miércoles, 10 de diciembre de 2025

Presión estadounidense; contrapropuesta europea


Nahia Sanzo, Slavyangrad

La cumbre del “E3”, Alemania, Francia y Reino Unido, que el lunes acogió en Londres a Volodymyr Zelensky, terminó tal y como se esperaba, con la reafirmación del apoyo a Ucrania mientras sea necesario, duras declaraciones contra cualquier posibilidad de una paz que implique cesiones territoriales y optimismo absoluto sobre el “préstamo de reparación” con el que la Unión Europea y el Reino Unido aspiran a financiar la guerra de Ucrania durante al menos dos años más con la esperanza de que un colapso ruso otorgue a Kiev la posición de fuerza con la que aspira a negociar. Para convencerse de que ese escenario no es una quimera que requeriría enormes cantidades de recursos e implicaría miles de vidas perdidas por una mejora que nunca va ser lo suficientemente decisiva para obligar a Rusia a retirarse, los líderes europeos como Emmanuel Macron se aferran a aspectos como “el hecho de que Ucrania está resistiendo en esta guerra y el hecho de que la economía rusa está empezando a sufrir”, ambos argumentos utilizados desde hace tres años y medio sin que Kiev haya conseguido nunca poner a Rusia entre la espada y la pared.

“Podría ser un momento decisivo para todos nosotros”, añadió Friedrich Merz, principal promotor de la idea del préstamo con el que Ucrania podría continuar luchando y adquiriendo de Estados Unidos las armas que Washington ya no subvenciona. “Todos sabemos que el destino de este país es el destino de Europa”, sentenció para añadir que “esa es la razón por la que estamos intentando descifrar qué podemos hacer”. Entre eso que los países europeos consideran que pueden hacer está presionar a Estados Unidos haciendo inviable el documento que el trumpismo ha tomado como base para la negociación. “Tenemos muchas cartas”, afirmó Macron el lunes en referencia a las formas disponibles para ayudar a Ucrania. Las cartas a las que se refiere el presidente francés consisten en el uso de Ucrania contra Estados Unidos y la eliminación de los activos rusos de la ecuación de la negociación de paz.

En sus apariciones mediáticas previas a su reunión con el trío de líderes europeos en Londres, Volodymyr Zelensky señaló tres aspectos clave en los que no hay acuerdo ni Ucrania puede permitirse ceder, el aspecto territorial, las garantías de seguridad y la financiación. No es casualidad que esos tres aspectos sean los señalados por los países europeos en la contrapropuesta que rápidamente improvisaron unas horas después de que se filtrara el plan de 28 puntos negociado por Steve Witkoff. Absolutamente fuera de la realidad, el plan europeo era una edición de su contrapropuesta de primavera en la que apenas se modificaba el formato para adaptarlo a la estructura de la propuesta estadounidense. En esa enmienda a la totalidad al documento de Witkoff, los países europeos volvían a poner sobre la mesa el camino euroatlántico de Ucrania, exigían que el frente fuera el punto de partida de una negociación territorial en la que Ucrania aspiraría a recuperar ciertas áreas del sur bajo control ruso y eliminaban la mención al uso de los activos rusos para la reconstrucción del país.

La postura ucraniana, algo más sutil en las formas para no ofender a Donald Trump y empeorar así su posición negociadora, es la misma que la de los países europeos. La semana pasada, The Wall Street Journal afirmaba que los líderes europeos con los que Zelensky se reunió el lunes en Londres intentan convencer a Ucrania de no aceptar concesiones territoriales sin lograr antes garantías de seguridad que todos ellos buscan. Exagerando progresivamente la amenaza rusa contra la Unión Europea y la OTAN -mostradas cada vez más como entidades equivalentes-, los países europeos tratan de conseguir un lugar con voz y voto en una negociación de la que actualmente están excluidos y esgrimen argumentos con los que justificar un rearme que desean financiar, al menos en parte, con los activos rusos que pretenden poner en manos de Ucrania, presentada como frontera exterior de esta lucha entre democracia y autoritarismo.

El encuentro del lunes, una negociación tal y como desea Ucrania, sin Rusia y sin Estados Unidos, solo con aquellos países de los que es consciente que va a obtener únicamente respuestas afirmativas, no dio grandes resultados, pero sí un anuncio: Ucrania entregará a Donald Trump su propuesta de plan de paz. Así lo anunció Volodymyr Zelensky tras un encuentro en el que se reafirmó el apoyo incondicional de las capitales europeas a la continuación, no solo de la guerra, sino de la presión a Estados Unidos en busca de un acuerdo de paz que no implique concesiones consideradas irreparables para Kiev, Londres, París y Berlín en las tres cuestiones básicas del acuerdo. El anuncio de Zelensky es sorprendente en las formas y en el momento. Es evidente que la postura de Estados Unidos resulta peligrosa para Kiev y sus aliados, temerosos de una traición estadounidense en forma de acuerdo directo con Rusia presentado como un hecho consumado. De ahí que las capitales europeas busquen, acelerando la lucha por los activos rusos, devolver a Estados Unidos su propia medicina haciéndose con una financiación con la que presentar un esbozo de propuesta en busca de una mejor posición negociadora.

En este sentido, la visita de Zelensky a Londres tenía el objetivo de conseguir unidad y fuerza, pero, sobre todo, exigir a sus aliados que apoyen esas ideas con algo más que palabras. A finales de 2022 y 2023, cuando Zelensky anunciaba como propuesta de resolución de la guerra su “Fórmula de Paz”, una capitulación en la que se exigía a Rusia la retirada unilateral y la recuperación de la integridad territorial de Ucrania, es decir, el abandono ruso de Crimea. La fortaleza militar mostrada por Ucrania en el otoño del primer año de guerra rusoucraniana hizo a Zelensky y sus aliados europeos creer que sería posible algo que el Pentágono ya veía como inviable, la victoria completa. En octubre de 2024, cuando ya parecía prácticamente inevitable el regreso de Donald Trump, que había dejado clara su intención de lograr una paz rápida en esta guerra que consideraba estúpida, se presentó el Plan de Victoria, una lista de acciones que sus socios debían llevar a cabo para garantizar a Kiev las condiciones de paz, prosperidad, adhesión a la Unión Europea y la OTAN y posesión de grandes cantidades de armas de largo alcance con las que Ucrania soñaba. Ambos documentos eran, además de una lista de deseos que han demostrado ser imposibles, una forma de presionar a Rusia.

La situación actual, por el contrario, no solo busca ahondar en las medidas coercitivas contra Rusia y apoyo a Ucrania para reforzar su posición, sino ejercer presión también sobre Estados Unidos, percibido actualmente como una barrera que dificulta que Kiev pueda negociar un documento más favorable. Dialogar únicamente con sus aliados hasta obtener un documento que posteriormente imponer sobre Moscú ha sido siempre el tipo de diplomacia preferido por Volodymyr Zelensky, consciente de que gran parte de la fuerza que Ucrania puede ejercer en un diálogo directo con Rusia procede de la voluntad de sus aliados de aumentar el coste de la guerra para Rusia. Esa negociación debía seguir el camino de la reunión del lunes, el mismo que se ha repetido en cada uno de los encuentros de la coalición europea, que ha simulado actividad diplomática durante meses a pesar de no imponer ninguna de sus decisiones. Sin embargo, la negativa de Estados Unidos de sostener la guerra a la espera de la victoria final ha roto esa posibilidad y las declaraciones de los últimos días de Donald Trump ratifican el hartazgo de la Casa Blanca y su voluntad de imponer una paz basada en la idea de garantías de seguridad a cambio de territorios.

“Ucrania se está preparando para presentar un plan de paz revisado a la Casa Blanca, ya que busca evitar hacer concesiones territoriales a Rusia. Kiev está dispuesta a proponer alternativas después de que el presidente Volodymyr Zelensky volviera a descartar la entrega de territorios, afirmando que «no tenía derecho» a hacerlo según la legislación ucraniana o internacional”, escribía ayer la BBC, sin explicar la coherencia de que Ucrania realice esta propuesta pasadas varias semanas desde la publicación del plan inicial de Estados Unidos y después de que sus enviados hayan pasado cinco de los últimos diez días negociando con Steve Witkoff y Jared Kushner en Florida y la delegación enviada por Zelensky se haya jactado repetidamente de cuánto ha mejorado el documento a su favor.

