El renminbi (o Yuan) chino gana terreno como valor de reserva dado que el imperio de EE.UU. decae y asciende el asiático.
Nouriel Roubini
El siglo XIX estuvo bajo el dominio del imperio británico, y el siglo XX bajo el de los Estados Unidos. Ahora podemos estar ingresando al siglo asiático, que dominan una China en ascenso y su moneda.
Si bien la condición del dólar de principal moneda de reserva no se desvanecerá de la noche a la mañana, ya no podemos darla por descontado. Antes de lo que pensamos, otras monedas pueden desafiar al dólar, y lo más probable es que se trate del renminbi chino. Eso tendría un grave costo para los Estados Unidos, dado que desaparecería su capacidad de financiar el déficit presupuestario y comercial.
Tradicionalmente, los imperios que tienen la moneda de reserva global son también acreedores extranjeros y prestadores netos. El imperio británico declinó -y la libra perdió su condición de principal moneda de reserva global- cuando Gran Bretaña se convirtió en deudor y tomador de préstamos neto en la Segunda Guerra Mundial.
En la actualidad, los Estados Unidos se encuentran en una posición similar. Tiene grandes déficits comercial y presupuestario y depende de la buena voluntad de acreedores extranjeros inquietos que empiezan a sentirse incómodos ante la idea de acumular aún más activos en dólares. La consecuente caída del dólar puede no ser más que cuestión de tiempo.
¿Pero qué podría reemplazarla? La libra británica, el yen japonés y el franco suizo siguen siendo monedas de reserva menores, ya que esos países no son grandes potencias. El oro continúa siendo una reliquia bárbara cuyo valor sólo aumenta cuando la inflación es alta. El euro se ve afectado por los temores respecto de la viabilidad a largo plazo de la Unión Monetaria Europea. Lo único que queda es el renminbi.
China es un país acreedor que tiene grandes superávits de cuenta corriente, un déficit presupuestario reducido, una deuda pública mucho menor en relación con el PBI que la que tienen los Estados Unidos y un firme crecimiento. Por otra parte, ya toma medidas para desafiar la supremacía del dólar.
Beijing propone una nueva moneda de reserva internacional bajo la forma de derechos especiales de giro (una canasta de dólares, euros, libras y yenes). China pronto querrá que su propia moneda integre la canasta, así como que se utilice el renminbi como forma de pago en el comercio bilateral.
Por el momento, sin embargo, el renminbi dista de alcanzar la jerarquía de moneda de reserva. China tendría antes que flexibilizar las restricciones en relación con el dinero que entra y sale del país, hacer que su moneda tenga plena convertibilidad para esas transacciones, seguir adelante con sus reformas financieras internas y dar mayor liquidez a sus mercados de bonos. Al renminbi le llevaría mucho tiempo convertirse en una moneda de reserva, pero podría pasar.
China ya se ejercitó con el establecimiento de canjes de divisas con varios países (entre ellos Argentina, Bielorrusia e Indonesia) y al permitir que instituciones de Hong Kong emitan bonos con denominación en renminbis, lo que constituye un primer paso hacia la creación de un mercado local e internacional para su moneda.
Si China y otros países diversifican sus reservas y se apartan del dólar -y en algún momento lo harán-, los Estados Unidos se verán afectados. Porque obtienen importantes ventajas económicas de la condición de moneda de reserva del dólar.
En particular, el mercado fuerte del dólar permite que los estadounidenses tomen crédito con mejores tasas. Así pueden financiar déficits mayores durante más tiempo y a tasas de interés menores, al tiempo que la demanda extranjera mantiene el rendimiento de los bonos del Tesoro en un nivel bajo.
Los Estados Unidos pueden emitir deuda en su propia moneda en lugar de hacerlo en una moneda extranjera, trasladando así a sus acreedores las pérdidas de una caída del valor del dólar. El hecho de que el precio de las materias primas se fije en dólares también significa que una caída del valor del dólar no deriva en un aumento del precio de las importaciones.
Imaginemos ahora un mundo en el que China pudiera prestar y tomar préstamos en el ámbito internacional en su propia moneda. El renminbi, ya no el dólar, podría terminar por convertirse en un medio de pago en el comercio y en unidad en la que valuar importaciones y exportaciones, así como en un medio de concentración de valores por parte de inversores internacionales. Los estadounidenses pagarían el costo.
Tendrían que pagar más por los productos importados, y también aumentarían las tasas de interés, tanto sobre la deuda privada como sobre la pública. El mayor costo privado del crédito podría llevar a un debilitamiento del consumo y la inversión y a un crecimiento más lento.
Esa declinación del dólar podría llevar más de diez años, pero puede producirse antes si Estados Unidos no pone orden en sus finanzas. Los Estados Unidos deben controlar el gasto y la toma de crédito, además de buscar un crecimiento que no se base en burbujas crediticias y de activos.
Durante los últimos veinte años los Estados Unidos gastaron más de lo que ganaron, lo que aumentó sus obligaciones en el exterior y acumuló deudas que pasaron a ser insostenibles. Un sistema en el que el dólar era la principal moneda global permitió prolongar un endeudamiento insensato.
Ahora que la posición del dólar ya no es tan segura, EE.UU. debe cambiar de prioridades. Eso comprenderá invertir en su deteriorada infraestructura, en recursos alternativos y renovables y en capital humano productivo, y ya no en casas innecesarias ni en innovaciones financieras tóxicas. Esa será la única manera de aminorar la declinación del dólar y de mantener la influencia de EE.UU. en los asuntos globales.
Copyright Clarín y The New York Times, 2009. Traducción de Joaquín Ibarburu.
Tomado de diario El Clarin
Segun informes al dolar le queda un margen de 6 meses para estabilizarse, si no lo consigue,podemos ver cambios en la hegemonia del dolar y ver como sube el oro.
ResponderBorrarsaludos cyberdemocraticos