Una mirada no convencional al modelo económico neoliberal, las fallas del mercado y la geopolítica de la globalización
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jueves, 25 de septiembre de 2025
Tiempo de actuar
Nahia Sanzo, Slavyangrad
“Mi petición: Sean la fuerza que actúe. Actuemos juntos. Unámonos de una vez para detener la guerra de Rusia. Sabemos cómo garantizar la seguridad. Lo que necesitamos ahora es un fuerte impulso para forzar a Rusia hacia la paz”, escribió Volodymyr Zelensky en referencia a su sentida comparecencia en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, en la que utilizó el argumento de la paz para, sin sutilezas, exigir más intervención directa en la lucha contra Rusia, que aparentemente considera mundial y colectiva y en la que todos están obligados a participar. La visión que trasladó Zelensky, en la que “Rusia sin China no es nada”, es exactamente la misma que viene utilizando su principal proveedor, Estados Unidos, que desde hace varias semanas trata de calificar el conflicto de guerra proxy de Beijing contra Occidente, añadiendo que India tiene las manos manchadas de sangre por adquirir de Rusia el petróleo que garantiza ingresos suficientes para que el Kremlin pueda continuar luchando. Esta versión de los hechos ignora que Estados Unidos es el principal suministrador de armas y que en cada momento en el que, tanto antes como después de la invasión rusa, ha sido posible guiar el conflicto hacia la diplomacia, los aliados de Kiev han rechazado incentivar el diálogo.
Ante todo, la retorcida imagen de una guerra de China en la que Rusia es un mero proxy mientras India se lucra en la distancia es una proyección de la actuación estadounidense, que como insistió el lunes Donald Trump actualmente solo vende las armas que los países europeos posteriormente entregan a Ucrania. “No estamos gastando dinero en la guerra, la guerra está siendo financiada por la OTAN, y la OTAN está comprando nuestro equipamiento. De hecho, no quiero ganar dinero, pero estamos ganando dinero con la guerra”, afirmó. Rusia y Ucrania ponen los muertos; la Unión Europea la financiación y Estados Unidos se lleva los beneficios. Sin ninguna perspectiva de negociación y de nuevo en una fase de escalada, es previsible que las grandes empresas armamentísticas estadounidenses puedan seguir lucrándose de la desgracia ajena durante un largo periodo de tiempo, algo que parece haber dejado de preocupar a Donald Trump, que estoicamente recordó en su discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas que esperaba que la guerra de Ucrania fuera la más sencilla de resolver de las muchas que dice haber solucionado. Y aunque su discurso fue una mezcla de campaña para conseguir el Nobel de la paz y una intervención en el debate sobre el Estado de la Nación, el conflicto fue uno de los temas destacados. En sus reproches a los países europeos, a los que insistió -utilizando el argumentario habitual de la extrema derecha- que están siendo destruidos por la inmigración y las energías renovables, Donald Trump exigió el cese inmediato de las adquisiciones de petróleo y gas ruso y la imposición de las sanciones que ordenó la semana pasada por medio de un post en su red social personal. Trump, ejerciendo desde la tribuna de la Asamblea General de Naciones Unidas de portavoz informal de la industria del gas y el petróleo de su país, busca que Estados Unidos se lucre aún más de la coyuntura de la guerra y se consolide la ruptura continental, que ha de perdurar más allá de un futuro cese de la violencia.
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