Sam Pizzigati, Sin Permiso
El creciente clamor público para que se suba los impuestos a los ricos en EEUU tiene a los ideólogos conservadores cada vez más preocupados. Y con razón. Los datos no están de su parte… ni tampoco la Historia.
A lo largo de todo el país, ha empezado a oírse una consigna sencilla pero poderosa en contra de los recortes salvajes del gasto público. "¿Cómo acabar con el déficit?" proclaman los manifestantes. "¡Subid, subid, subid los impuestos a los ricos!"
Esa idea, por desgracia, todavía no ha calado en muchos de los despachos de legisladores. La semana pasada, en la capital del país, el Republicano Jan Schakowsky de Illinois sí lanzó un paquete legislativo para subir los impuestos a las rentas de más de 1 millón de dólares, pasando del actual tipo marginal del 35% a una horquilla de nuevos tipos que variaría entre el 45% y el 49%.
Pero el debate fiscal en el Congreso sigue girando casi exclusivamente sobre la cuestión de los recortes, sin prestar atención alguna a las enormes fortunas de los súper ricos que siguen sin estar gravadas. Y en los parlamentos estatales, casi siempre la misma historia.
Pero entonces, ¿por qué han empezado a sudar los voceros de las grandes fortunas de EEUU? Porque se han percatado del nuevo clamor –por parte de los sindicatos y la sociedad civil a lo largo de todo el país– pidiendo mayores impuestos para los "multimillonarios". Y porque han echado también un vistazo a las encuestas: casi un 80% de los estadounidenses, señalan las últimas que se han llevado a cabo, quieren subir los impuestos a nuestros ricos.
Los apologistas de la clase ultra acomodada, ante el empuje de esta marea que grita "más impuestos a los ricos", han empezado a organizar su correspondiente ataque preventivo. Subir los impuestos a los ricos, reza su nuevo argumento, difícilmente va a servir para enjugar el déficit porque, como sostiene el editor de National Review, Kevin Williamson, "no hay el suficiente número de ricos".
El National Review, la publicación más reverenciada de la derecha, soltó dos cargas de profundidad la semana pasada que iban en esta línea. Williamson, el editor adjunto de la revista, terminó su artículo volviendo de nuevo a los viejos mitos y tópicos fiscales de la derecha. Los ricos, dice, o bien van a librarse de la subida de impuestos mediante tretas legales o bien se van a marchar a jurisdicciones con menor presión fiscal.
Su colega en National Review, Robert VerBruggen, trató de abordar la cuestión en cifras a partir de las declaraciones fiscales de 2008, para sostener su afirmación de que "si no podemos subir también los impuestos a todas aquellas personas que no son ricas, el impuesto sobre la renta no será de mucha ayuda para que aumente la recaudación". Pero los datos, si se analizan en detalle, no apoyan dicha conclusión.
En 2008, el año más reciente para el que se dispone de los registros completos del IRS (la agencia tributaria de los EEUU – N. del T.), los contribuyentes que ganaban más de 200.000 dólares anuales pagaron al gobierno federal, después de explotar todos y cada uno de los vacíos legales que pudieron encontrar, solamente un 21,8% de su ingreso total.
Eso es considerablemente menos de lo que pagaban los más opulentos de EEUU, y también después de evadir todo lo evadible, hace 50 años. En 1961 los contribuyentes que ganaban más de 27.000 dólares –el equivalente a unos 200.000 dólares actuales– pagaban, de media, impuestos por valor de un 31,3% de su ingreso total.
Pero incluso los contribuyentes que ganaban todavía más hace 50 años pagaban también más que ahora al Tío Sam. En 1961, los ingresos anuales por encima de los 400.000 dólares –lo que vendrían a ser 3 millones de los de hoy– afrontaban un tipo impositivo del 91%. Hoy en cambio las rentas de más de 3 millones de dólares pagan un 35% de impuestos.
Este tipo del 91%, recuerden, solo era de aplicación en 1961 a los ingresos que superasen los 400.000 dólares. Las rentas por debajo de ese umbral pagan tipos más bajos. E incluso algunos tipos de rentas por encima de los 400.000 dólares, las de capital por ejemplo, también afrontaban menores tipos impositivos.
Así que, ¿qué parte de su ingreso total pagan de verdad los auténticos ricos de 1961? Los contribuyentes con una renta por encima de los 135.000 dólares –el equivalente a 1 millón de dólares hoy– acababan pagando una media del 43,1% de su renta total en impuestos federales.
En 2008, quienes ganaron más de 1 de dólares le dieron al Tío Sam solamente un 23,1% de sus ingresos. En otras palabras, los auténticos ricos pagaban hace 50 años casi el doble de impuestos al gobierno federal que lo que pagan los ricos de ahora.
¿Cuánta más recaudación podría llevarse el Tío Sam hoy si nuestros contemporáneos ricos pagasen como impuestos la misma proporción de su renta que pagaban los ricos de 1961?
El Joint Committee on Taxation del Congreso (Comité Conjunto sobre Impuestos – N. del T.) hizo una previsión el año pasado que estimaba que los contribuyentes que ganan más de 1 millón de dólares iban a declarar a hacienda un total de más de 1,1 billones de dólares de renta. Y las declaraciones de aquellos que ganan entre 200.000 y 1 millón de dólares sumarían otros 1,9 billones.
Toda esta gente podría pagar unos alucinantes 382.000 millones más de dólares en impuestos si tuviesen que tributar según los tipos efectivos de 1961, los que de hecho afrontaban los ricos de hace 50 años después de haber aprovechado todo resquicio legal posible.
Eso es casi 4 veces más que los 100.000 millones que los conservadores en el Congreso tratan de rebajar del presupuesto de este año recortando en todo tipo de partidas, desde el programa Head Start (para atender la salud y el aprendizaje temprano de los niños en familias de bajos ingresos) y las ayudas para estudiantes universitarios hasta la propia televisión pública.
Los recorta-presupuestos del Congreso van también tras el IRS. Quieren cargarse otros 285 millones de dólares de los fondos que tiene la Agencia para controles fiscales, en un momento en el que, tras los oscuros años de Bush, el IRS finalmente ha empezado a ser algo más serio en las auditorías a las declaraciones de impuestos de las clases pudientes de los EEUU. El año pasado, las auditorías de declaraciones por encima de los 10 millones casi se duplicaron, hasta el 18,4%.
¿Por qué necesitamos más controles en la parte alta de la distribución de ingresos? El último informe del IRS sobre la evasión fiscal (IRS Oversight Board report) estima que perdemos del orden de los 290.000 millones de dólares al año en impuestos no pagados y, según un estudio de 2008, los contribuyentes de mayores ingresos esconden tres veces más renta de la que defrauda un ciudadano medio.
Así la conclusión es la siguiente: gravar a los ricos con los tipos impositivos que había hace medio siglo –y esforzándose más para garantizar que paguen lo que les toca– conllevaría que este año se recaudase a nivel federal aproximadamente medio billón de dólares más.
A subir, subir y subir los impuestos a los ricos pues.
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Sam Pizzigati edita Too Much, un semanario electrónico sobre abusos y desigualdades publicado por el Instituto de Estudios Políticos, con base en Washington. Este artículo está tomado de Sin Permiso
Ver también: Stiglitz: se radicaliza la desigualdad en el mundo, Bernanke asesinó a la clase media en Estados Unidos
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