Brasil, nuevo motor de la economía mundial

Mientras la economía estadounidense decrece y arrastra en su caída a varios países emergentes, incluído Chile, el gigante de América Latina se mantiene en pie. Aunque en el último decenio el crecimiento de Brasil fue claramente inferior al de Rusia, India y China, países con los que forma el grupo de los BRIC, esta vez se está convirtiendo en uno de los motores del crecimiento mundial. Al hecho de pasar a convertirse en una potencia global en agricultura y recursos naturales, se ha incorporado un ingrediente clave a la hora de los cálculos: la solidez de su moneda. Esto ha ayudado a desatar la mayor explosión de prosperidad que el país ha visto en tres décadas, lo que ha atraído una multitud de inversionistas extranjeros y ha provisto un motor de crecimiento y optimismo a la alicaída economía mundial.

La estabilidad de Brasil ha servido de trampolín para que millones de pobres asciendan a la clase media, la cual se ha convertido en el mayor sector de la población en un país que durante años se destacó por la amplia brecha entre los muy ricos y los muy pobres, según los datos del Coeficiente de Gini. Por su parte, la petrolera estatal Petróleo Brasileiro S.A. hizo varios hallazgos en alta mar que podrían catapultar a Brasil a la élite de los países exportadores de petróleo.

Con una población de 190 millones de habitantes, Brasil es la única del grupo de las BRIC sin armas nucleares, aunque puede ser la más segura de todas. Mientras India debe vigilar a Pakistán, su vecino poseedor de armas nucleares, Brasil se ha convertido en un refugio seguro donde su riqueza de recursos naturales permite mirar con confianza el futuro proximo. De hecho, la empresa Chilena Masisa construye una planta de 130 millones de dólares para producir madera comprimida, y la alemana ThyssenKrupp invierte US$ 4.600 millones para construir una de las más modernas plantas de acero del mundo.
En lo que va del año, la inversión extranjera directa se encamina a superar con holgura el récord de US$ 34.600 millones del año pasado. Es más dinero que el que fue a parar a India, que tiene una población seis veces mayor.