Egipto está en el centro de la atención mundial y así lo he señalado en estos post. Ahora es Mohamed El-Erian, máximo ejecutivo de Pimco, quien reflexiona sobre estos sucesos que han conmocionado al mundo.
Los sucesos ocurridos en Egipto han cogido a muchos, posiblemente a todos, por sorpresa, tanto dentro como fuera del país. Por ello, los gobiernos e instituciones de todo el mundo están poniéndose al día y reaccionando ante unos acontecimientos especialmente enérgicos e inusuales.
Desde hace una semana, Egipto vive una serie de protestas sin precedentes, tanto por su alcance como por su magnitud. Ciudadanos de todas las profesiones y condiciones sociales han salido a la calle exigiendo un cambio. Un pueblo que se caracteriza normalmente por su pasividad y docilidad está protagonizando la actualidad nacional y mundial, muy por delante de los líderes políticos, e intenta ahora imponer su voluntad colectiva sobre el desenlace.
El Gobierno, presidido por Hosni Mubarak, ha reaccionado con una serie de medidas que hasta hace sólo una semana eran improbables, por no decir impensables. Hay un nuevo primer ministro, el Gabinete ha sido sustituido, y por primera vez desde 1981, Egipto cuenta con un vicepresidente. Aunque nada de esto ha servido para calmar los sentimientos en la calle, sí ha avivado la preocupación por una mayor inestabilidad en el país y en la región.
La evolución de Egipto en los próximos días y semanas es objeto de una gran inquietud, y no sólo para los egipcios, sino también para la economía mundial. Su importancia es inusual y, para muchos, desconocida.
A diferencia de China, Egipto no es una fuente principal de demanda mundial ni un exportador destacado. A diferencia de los países ricos en materias primas, Egipto no influye directamente en los precios mundiales, pero sí es un catalizador importantísimo, y como tal ejerce una influencia indirecta en muchos otros países.
Gracias a su control del Canal de Suez, Egipto es un destacado guardián del comercio mundial. Y lo que es más importante, su papel y su ubicación en Oriente Medio lo convierten en un protagonista destacado de la promoción de la estabilidad geopolítica en una zona propensa a la volatilidad.
Claves para el análisis
La dirección que adopte el país afectará al bienestar de la economía mundial y a la estabilidad de los mercados financieros mundiales. Para analizarlo es necesario recordar cuatro cuestiones.
Primero, es fundamental la noción del llamado cambio, o de lo que algunas personas de Washington llaman una transición ordenada. Todos, incluido el Gobierno egipcio y los movimientos opositores, están de acuerdo en que el país no puede volver a la posición en la que se encontraba hace días; y todos desean evitar el caos. Pero difieren enormemente en el significado del cambio y en cómo lograrlo.
Segundo, depende de cómo evolucione la oposición a partir de ahora. Deben canalizar sus protestas a viva voz en una futura agenda factible y detallada. Es un elemento fundamental no sólo para la estabilidad interna de Egipto, sino también para contrarrestar la preocupación existente fuera por la posibilidad de que lo que es indudablemente ahora un movimiento secular pueda terminar secuestrado por los teócratas.
Tercero, Egipto no es un país indefenso. Dispone de una base económica sólida, posee unas grandes reservas internacionales y una mínima deuda externa. Y lo que es más importante, el ejército es respetado y valorado por la mayoría de los ciudadanos. Los militares entienden perfectamente lo que está en juego. A diferencia de otros países en vías de desarrollo, el ejército, si así se le pide, está dispuesto a apoyar las reformas económicas y políticas, incluidas unas elecciones libres y justas.
Para finalizar, aunque la inestabilidad se ha visto promovida por factores internos, sería una locura ignorar la aportación del exterior. Los egipcios sufren el alza de los precios de las materias primas y de la inflación en los alimentos. Este problema se agravará si otros gobiernos del mundo elevan sus reservas de productos alimenticios para protegerse contra el malestar social.
Nadie puede predecir lo que sucederá en Egipto. La situación es inaudita y hay muchas piezas móviles y cuestiones de herencias en juego.
Mi instinto me dice que en los próximos días y semanas el país encontrará una manera de conseguir el cambio. Y tanto si mi instinto me engaña como si no, sería recomendable que los gobiernos de todo el mundo aprendieran la lección de estos sucesos históricos.
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Mohamed A. El-Erian. Máximo responsable ejecutivo de Pimco.
Tomado de © Bloomberg, El Economista
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