lunes, 31 de diciembre de 2007

AJUSTÁNDOSE A LA BAJA



Las expectativas económicas con que Chile inició el año fueron con un crecimiento en torno al 6,5 % y una inflación cercana al 3,5 %. El año termina con una inflación en torno al 7,8% (más del doble de la meta), un crecimiento que bordea el 5,3%, y un aumento en el desempleo que da un panorama más bien desalentador y no lo festivo que el gobierno pretende.

Estas magras cifras son acordes al mediocre promedio que ha sacado el Ejecutivo (nota 4,3 en las encuestas, en escala de 1 a 7), o sea, aprobando “con lo justo”.

Por otro lado, la evolución que ha tenido en los últimos meses el IMACEC, con una tendencia decreciente, da cuenta de un escenario más bien adverso. El informe del Banco Central muestra que la desaceleración de las empresas, y más aún de las pymes, está afectando sensiblemente la estabilidad futura de la economía. Así y todo, el Banco Central subió la tasa de interés con lo que contraerá aún más los niveles de producción. Esta medida es abiertamente contraproducente y como sus resultados se verifican en el largo plazo, sólo al final del próximo año los análisis mostrarán el error. No sería la primera vez que el Banco Central se equivoca, pero quizá si la primera en que el debut del nuevo presidente, esta vez, José De Gregorio, sería fatídico.

Dadas las características propias de nuestro medio, ha sido la demanda interna la que ha mantenido el impulso en el mediano plazo. Pero ya asoman síntomas de menor dinamismo y el ciclo expansivo tiende a revertirse. El efecto dólar ha tenido consecuencias perniciosas: por un lado abarata el producto importado estimulando fuertemente la avalancha asiática de fin de año. El dólar barato afecta nuestras exportaciones al recibirse menos divisas. Por ello las autoridades debieran pensar en el auténtico rol de un Banco Central y si vale que la meta de inflación sea su único objetivo, que además, motivada en todo caso por el alza del petróleo, el transporte y la energía, no se ha cumplido.

Otro trago amargo lo constituye el pobre desempeño de las PYMES, que atrapadas en la invasión de productos asiáticos ven disminuir su potencial y deben sobrevivir al 50 o 40% de su capacidad, lo que tiende a hacer crecer sus costos originando una espiral fatal de práctico exterminio. Por ello que la situación es brutalmente inestable y los resultados globales se hallen lejos de sus objetivos. No por nada todos los "ajustes" del último período han sido a la baja. Y si a estos hechos sumamos la situación externa, con países al borde de la recesión, constatamos estar en medio de un auténtico escenario pre-crisis.

Marco Antonio Moreno

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