Como bien es sabido, antes de tragar se debe masticar bien lo que se está llevando a la boca. Por estos días nos han dado de comer el famoso “Panamá papers” como la “filtración de documentos confidenciales más grande de la historia”, con “11.5 millones de documentos” de la firma de abogados panameña Mossack Fonseca. En los documentos se revelaría cómo personas con grandes capitales relacionadas con la política, los negocios, el deporte y el espectáculo estarían “ocultando sus riquezas”. Poniendo énfasis en posible lavado de dinero y evasión de impuestos. Ayer, como bien recordarán, fueron las famosas filtraciones de Wikileaks, relacionadas con cables del Departamento de Estado estadounidense y sus embajadas por el mundo. Estas fueron reveladas por la gran prensa a finales del 2010, curiosamente un par de semanas antes de que cayera muerto Mohamed Bouazizi, cuya muerte desencadenaría lo que se denominaría como la “Primavera Arabe”. Llama mucho la atención la relación que estas “revelaciones” gustan tener con los grandes medios de comunicación occidentales y la función que han venido cumpliendo. Por ejemplo: las revelaciones de Wikileaks tuvieron un rol activo en la “Primavera árabe” que no deberíamos olvidar junto con los ataques cibernéticos de “Anonymous”, defensores de Wikileaks. No hay que olvidar que la difusión de aquellos cables, a través de los grandes medios, contribuyeron en parte a la desestabilización del Medio Oriente y el Magreb.
Hoy nuevamente tiene lugar esta relación documentos-grandes medios de comunicación, y que tal como ocurrió con los cables de Wikileaks, lo más probable es que cada cierto tiempo nos encontremos con muchas más “revelaciones”. Tal como si fuese una caja de pandora.