatal que se oriente hacia un cambio estructural virtuoso para la mayor igualdad con base en la titularidad de derechos a los ciudadanos". A su juicio, "es ahora cuando se puede poner los cimientos para crear más productividad por la vía de la industrialización con innovación y el empleo con derechos plenos para el desarrollo sostenible".En la conferencia participaron reconocidos académicos de la región y profesionales que enfrentaron la crisis de los 80 desde sus respectivos gobiernos. También contó con la participación de Enrique Iglesias, secretario iberoamericano; Enrique García, presidente ejecutivo de la CAF; Verónica Villarespe, directora del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y Jan Peter Schemmel, director de GIZ en México.
Enrique Iglesias indicó que se deben tomar en cuenta varios pilares para analizar el tema de la crisis: el sistema económico internacional, los niveles de contagio dada la gran expansión de las finanzas mundiales, la sicología donde encontramos corrientes optimistas y pesimistas y el rol del Fondo Monetario Internacional (FMI). Enrique García señaló que América Latina tuvo que reconocer que el problema no era de liquidez, sino de solvencia. "Aprendimos la lección en una forma bastante dura", dijo, agregando que la región "aún no sale de la trampa", y que si se quiere resolver el problema será necesario crecer a 6%, además de fortalecer las instituciones, crear infraestructura y fomentar una transformación productiva.
Villarespe precisó que el problema de la deuda fue un pretexto para la introducción de nuevas políticas que permitieron concentrar aún más el ingreso en la región y, a 30 años de la crisis, llamó a recuperar las enseñanzas que dejó para cada uno de los países. Por su parte, Jan Peter Shemmel, de GIZ, reconoció que hacer una sesión de análisis de la deuda en América Latina es muy relevante a la luz de lo que ocurre ahora en Europa. "Europa sí puede aprender de América Latina", señaló el funcionario alemán.
En Europa, en general, nos sobra la soberbia como para creer que podemos aprender algo de américa Latina.
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