La Inflación y el Ser o no Ser del Central
Este jueves 10, en la reunión de Política Monetaria el Banco Central debe analizar si sube, mantiene o baja la tasa de interés. Dada la alta inflación del año 2007 y atendiendo a la ortodoxia de sus integrantes es improbable que la baje. La decisión va por el lado de subirla o mantenerla. Veamos algunas razones.
El resorte para subir la tasa está echado: la alta inflación del año pasado (7,8%) que triplicó las expectativas iniciales y toda la inflación del año 2006, que fue 2,6%. Si fuera bajo circunstancias normales podríamos decir que la plana mayor del Banco Central quedó en ridículo con tal pronóstico, más aún cuando hasta abril y mayo mantenían firme la decisión de que la inflación 2007 sería del 2,9%. El tema de fondo es que las circunstancias del 2007, a partir del mes de Junio hicieron cambiar a la Economía Mundial mucho más que los atentados del 11-S.
Bástenos recordar que el barril de petróleo cerró el 2006 en US$ 68 y que al cierre del 2007 llegó a los 100 dólares, es decir un alza del 50% en términos nominales, que se reduce al tomar en cuenta la depreciación del dólar, cercana al 25%. Si a esto agregamos que los precios internacionales del trigo, el maíz y la leche subieron a comienzos de año producto del aumento en la demanda de India y China (muy buena noticia) todas las expectativa se fueron a pique.
La globalización, durante mucho tiempo, ejerció una presión a la baja en los precios. La adaptación de las economías que se iban incorporando al sistema incluían una aseveración tácita respecto al orden financiero. Ahora dicho fenómeno se revierte y le presión tiene a ser explosiva. Hay inflación en todo el mundo y esto pone en crisis al sistema entero. Sobretodo al sistema Neoliberal que basa su éxito exclusivamente en las ganancias financieras (Bancos, Bonos, Valores) y no en auténticas ganancias en el crecimiento y la calidad de vida.
Si al alza del petróleo y a la fuerte depreciación del dólar agregamos la crisis financiera que vive Estados Unidos y que la tiene al borde de una larga recesión, podemos ver que los efectos colaterales en materia de empleo y crecimiento se multiplican. En este escenario una inflación de un 6% o 7% representa el mal menor. Más aún cuanto estrictu sensu, la inflación ha sido gatillada por un único precio ( el petroleo sube sin parar, los otros precios se estabilizaron), factor de oferta, y no por un conjunto de vectores de precios. Una cosa es el petróleo, como corresponde, encienda la mecha de la inflación, pero otra es que el término se apodere psicógicamente de los agentes y todos comiencen a mover sus precios al alza, tengan o no al petróleo como insumo. Los argumentos del Banco Central para subir la tasa apuntarán al efecto de este factor psicológico para evitar el fenómeno especulativo.
Ahora bien, un alza de tasas de un cuarto de punto (a 6,25%) para nada ayudaría a detener la acción patológica de subir los precios, tendría que ser al menos de medio punto para surtir el efecto deseado. Al optar de esta manera el Banco Central siempre estará pensando en el cuidado del material monetario como capital de credibilidad, disciplina y destreza financiera. Es decir, cumpliendo a cabalidad el rol encomendado que es la custodia de la estabilidad monetaria.
La pregunta entonces es, ¿y quien custodia a la gente?, ¿quien ayuda a dar un espaldarazo a la estabilidad laboral de las personas que pueden quedar sin empleo, por el alza de tasas? ¿quien se preocupa de empujar el carro del crecimiento, si el Banco Central le corta el paso?
Hace exactamente diez años estábamos viviendo la misma situación tras la caída del Bath el 2 de Julio de 1997 en la bolsa de Tailandia. En Enero de 1998 y hasta julio-agosto de ese año Felipe Morandé y Carlos Massad aseguraban que la crisis no llegaría a Chile y aplicaron las mas severas y brutales políticas monetarias que, cuando la crisis llegó significó la quiebra de miles de empresas y el disparo al desempleo que se prolongó por casi todo el gobierno de Lagos.
Las respuestas no son tan simples si pretendemos comparar la realidad interna con la externa. Si más aún mucho de lo que ocurre afuera se desconoce y no se muestra el drama de las personas que pasan hambre en las calles de Estados Unidos porque es más interesante hablar de las primarias y saber cuando gana Hillary u Obama.
Nadie custodia que las metas de crecimiento se cumplan y cada vez tienden más a la baja; Nadie custodia que el empleo no sólo se mantenga, sino que aumente y sea digno. ¿Seguirá el Banco Central custodiando los principios de un modelo económico que ya no sirve y va quedando obsoleto, o se la jugará por el desarrollo de políticas proactivas?. Es el Ser o No Ser. Es el Dilema del Banco Central.
