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jueves, 20 de mayo de 2021

La gran mentira de Israel

Israel no está ejerciendo su “derecho a la autodefensa” en los territorios palestinos ocupados. Está llevando a cabo un asesinato masivo, con la ayuda y complicidad de Estados Unidos
Chris Hedges, Rebelión

Prácticamente todas las palabras y frases utilizadas por los Demócratas, los Republicanos y los presentadores de las cadenas de televisión para describir la inquietud en Israel y el ataque más duro llevado a cabo contra los palestinos desde los de 2014 (que duraron 51 días y mataron a más de 2.200 palestinos, incluyendo 551 niños) son mentira.

Israel, al emplear toda su maquinaria bélica contra una población ocupada que no posee unidades mecanizadas, fuerza aérea, armada, misiles, artillería, ni un estado mayor (por no mencionar los 38.000 millones de dólares de ayuda de Estados Unidos al ejército israelí para los próximos diez años), no está ejerciendo su “derecho a la defensa”. Está llevando a cabo un asesinato masivo. Es un crimen de guerra.

miércoles, 26 de septiembre de 2018

Sudáfrica: de Sharpeville a Marikana

Alejandro Nadal, La Jornada

Una distancia de 180 kilómetros separa las localidades de Sharpeville y Marikana en la provincia de Gauteng, Sudáfrica. Por la carretera N1 el recorrido toma menos de dos horas. Pero por un trágico paralelismo, la distancia histórica entre ambos lugares es mucho más corta. Ambos sitios han sido escenarios de terribles masacres en contra de una clase trabajadora que sólo aspiraba a mejorar sus condiciones de vida luchando por medios no violentos.

La mañana del 21 de marzo 1960 una manifestación pacífica en contra de la ley de pases llegó hasta el centro de Sharpeville. Esa legislación imponía rígidos controles sobre el desplazamiento de la población negra en todo el país. Esa norma era una pieza importante en la política de segregación racial que desde 1948 buscaba consolidar el dominio de la minoría blanca. Los pases oficiales muy rápidamente se convirtieron en rutina odiosa para la población negra. A lo largo de la década de los años 1950 el Congreso Nacional Africano (CNA) organizó movilizaciones pacíficas para luchar contra el sistema de pases, así como el régimen de localización forzosa de la población negra en los townships, que no eran otra cosa que tugurios en los que el hacinamiento y la miseria convivían con la represión como hermanos gemelos.

Ese día la policía abrió fuego contra los manifestantes y cuando cesaron los disparos 69 personas yacían muertas, incluyendo mujeres y niños. Otras 180 habían sido heridas por las balas. Para tratar de controlar la indignación que siguió la matanza, el gobierno impuso el estado de sitio e intensificó la represión, proscribió el CNA (que pasó a la clandestinidad) y en unos cuantos días arrestó a más de 11 mil personas. El nombre de Sharpeville recorrió el mundo, atrayendo la atención sobre el oprobioso régimen del apartheid y la lucha de la mayoría negra.

jueves, 20 de septiembre de 2018

Sudáfrica: del apartheid al neoliberalismo

Alejandro Nadal, La Jornada

La transición en Sudáfrica de un régimen de racismo institucionalizado a una democracia electoral es un acontecimiento de gran relevancia. Desgraciadamente, este giro no se reflejó en la situación económica. En un tiempo récord el Congreso Nacional Africano (CNA), el partido que había liderado la lucha contra la opresión racista, abrazó y consagró las políticas del neoliberalismo que habían cimentado el sistema de explotación y desigualdad del apartheid. El análisis de la economía política de este proceso de transición es una lección importante para cualquier gobierno que aspire a un cambio social y económico real.

A finales de la década de 1980 la situación en Sudáfrica había llegado a un callejón sin salida. Los enfrentamientos habían drenado la energía de ambos bandos y los militantes del CNA sabían que el aparato represivo de la minoría blanca estaba agotado y rebasado. Pero aun así, una insurrección final con tintes violentos conduciría a un baño de sangre.

La minoría blanca confiaba en su formidable arsenal policiaco-militar. Pero el régimen estaba en plena bancarrota política y su aislamiento internacional lo llevaría al fracaso en caso de escoger el camino de la represión. Además, el apartheid chocaba con la lógica de la acumulación capitalista al impedir la libre movilidad del trabajo. Toda la industria en Sudáfrica estaba sufriendo los inconvenientes. Había llegado el tiempo de negociar para asegurar un acuerdo de transición ventajoso.

sábado, 3 de mayo de 2014

A veinte años del Apartheid

Emir Sader, Público

Al mismo tiempo en que conmemoran los 20 años de la elección de Nelson Mandela como presidente y el fin del apartheid —el pasado 24 de abril—, Sudáfrica se prepara para su quinta elección presidencial, el 7 de mayo. El contraste no podría ser más grande entre la gesta del final del régimen de apartheid —simbolizado por la figura de Nelson Mandela, más engrandecida todavía con los ceremoniales por su muerte— y el descontento y desánimo con las nuevas elecciones presidenciales.

El contraste es claro entre el consenso obtenido por el fin del apartheid y la sociedad que es hoy Sudáfrica. La falta de interés por la quinta elección presidencial es un claro reflejo. Paralelamente, hubo una mejoría significativa en la situación de las capas medias negras. Por otra parte, el Estado posapartheid ha creado mecanismos de participación popular para sectores más amplios de la población.

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