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jueves, 1 de mayo de 2025

La geopolítica del Vaticano bajo Francisco

La futura geopolítica del Vaticano, bajo un nuevo Papa, no puede divorciarse de la necesidad de revitalizar el catolicismo mismo, restaurando un sentido de lo “sagrado” en las vidas nihilistas de los nominalmente fieles

Rafael Machado, Strategic Culture

Desde la grave enfermedad del papa Francisco entre 2024 y 2025, el mundo católico ya era consciente de que el pontífice podría estar acercándose a sus últimos días. Por ello, la especulación sobre el futuro de la Iglesia había comenzado meses antes. Como resultado, si bien su fallecimiento causó consternación y tristeza entre los católicos —e incluso entre los no católicos— de todo el mundo, la muerte del papa Francisco no sorprendió a nadie.

Ahora bien, el pontificado de Francisco fue extremadamente polarizante y controvertido, tanto entre conservadores como entre progresistas. Esto se debió en gran medida a las ambigüedades en sus declaraciones y documentos, que a veces parecían inclinarse hacia posturas reformistas y, en otras, hacia la defensa de posturas conservadoras. Los medios de comunicación desempeñaron un papel central en la amplificación de estas confusiones.

Sin embargo, en lo que respecta a la geopolítica del Vaticano, es más fácil entender la estrategia seguida por el Papa Francisco.

El contexto geopolítico en el que surgió el papa Francisco combina ciertos factores que resuenan en otras naciones con aquellos propios del Vaticano. Después de todo, el Vaticano, como rostro político de la Iglesia Católica, entró al siglo XXI en una posición muy diferente a la del siglo XV, cuando era la institución más poderosa del mundo: fundamentalmente incuestionable y superpuesta a los intereses "nacionales". Como portador de la "espada espiritual", en términos de la doctrina del papa Gelasio, el Patriarca de Roma se situaba por encima de las autoridades "temporales" de los reyes, duques y condes de Europa.

sábado, 1 de febrero de 2025

Tres proyectos regionales enfrentados

Con el colapso de Siria, tres proyectos geopolíticos diferentes se enfrentan más directamente, sin ningún amortiguador: Turquía, Israel e Irán.

Ali Reza Jalali, Geopolitika

El espacio geográfico que se extiende desde el golfo Pérsico hasta el mar Mediterráneo, y que comprende lo que en la jerga árabe-islámica se define generalmente como Sham (literalmente «Levante», es decir, la parte oriental del mundo árabe, en contraste con el Magreb, el «Occidente») -en otras palabras, los actuales Estados nacionales de Irak y Siria (sin olvidar el Líbano, una especie de extensión de la «Gran Siria»)- debe considerarse como el campo de batalla de un «gran juego» en Oriente Próximo. Esta zona siempre ha estado en el centro de las rivalidades regionales a lo largo de la historia: helenos y persas, romanos y persas, árabes y bizantinos, safávidas y otomanos se han disputado el dominio de esta región. En las últimas décadas, sin embargo, el «Levante» árabe ha sido el centro de disputa entre al menos tres proyectos geopolíticos: el «Gran Israel» de los sionistas, el «neo-otomanismo» de los turcos y el «eje de resistencia» de los iraníes.

El Gran Israel

Los inmigrantes judíos en Palestina tenían un gran sueño: no sólo crear un pequeño Estado nacional judío en la orilla oriental del Mediterráneo, sino ampliar las fronteras de esta entidad, llevándolas «del Nilo al Éufrates». Esto significa tener ambiciones en contextos como Líbano, Siria e Irak. Mientras escribo estas líneas, el ejército sionista ocupa algunas zonas del sur del Líbano, algo que nunca ha ocurrido en estos términos en el siglo XXI. En Siria, la ocupación israelí se ha extendido en los últimos días a zonas nunca antes ocupadas, ni siquiera durante los conflictos árabe-israelíes del siglo XX.

miércoles, 10 de julio de 2024

Gabriel Boric y la Guerra de Ucrania

Estoy verdaderamente consternado por la orientación de la política exterior de mi Presidente, alineado con una causa tan injusta como peligrosa para el futuro de la Humanidad.

Miguel Lawner, El Siglo

Entrevistado en Alemania, el Presidente Boric se manifestó sorprendido que en América Latina asimilen a Rusia como una “fuente de referencia de la izquierda en el mundo”.

El mandatario criticó la invasión a Ucrania, afirmando que Moscú tiene un “ánimo imperialista, expansionista”.

Pareciera estar preocupado de mostrar en Europa un certificado de buena conducta en esta materia. Es el único mandatario latinoamericano que ha expresado públicamente su apoyo a Ucrania en el conflicto que este país mantiene con Rusia e, incluso, polemizó públicamente con el presidente Lula al respecto.

Es imposible que Boric ignore las causas que motivaron la intervención rusa en la región del Donbas. Es un tema que a mí me toca personalmente, porque mis padres nacieron en Ucrania y se vieron obligados a emigrar desde allí el año 1922, como consecuencia de los asaltos contra las aldeas pobladas preferentemente por familias judías, originadas tras la caída del Imperio Zarista. Desde entonces se conoce la palabra "pogrom", que en lengua rusa significa "devastación".

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