El desafío de Tel Aviv y la duplicidad de Washington han destrozado hasta el último resquicio de las ilusiones diplomáticas de Moscú, obligando al Kremlin a afrontar el colapso de su equilibrio en Asia Occidental, e incluso en Ucrania
Hazal Yalin, The Cradle
Desde el principio, Moscú condenó con firmeza la agresión de Israel contra Irán. La primera declaración oficial del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso no dejó lugar a dudas al atribuir la culpa a Tel Aviv.
Hasta el 20 de junio, Rusia se aferró a la creencia de que se podría negociar un alto el fuego y de que Washington se abstendría de atacar directamente a Irán. Este optimismo surgió tras una conversación telefónica de casi una hora el 14 de junio, durante la cual el presidente estadounidense, Donald Trump, y su homólogo ruso, Vladimir Putin, abordaron la escalada del conflicto entre Israel e Irán. Según informes, Trump declaró durante la llamada: "Esta guerra entre Israel e Irán debe terminar", un mensaje que se repitió posteriormente en su cuenta de Truth Social.
El asesor del Kremlin, Yuri Ushakov, informó que los negociadores estadounidenses estaban dispuestos a retomar las conversaciones sobre el programa nuclear iraní. Para Moscú, esto no era mero optimismo, sino una verdadera apertura diplomática y un posible canal de comunicación indirecto para que Trump desactivara las crecientes presiones internas y legales.
Desde la perspectiva de Moscú: Una cronología de esperanzas mal interpretadas
Esta creencia inspiró la postura inicial de Moscú. Incluso después de que Tel Aviv lanzara sus ataques ilegales contra Irán, los rusos evitaron culpar directamente a Washington. En cambio, atribuyeron la principal responsabilidad al gabinete de extrema derecha del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, denunciando el liderazgo de Israel y manteniendo abiertos los canales de comunicación.
En su conferencia de prensa del 18 al 19 de junio con agencias de medios internacionales —programada deliberadamente a altas horas de la noche para ser captada por el público estadounidense— Putin hizo hincapié en la continuidad de la comunicación directa con Trump y Netanyahu. Señaló que los ataques solo habían consolidado la unidad política interna de Irán y señaló que los bombardeos apenas dañaron la infraestructura nuclear de Teherán, afirmando: "Estas fábricas subterráneas permanecen intactas. No les ha pasado nada".
Putin también dejó claro que aún se estaba considerando una resolución: un marco que garantizara los derechos nucleares pacíficos de Irán y, al mismo tiempo, abordara las preocupaciones de seguridad israelíes, y confirmó que Rusia había presentado estas opciones a las tres partes.
En el Foro Económico Internacional de San Petersburgo (SPIEF), la primera reunión anual de negocios y diplomacia de Rusia, Putin reiteró el enfoque diplomático de Moscú, señalando que Rusia había presentado "algunas ideas" para una solución a todas las partes. También reafirmó su apoyo al derecho de Irán al desarrollo nuclear pacífico, haciendo referencia a la construcción en curso de Rusia en la instalación nuclear de Bushehr.
Putin declaró que había solicitado garantías de seguridad para el personal ruso allí y añadió: "El primer ministro Netanyahu ha estado de acuerdo con eso, y el presidente Trump ha prometido apoyar nuestras legítimas demandas".
Pero esa fachada se derrumbaría casi al instante. Poco después de que Israel afirmara haber atacado la planta de Bushehr —para luego retractarse, calificándola de "error"—, bombardeó el aeropuerto de la ciudad, destruyendo su terminal internacional.
El ataque, ocurrido menos de 36 horas después de las garantías públicas, fue considerado en Moscú una humillación deliberada. Destruyó cualquier posible indicio de que Tel Aviv o Washington actuaran de buena fe.
El tono de Moscú se endureció. El discurso del embajador ante la ONU, Vassily Nebenzia, el 20 de junio, marcó el último momento de optimismo diplomático:
“Estamos convencidos de que es muy posible forjar una solución que respete el derecho de Irán a las actividades nucleares pacíficas y garantice la seguridad incondicional del Estado judío. Hemos comunicado estas opciones a nuestros colegas estadounidenses e israelíes, así como a nuestros socios iraníes”.Después del 22 de junio: Ira y reevaluación en Moscú
Todo cambió el 22 de junio. La campaña de bombardeos estadounidenses confirmó lo que muchos en Moscú temían: que Washington no solo estaba dispuesto a mediar, sino que había utilizado las propuestas de Rusia como cobertura estratégica.
Las élites políticas rusas comenzaron a hablar con crudeza. Andrey Klishas, presidente del comité constitucional del Consejo de la Federación, fue contundente:
“La República Islámica se verá obligada a responder a la violación de la soberanía y la agresión contra su país, porque un régimen que no puede defender la soberanía de su Estado siempre está condenado al fracaso”.El 23 de junio, el influyente canal de análisis de noticias de Telegram, Yoj, con más de 500.000 suscriptores, informó que el Kremlin había aconsejado discretamente a la televisión estatal que evitara retratar a Trump como una figura pacifista.
Según Yoj, Putin seguía evitando ataques directos contra Trump, pero eso podría cambiar. Si el presidente ve que Trump está dispuesto a usar la fuerza contra Rusia por Ucrania, abandonará la moderación. Ese escenario, a pesar de que Trump habla de paz, ahora se considera totalmente plausible dentro del Kremlin. La ira se hizo sentir en los canales oficiales. Se vieron las declaraciones del ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov. El embajador ante la ONU, Nebenzia, en su intervención ante el Consejo de Seguridad de la ONU, declaró: «Washington ha demostrado una vez más su total desprecio por la postura de la comunidad internacional y ha confirmado que, en defensa de su aliado israelí, está dispuesto a arriesgar la seguridad y el bienestar de toda la humanidad».
