El 14 de agosto de 1956 falleció Bertolt Brecht, uno de los dramaturgos, poetas y pensadores más importantes del siglo XX. Un marxista poco ortodoxo que buscó nuevas formas de unir el arte y la política
Harrison Stetler, Jacobin
En la reciente puesta en escena de Madre Coraje y sus hijos, dirigida por Lisaboa Houbrechts y presentada en junio en París dentro de una gira europea, la decisión más audaz fue reemplazar el célebre carro de mercado por una enorme bola y una cadena. En la obra maestra de Brecht, una parábola sobre los peligros de la guerra, el carro ya funciona como una carga absurda —y hasta como un personaje en sí mismo).
En 1933, cuando los nazis llegaron al poder, Brecht se vio forzado a huir de su Alemania natal. Escribió la obra en 1939, durante su exilio, junto a su frecuente colaboradora Margarete Steffin. En ese momento se encontraba en la cima de su talento poético y político, produciendo obras que denunciaban los peligros inminentes del fascismo y el militarismo. Madre Coraje no se estrenó sino hasta 1941, en Suiza. Para entonces, sin embargo, la marcha hacia la guerra ya había estallado en otro conflicto de alcance mundial.
Sería exagerado calificar a Brecht de pacifista. Su conocimiento de primera mano de la amenaza del fascismo en su época era demasiado agudo para ello. Los frescos políticos e históricos de Brecht, como La vida de Galileo o Terror y miseria del tercer Reich, son casi documentales, con un trasfondo políticamente comprometido y firmemente pedagógico. Pero, como también sabía Brecht, los conflictos tienden a cobrar vida propia, absorbiendo los motivos de los beligerantes e imponiendo su propia lógica hasta que la guerra se convierte en un fin en sí misma.