Marco Antonio Moreno
El resorte para subir la tasa está echado: la alta inflación del año pasado (7,8%) que triplicó las expectativas iniciales y toda la inflación del año 2006, que fue 2,6%. Si fuera bajo circunstancias normales podríamos decir que la plana mayor del Banco Central quedó en ridículo con tal pronóstico, más aún cuando hasta abril y mayo mantenían firme la decisión de que la inflación 2007 sería del 2,9%. El tema de fondo es que las circunstancias del 2007, a partir del mes de Junio hicieron cambiar a la Economía Mundial mucho más que los atentados del 11-S.
Bástenos recordar que el barril de petróleo cerró el 2006 en US$ 68 y que al cierre del 2007 llegó a los 100 dólares, es decir un alza del 50% en términos nominales, que se reduce al tomar en cuenta la depreciación del dólar, cercana al 25%. Si a esto agregamos que los precios internacionales del trigo, el maíz y la leche subieron a comienzos de año producto del aumento en la demanda de India y China (muy buena noticia) todas las expectativa se fueron a pique.
La globalización, durante mucho tiempo, ejerció una presión a la baja en los precios. La adaptación de las economías que se iban incorporando al sistema incluían una aseveración tácita respecto al orden financiero. Ahora dicho fenómeno se revierte y le presión tiene a ser explosiva. Hay inflación en todo el mundo y esto pone en crisis al sistema entero. Sobretodo al sistema Neoliberal que basa su éxito exclusivamente en las ganancias financieras (Bancos, Bonos, Valores) y no en auténticas ganancias en el crecimiento y la calidad de vida.
Si al alza del petróleo y a la fuerte depreciación del dólar agregamos la crisis financiera que vive Estados Unidos y que la tiene al borde de una larga recesión, podemos ver que los efectos colaterales en materia de empleo y crecimiento se multiplican. En este escenario una inflación de un 6% o 7% representa el mal menor. Más aún cuanto estrictu sensu, la inflación ha sido gatillada por un único precio ( el petroleo sube sin parar, los otros precios se estabilizaron), factor de oferta, y no por un conjunto de vectores de precios. Una cosa es el petróleo, como corresponde, encienda la mecha de la inflación, pero otra es que el término se apodere psicógicamente de los agentes y todos comiencen a mover sus precios al alza, tengan o no al petróleo como insumo. Los argumentos del Banco Central para subir la tasa apuntarán al efecto de este factor psicológico para evitar el fenómeno especulativo.
Ahora bien, un alza de tasas de un cuarto de punto (a 6,25%) para nada ayudaría a detener la acción patológica de subir los precios, tendría que ser al menos de medio punto para surtir el efecto deseado. Al optar de esta manera el Banco Central siempre estará pensando en el cuidado del material monetario como capital de credibilidad, disciplina y destreza financiera. Es decir, cumpliendo a cabalidad el rol encomendado que es la custodia de la estabilidad monetaria.
La pregunta entonces es, ¿y quien custodia a la gente?, ¿quien ayuda a dar un espaldarazo a la estabilidad laboral de las personas que pueden quedar sin empleo, por el alza de tasas? ¿quien se preocupa de empujar el carro del crecimiento, si el Banco Central le corta el paso?
Hace exactamente diez años estábamos viviendo la misma situación tras la caída del Bath el 2 de Julio de 1997 en la bolsa de Tailandia. En Enero de 1998 y hasta julio-agosto de ese año Felipe Morandé y Carlos Massad aseguraban que la crisis no llegaría a Chile y aplicaron las mas severas y brutales políticas monetarias que, cuando la crisis llegó significó la quiebra de miles de empresas y el disparo al desempleo que se prolongó por casi todo el gobierno de Lagos.
Las respuestas no son tan simples si pretendemos comparar la realidad interna con la externa. Si más aún mucho de lo que ocurre afuera se desconoce y no se muestra el drama de las personas que pasan hambre en las calles de Estados Unidos porque es más interesante hablar de las primarias y saber cuando gana Hillary u Obama.
Nadie custodia que las metas de crecimiento se cumplan y cada vez tienden más a la baja; Nadie custodia que el empleo no sólo se mantenga, sino que aumente y sea digno. ¿Seguirá el Banco Central custodiando los principios de un modelo económico que ya no sirve y va quedando obsoleto, o se la jugará por el desarrollo de políticas proactivas?. Es el Ser o No Ser. Es el Dilema del Banco Central.
Marco Antonio Moreno
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