Incluso Putin, habitualmente cauteloso en sus informes internacionales, adoptó una postura inusualmente contundente durante su reunión del 23 de junio con el viceministro de Asuntos Exteriores iraní, Abbas Araghchi. Según los medios iraníes Jamaran y Shabestan, Putin describió los ataques aéreos estadounidenses como «una agresión no provocada e injustificable» y enfatizó que «la agresión provocadora contra Irán carece de fundamento y justificación». El portavoz del presidente, Dmitry Peskov, fue aún más directo, insinuando que Moscú estaría dispuesto a proporcionar a Irán todo lo que necesitara para contrarrestar esta guerra ilegal y sin principios:
“Hemos ofrecido nuestra mediación, algo concreto, hemos declarado nuestra posición, una declaración muy clara, una forma de apoyo a la parte iraní. De ahora en adelante, todo depende de lo que Irán necesite ahora mismo”.Al preguntársele si Irán recibirá los sistemas de defensa aérea rusos S-300 y S-400, Peskov sugirió que Irán solo tiene que pedirlos, afirmando: “Todo depende de lo que digan la parte iraní y nuestros amigos iraníes”.
¿Por qué el pacto estratégico entre Irán y Rusia se queda corto?
El tan debatido “acuerdo integral de cooperación estratégica” entre Rusia e Irán ha resultado ser menos de lo que parecía, especialmente en términos militares. Si bien muchos asumieron que Moscú se mostraba reacio a profundizar los lazos de seguridad, las versiones oficiales rusas sugieren lo contrario.
Fue el parlamento iraní el que retrasó la ratificación del acuerdo durante casi dos meses después de que la Duma rusa lo aprobara a finales de mayo. El 18 de junio, Putin, al ser preguntado por un periodista de AFP si Rusia suministraría nuevos sistemas de defensa aérea a Irán, aclaró que Moscú no solo se había ofrecido a suministrarlos, sino que también había propuesto la coproducción. Irán, afirmó, hasta el momento no había aceptado ni presentado ninguna solicitud formal.
Dos días antes, la diputada de la Duma, Svetlana Zhurova, declaró a los medios rusos que, si bien el pacto incluía la venta de armas, el entrenamiento militar y el intercambio de inteligencia, Irán había rechazado cualquier cláusula que permitiera el despliegue de tropas rusas. Añadió: "Todo el mundo vende armas; eso es normal. ¿Pero enviar personal? Eso queda fuera del acuerdo".
El 23 de junio, horas antes de la reunión de Putin con Araghchi, el vicepresidente del Comité de Defensa de la Duma, Alexei Zhuravlyov, confirmó: "No se debe esperar un cuerpo expedicionario ruso en Irán... las cláusulas pertinentes fueron eliminadas del acuerdo ruso-iraní a petición de Teherán". Teherán no ha hecho ningún esfuerzo por contradecir estas declaraciones. La evidencia apunta a que Irán está estableciendo límites claros, posiblemente para evitar parecer excesivamente colateral con Rusia o para mantener su margen de maniobra en el emergente orden multipolar. Además, si bien la constitución iraní no incluye explícitamente una declaración formal de no alineamiento, el concepto de "ni este ni oeste" ha sido un principio central de la política exterior iraní desde la revolución de 1979.
Y aunque desde el gobierno del difunto presidente iraní Ebrahim Raisi, Teherán se ha orientado principalmente a "mirar hacia el este", su sucesor parece haber optado por una estrategia contraproducente al iniciar conversaciones indirectas con los estadounidenses. Sin embargo, dadas las colosales traiciones de confianza mostradas por el gobierno de Trump desde el 16 de junio, las opciones de Occidente del actual presidente iraní, Masoud Pezeshkian, podrían haberse reducido considerablemente.
De cara al futuro: ¿Puede Moscú aún construir un eje regional?
Un análisis anterior publicado en The Cradle sostiene que la paz en Asia Occidental dependería de nuevas alianzas, y que incluso las provocaciones de Tel Aviv podrían verse atenuadas a corto plazo por la cautela mutua. Esta suposición se ha desmoronado. Las acciones de Washington, sumadas a la escalada selectiva de Israel, han sumido a la región en una fase mucho más volátil.
La única opción viable ahora podría residir en que Moscú y Pekín presionen con más fuerza —junto con los Estados del Golfo Pérsico, y especialmente con Arabia Saudita— para desarrollar un marco de seguridad regional alternativo.
Aunque frágil, aún quedan algunas oportunidades: la enérgica condena de Riad al ataque israelí contra Irán, su objeción pública al ataque de represalia iraní contra bases vinculadas a Estados Unidos en Qatar, su reticencia a alinearse contra Rusia en el caso de Ucrania y una estrategia de evasión más amplia en Asia Occidental podrían ofrecer un estrecho camino a seguir.
Dicho esto, las ruinas de Siria aún proyectan una larga sombra. Hay poca certeza de que Moscú pueda convertir los acuerdos tácticos en alianzas estratégicas. Sin embargo, sin ese cambio, el camino a seguir no conduce a una desescalada, sino a una guerra regional aún más amplia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario