Si hasta ayer se decía que los productos chinos eran baratos porque a los trabajadores se le pagaba con un plato de arroz, hoy la situación de ese país es bastante diferente. La nueva locomotora mundial que dentro de diez años desplazará a los EEUU en todos los planos tiene razones de sobra para exigir la parte que les corresponde. Y prueba de ello es el gran aumento en el consumo de alimentos, especialmente de leches y cereales.
China comenzó hace muy poco a consumir lácteos, y los quesos, junto a ser toda una novedad, son también una nueva cultura. ¿Por qué consumirlos? Porque la información ilustrada señala que la leche ayuda a crecer, y en una cultura donde la altura puede ser algo deseable, como en otras la delgadez o el tono bronceado, lo hacen imperativo.
El consumidor occidental se olvida de la campaña que hace un par de años inundaba las calles y los andenes del metro con el "Yo tomo leche". Pues bien, uno de los productos más exitosos en la sana y rebosante economía china es una píldora para el crecimiento que se promociona por la TV a toda hora y que obliga a desembolsar el equivalente a 13 dólares. Más aún con la garantía de devolver el dinero si no se obtienen los resultados esperados. Está orientada a un público de 12 a 21 años. Y, por cierto, recomiendan tomar la pastilla con mucha leche... harta leche. No es la única razón, ni la más importante, pero en algo ayuda a comprender la actual crisis alimentaria que se escapó de las manos, una vez más, por un error de cálculo al no ponderar las ganas y necesidades auténticas de otros. Como estas ganas de crecer, que tienen al mundo en un crack y con el hambre a la vuelta de la esquina.
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