Las opiniones varían en cuál es el estado de la negociación. Ayer, una fuente ucraniana afirmaba a The Washington Post que “la propuesta está más cerca de ser viable para Ucrania, pero no es fácil y no está acabada”. Según esta fuente, Ucrania mantiene su principal línea roja, la cesión de territorios. “Según nuestras leyes, el derecho internacional y la ley moral, no tenemos derecho a cederlas”, afirmó Zelensky en una entrevista concedida a Bloomberg. Teniendo en cuenta que ni siquiera Estados Unidos espera que Ucrania reconozca oficialmente la pérdida de territorios, el comentario suena a endurecimiento de la postura ucraniana en línea con la actitud de los países europeos, probablemente solo una táctica para negociar con su aliado. Al fin y al cabo, Ucrania ha cedido Crimea durante los últimos once años, tiempo en el que Kiev no ha aceptado la pérdida pero ha tenido que resignarse a la realidad sobre el terreno. El territorio es también el motivo por el que The Telegraph afirma que el proceso de paz de Trump se encuentra al borde del colapso.

Mientras tanto, Trump vuelve a mostrar su disgusto por la actitud de Volodymyr Zelensky, aunque no por la de la delegación ucraniana, de la que comentó que “le encanta” el plan de paz, documento por el que el domingo reprendió al presidente ucraniano. “No lo ha leído”, afirmó a la prensa pidiendo que alguien le explicara por qué. El motivo del interés limitado por el estatus del documento que se negocia en Florida es la existencia de otro más favorable y que supuestamente iba a ser enviado a Donald Trump de forma inmediata. Los términos de la propuesta son sencillos de deducir -aceptación temporal de la pérdida de ciertos territorios cuyo retorno se buscará por la vía política, puerta abierta a la adhesión a la OTAN en un futuro, ausencia de limitaciones de despliegue de tropas europeas, uso de los activos rusos como reparaciones de guerra, línea roja en lo que respecta a las exigencias de modificación de leyes nacionalistas y levantamiento selectivo de sanciones solo en caso de cumplimiento ruso de las medidas previstas- y solo queda conocer la reacción de la persona de quien depende una parte importante del proceso. El momento no parece ideal para cambiar la opinión de Donald Trump, que el lunes insistía en la necesidad de que Zelensky, a quien acusó de escudarse en la guerra para posponer los comicios, convoque elecciones y de quien afirmó que “tendrá que espabilarse y empezar a aceptar las cosas”. Con la propuesta europea, Ucrania y sus aliados buscan presionar a Estados Unidos. Sin embargo, es Washington quien dispone de las cartas con las que ejercer esa presión sobre sus oponentes y aliados y Donald Trump tiene prisa por obligar a Zelensky a aceptar unas condiciones que, según Axios, han vuelto a endurecerse. El enfado del domingo no solo no ha desaparecido, sino que se ha convertido en un nuevo ultimátum. Según Financial Times, el presidente de Estados Unidos aspira a lograr un acuerdo antes de Navidad, un objetivo excesivamente ambicioso teniendo en cuenta que aún no ha habido un solo contacto directo entre Rusia y Ucrania y sigue pendiente la negociación con Moscú del documento definitivo que salga del diálogo entre Washington y Kiev.

Presionado tanto por aliados como por enemigos, Zelensky comienza a ceder en ciertos aspectos. Ayer, por primera vez en mucho tiempo, admitió la posibilidad de realizar elecciones a pesar de la guerra. “Lo que estoy pidiendo ahora y lo declaro abiertamente es que Estados Unidos me ayude. Juntos con nuestros aliados europeos, podemos garantizar la seguridad necesaria para celebrar elecciones. Si eso ocurre”, afirmó el presidente ucraniano sin definir cuáles serían los requisitos de seguridad, “estaremos preparados para celebrar elecciones en los siguientes 60 o 90 días”. Al más puro estilo Zelensky, esta aparente concesión acarrea una de las principales exigencias de Ucrania, el alto el fuego como prerrequisito de cualquier avance político. Un parón en la guerra que detendría también los progresos rusos en el frente, preocupantes para Kiev en zonas como Seversk y Krasny Liman.


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